El vaso está medio vacío, también medio lleno

Alternativas

La encuesta de expectativas empresariales para el III trimestre de 2019 de nuevo nos trae resultados negativos. El subtítulo en su publicación en la página web del Instituto de Investigaciones en Ciencias Económicas de la UCR no puede ser más indicativo de las condiciones pesimistas con las que los empresarios ven su actividad productiva en estos meses: “Expectativas empresariales se deterioran en todos los sectores económicos para el tercer trimestre llegando a su nivel más bajo desde el 2010”.

Este resultado se produce casi simultáneamente con la revisión que hizo el BCCR de su Programa Macroeconómico 2019-2020, según la cual el PIB crecerá menos de lo previsto en enero. La disminución de un punto porcentual en el crecimiento del PIB representa que la producción aumentará una tercera parte menos de lo originalmente estimado por el ente monetario, y que la tasa de aumento ahora prevista de 2,2% es la más baja desde 1996 (23 años) con excepción de la caída de la producción en la gran recesión de 2009.

Además preocupa en especial la caída en la inversión pública que se muestra no solo menor a la esperada a inicios de año, sino también menor a la de 2018 que ya había disminuido respecto a 2017. En 2018 cayó un 2,9%, ahora en la revisión del programa de este año el BCCR indica otra disminución de 4,3% y una aún mayor de 6,3% para 2020. Me preocupa porque esta es la única variable directa con la cual puede el gobierno estimular la alicaída producción y generar empleo.

Además el clima social sigue siendo muy convulso. Sé que el gobierno enfrenta dificultades y amenazas por las huelgas, cierres de vías y amenazas a la paz social de estos meses, en que se mezclan reclamos, unos pocos válidos, de educadores, estudiantes, traileros, médicos, pescadores, taxistas. Sé que esas amenazas limitan los grados de libertad y las posibilidades de acción de las autoridades.

Pero no debemos solo ver lo medio vacío que está el vaso. También está medio lleno.

El año pasado íbamos para una seria crisis financiera que hubiera resultado en un mayor empobrecimiento de la población, en todavía más alto desempleo y en mucha peor conflictividad social. Eso se pudo evitar con la adopción de medidas que no había sido posible aprobar en los anteriores 20 años.

Además la fuerza de nuestra institucionalidad, a pesar de su mucha falta de eficiencia y alto costo, nos permite mirar con optimismo el futuro, a pesar de las graves dificultades que en pobreza, desempleo e informalidad hoy vivimos.

Costa Rica ha sabido en el pasado afrontar y resolver situaciones mucho más graves, cuando teníamos menos conocimientos, recursos mucho menores y carecíamos de las posibilidades de que hoy disponemos para ponernos de acuerdo.

Nunca es posible satisfacer a todos. Pero si el gobierno centra sus esfuerzos y escoge unos pocos cambios en la estructura productiva y acelera la inversión pública, puede con buena comunicación a los electores concitar un gran acuerdo social que dé un golpe frontal a las expectativas negativas y permita un cierto nivel de reactivación.

Todos debemos poner de nuestra parte. Ilusionarse en mantener hacia adelante situaciones de privilegio que son insostenibles es un cruel autoengaño. El empobrecimiento relativo por la continuada caída en el crecimiento de la producción (que incluye sectores ya en recesión) o el estallido de una espiral inflacionaria, se encargarían del ajuste que sería mucho más duro.

El vaso está medio lleno y podemos llenarlo, con la solución costarricense (previsoramente unirnos para enfrentar racionalmente los problemas) y con el vigor de las instituciones de nuestro estado de derecho.

Al gobierno corresponde liderar el movimiento. A todos nos toca ayudar en ese esfuerzo.

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Lunes 29 Julio, 2019

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Miguel Ángel Rodriguez