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Sucesos

C.R. cultiva piñas con peones esclavos

En país que pregona respeto a derechos humanos

  • Según denuncian les pagan ¢3 mil por día de trabajo

  • Los trabajadores laboran bajo la inclemencia del sol o la lluvia

  • Josefina Pineda, dice que el contratista no le pagaba a su esposo

  • Dávila se incrustó una espina en el dedo que se le infeccionó, pero no pudo contar con asistencia médica

Mientras miles de europeos disfrutan la dulce piña costarricense, promocionada como la fruta oro, en nuestro país los peones son esclavizados en los campos para lograr las metas anuales de exportación.

Un equipo periodístico de El Diario de más Venta en Costa Rica, puso en evidencia la trata de personas, la explotación laboral, la evasión al fisco y el irrespeto a los derechos laborales.

A eso se suman las condiciones precarias de trabajo, pues pasan horas bajo el sol o la lluvia, sin un lugar donde hacer sus necesidades fisiológicas y en caso de hacerlo sería en el mismo campo de cultivo. Además, no tienen donde almorzar o calentar la comida, por lo que llevan su “burrita” y la dejan en el piso, arriesgando a que se les ponga mala.

Es una labor esclavizante y denigrante, así es la cruda realidad que impera en los campos de la empresa piñera Agromonte. Esta compañía se ubica en Muelle de San Carlos y pese a que fue allanada el pasado 23 de setiembre, el seguimiento de las autoridades o la intervención sobre esta situación es nula.

 

PRECARIO LA MANAGÜITA

 

La odisea de todos estos trabajadores, en su mayoría nicaragüenses indocumentados, nace en el precario Las Margaritas, mejor conocido como “La Managüita”, precisamente por la gran cantidad de pinoleros que ahí viven.

Ellos viven en humildes ranchitos en condiciones miserables y sin un empleo digno. 

 “Un día te levantas y comes pan, al otro solo agua y cuando se puede tienes los dos, pero siempre hay que ir a trabajar a la piñera porque, aunque sea un sueldo miserable hay que comer”, dijo Wilberth Campos, quien para arrimarle algo al sueldo vende cigarros en su casa.

Este labriego cambió de trabajo y ahora labora en otra empresa piñera, donde asegura sí le respetan sus condiciones laborales.

 

Darwin Dávila también contó su historia. “Vivo acá hace 28 años, nada es seguro, en cualquier parte donde usted va a pedir empleo le ofrecen sin seguro social y a través de contratista. Yo trabajé con Agromonte desde el 2009, me daban seguro, aguinaldo y todas las garantías, pero después en el 2014 empezaron a meter contratistas y decayó al punto que uno consigue trabajo, pero sin seguro y lo que pagan son ¢30 mil por semana”, contó Dávila.

Añadió que hace un par de meses sufrió un accidente laboral, se incrustó una espina de piña en el dedo pulgar y se le infeccionó, pero como no tenía seguro no iba al hospital, hasta que no aguantó y tuvo que ir.

“Lo que pasa es que era tanto la emergencia que un día me fui y cuando llegué me pasaron por la emergencia, pero uno sabe que no hay seguro e incluso se sabe que la empresa está morosa con la Caja, pero no pasa nada, acá se burlan de la autoridad”, agregó Dávila.

 

SALARIO MISERABLE

 

Julio César Araya, es otro que trabajó para Agromonte por medio de un contratista, un hombre al que califica de explotador, pues le pagaba ¢1.500 por recoger una terraza (un bloque de siembra 15 metros de largo), que podía durar más de 8 horas en terminarla.

“Yo fui a pedir trabajo con un contratista y andan varios encargados que recogen la gente. Acá nos pagan ¢1.500 por terraza y sin contrato, trabajamos de 6 de la mañana a 1 de la tarde y otros hasta las 4 de la tarde por esa plata. Yo tengo esposa e hijos, pero no alcanza, entonces la pulseo aparte, pero a la piña ya no le vuelvo a regalar el sudor a esos maes” contó Julio.

