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Opinión

Concepciones de lo nacional en los mensajes presidenciales de Jesús Jiménez Zamora

Guillermo Brenes-Tencio

En el proceso de “invención” o “fabricación” de la nación costarricense, son fundamentales los discursos. Así, por ejemplo, los mensajes presidenciales de don Jesús Jiménez Zamora (quien gobernó en dos ocasiones (1863-1866  y 1868-1870) ofrecen variados ejemplos de textualizaciones retóricas mediante las cuales se inventa o fabrica una imagen de lo nacional. Así, por ejemplo, en 1863, don Jesús Jiménez (Cartago, 1823-1897) atribuía su ascenso al solio presidencial al voto popular de la Nación. Por ende, al asumir el primer poder de la República, don Jesús se comprometía “…a corresponder a tal confianza con una Administración que en nada se aparte de la senda trazada por la Constitución y las leyes”.

Este mismo prohombre cartaginés destacaba, en 1863, el apego del pueblo costarricense al orden y la paz públicos. Luego agregaba con meridiana claridad: “…consagraré gustoso todo el tiempo de mi Administración a promover y llevar a cabo todas aquellas medidas que tiendan al progreso y mejoramiento de nuestra sociedad y a satisfacer sus necesidades y exigencias hasta donde lo permitan las circunstancias y los recursos de que pueda disponer”. Implícitamente, la idea de nación costarricense designaba la unidad social practicante de una ética basada en el trabajo y la paz. Justamente, una invención de tipo nacionalista.

Un año después (1864), el presidente Jiménez Zamora afirmaba: “…la tranquilidad y el orden público se conservan inalterables en toda la República, y bajo la égida de la ley, siempre acatada, todas las clases de la sociedad se entregan a sus faenas ordinarias y disfrutan del bienestar consiguiente al producto de su trabajo”. La ecuación “paz igual progreso” se patentiza, igualmente, en la expresión del presidente Jiménez al Congreso de la República en 1865: “…Al abrigo de las instituciones justas, liberales y progresistas, la paz se conserva inalterable y seguirá arraigándose en los hábitos y costumbres de nuestros pueblos. Consecuencia necesaria es el incremento de la riqueza pública: todos los ramos del servicio han sido puntualmente atendidas, cubiertos nuestros créditos pasivos, casi extinguida la deuda flotante e invertidas cuantiosas sumas en la apertura y mejoramiento de los caminos. A los elementos mencionados se unen otros, propios de la retórica liberal, como la importancia concedida a la instrucción pública y las vías de comunicación”. En este tenor, el discurso inaugural pronunciado por Jiménez, en mayo de 1869, ofrece una clarificación: “…En punto a instrucción, seguiré preparando los elementos que he creído indispensables para plantearla oportunamente en toda la República, de tal modo que corresponda al pensamiento constitucional tan en armonía con las exigencias de la época y con los intereses de la humanidad. Comprendiendo la importancia de las vías de comunicación, me esforzaré en que la Nación dedique una parte considerable de sus rentas a ese objetivo, se empeñe y aun haga sacrificios para asegurarse así su bienestar, riqueza y engrandecimiento”.

Con mucha regularidad, la advocación al imaginario religioso consolidó entre los individuos una base sobre la cual se asentarían los discursos nacionales ulteriormente. De hecho, don Jesús Jiménez Zamora atribuía el contínuum de paz general que vivía la nación costarricense no solo a los esfuerzos humanos, sino también: “…a la Providencia [que] mira con predilección este pequeño pueblo, y que no es sino un señalado favor de ella que se ha salvado de los horrores de la guerra civil”.

En otros discursos, Jiménez insistía en las virtudes pacifistas de los nacionales, la integridad territorial y la neutralidad costarricense ante los encarnizados conflictos que desgarraban al resto de Centroamérica. Así pues, en el mensaje ante el Congreso de la República, en 1866, don Jesús decía lo siguiente: “Tranquila la República en el interior; considerada por las naciones amigas en el exterior y exenta de preocupaciones en cuanto al porvenir, el Gobierno ha podido dedicar su atención a las mejoras que imperiosamente exige el estado del país”.

Otro elemento fundamental que se debe tener en cuenta es que Jesús Jiménez otorgaba un marcado reconocimiento a los costarricenses por su contribución a la vida nacional. Afirmaba, en 1869, que: “Conocedor de la importancia y de las dificultades anexas a la misión que el pueblo me encarga, debe creerse que el aceptarla no me induce otro móvil que el reconocimiento a mis conciudadanos por la confianza que una vez más han hecho en mí y el vivo deseo de contribuir al bien de mi patria, consagrándole mis esfuerzos en los varios ramos de la Administración…”.

Lo esbozado anteriormente indica, de manera general, la importancia del estudio de las definiciones sobre la comunidad política costarricense que subyacen en los discursos presidenciales del Dr. Jesús Jiménez Zamora.

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Miércoles 19 Junio, 2019

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