El mismo caso lo vive Josefina Pineda, ella se levanta a las 4 de la mañana para despedir a su marido Juan Antonio Zeledón, que trabaja desde las 6 a.m. hasta las 4 de la tarde, por ¢3 mil diarios, sin seguro.

“El año pasado le trabajó a un tal Ramón que era contratista y no les pagaba, o les retenía la plata. Hasta las 10 de la noche pagaba, a veces hasta se llevaba la plata. Incluso se dice que puso un bar. Yo le reclamé y le pagó a mi esposo, hasta lo amenacé que si quería llamara a la ley”, explicó la mujer.

 

MAFIA DE CONTRATISTAS

 

En la zona hay tres contratistas, estos son los que presuntamente convienen con la empresa la cantidad peones que ocupan para los trabajos en los sembradíos. Estos son los que se llevan los millones que le cobran a la empresa y la paga miserable a los pobres peones.

Luego vienen los encargados, quienes ganan entre ¢50 mil y ¢90 mil por buscar a los trabajadores que ocupan los contratistas, de acuerdo con el pedido de la compañía. 

Los encargados rondan La Managüita en busca de mano de obra, casi regalada. Son los que colocan los buses a las 4:30 de la madrugada para transportar a los peones a la empresa y estar en los campos a las 6 a.m.

Noel Espinoza es otra víctima de los contratistas, cuando hacíamos este trabajo en La Managüita, se nos acercó y nos señaló que lo habían despedido.

“Yo tengo 58 años y me acaban de despedir con la versión de que la empresa no me acepta. Trabajaba en Agromonte, en Boca Arenal, para el contratista Carlos Tremiño y el dueño de la finca se llama Gustavo Zamora”, narró.

“Tremiño le dijo al encargado que no le aceptaron los papeles que metí para trabajar en la empresa, que no me dieran trabajo, no dijo por qué, aunque yo le he trabajado hace tiempo. Ganaba ¢52 mil por semana, y ahora ganamos mucho menos y a veces ni nos pagan.

Ahora están trabajando con la meta de tres semanas, hasta los 22 días le pagan a la gente y a veces pagan una semana, la otra queda a fondo y la tercera la perdés, no te la pagan”, aseguró.

 

AGUANTAN HAMBRE

 

Espinoza es padre de tres hijos, tiene esposa y mencionó que los tiene “aguantando hambre”, por eso cuando observó al equipo periodístico de DIARIO EXTRA no dudó en acercarse y soltar la frustración que lo embargaba.

“Aquí vivimos a la voluntad de Dios, el problema es que si vos te quejás con alguna autoridad estas empresas te ponen en lista roja y no te dan trabajo en ningún lado y uno necesita comer todos los días”, describió el trabajador.

“Las empresas le dicen al contratista ‘a ese no me lo traiga, ese es problemático’, pero problemático porque reclamas tus derechos. Yo soy nicaragüense, pero tengo 36 años de vivir acá, yo tengo mi cédula de residencia, no la he podido renovar por cuestiones de dinero, porque si conseguís plata para comer, no conseguís plata para estos trámites”, sostuvo.

Este nicaragüense apuntó que Migración y Extranjería ha llegado al lugar, pero no hacen nada. De hecho, apuntó que los contratistas “manejan cédulas falsas”, porque la mayoría de la gente no tiene documentos en regla.

“Ellos entran con las cédulas de otros a trabajar y la empresa eso no lo supervisa, lo pasa por alto, no pagan cargas sociales. De hecho, Espinoza se cortó el pie con un machete, le dijo al contratista Tremiño para buscar ayuda médica, pero mas bien este lo regañó y le dijo que tuviera más cuidado, nunca lo llevó al hospital para curarse”, concluyó Espinoza.

Pese a que quisimos conocer de la versión de la empresa para darle balance a la nota, nos indicaron que primero querían ver las publicaciones para luego emitir un criterio, esto mediante su representante legal.

PERIODISTA: Alexander Méndez

CRÉDITOS: Fotos: Mauricio Aguilar

EMAIL: [email protected]

Lunes 21 Octubre, 2019

HORA: 12:00 AM

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