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Nacionales

“Soy adversario de algunas ideas de los sindicatos”

Carlos Ricardo Benavides, presidente de la Asamblea Legislativa:

Benavides compartió con la familia la designación como presidente del Congreso. En la imagen su hermano Mauricio Astorga, su madre Esther Jiménez, su esposa Juliana Sibaja, su hijo Carlos Andrés, su p

Carlos Ricardo Benavides fue electo el presidente 66 de la Asamblea Legislativa este 1° de mayo. Insiste en que buscará el diálogo y la negociación para hacer que el Congreso avance en proyectos que reconoce polémicos.

No se cree enemigo de los sindicatos, pero sí de algunos de sus líderes y sus ideas. Aduce que acepta esta responsabilidad más allá de su ego y con un espíritu de servir. 

El siguiente es un extracto de la entrevista que concedió a DIARIO EXTRA. 

¿Cuál es su interés para ocupar la presidencia de la Asamblea Legislativa?

-Tengo una vocación constructiva como la que mi partido ha pregonado durante décadas, en el sentido en que el poder es para servir, para hacer cosas positivas a favor de la gente y no para destruir. Creo que el país pasa por un momento complicado y la Asamblea Legislativa también, que es multipartidista, en donde las sumas de varias fuerzas no garantizan el buen tránsito de los proyectos de ley y considero que tengo condiciones que me ayudan a fortalecer una agenda y una actitud constructiva entre los demás miembros del Parlamento. 

¿Cómo visualiza este año en la presidencia legislativa?

Hemos pasado un año de una buena producción y creo que este año donde ya se comienzan a ver fisuras dentro de las fracciones y encontronazos más fuertes entre las distintas fuerzas, se va a requerir un esfuerzo adicional para juntar voluntades y llegar a acuerdos entre en ese montón de partidos que somos muy diferentes y donde hay reclamos fuertes entre unos y otros, pero esas diferencias no deberían impedirnos lograr alcanzar el objetivo final que es el bienestar de la gente.

¿Influye en su aspiración una cuestión de ego, de satisfacción personal?

-Me parece a mí que todos los que estamos en la política aspiramos a tener algún reconocimiento de nuestra labor y de nuestra persona, sería hipócrita que alguien diga que no tiene su corazoncito. En mi caso me parece francamente que he estado en posiciones en las que he tenido una visibilidad determinada y en este caso la tendré, pero no es eso lo que me mueve. La visibilización pública trae reconocimiento, pero también grandes problemas y uno sabe que cuando uno pone su nombre a correr y logra una posición de importancia política, también aparecen riesgos y más gente que lo ve con malos ojos. Puesto en la balanza lo más importante en el fondo es la vocación por servir.

¿Esto es una plataforma para su futuro político?

-No lo creo, yo lo asumo como una gran responsabilidad, como una forma de servirle a la sociedad y tercero como un reto complicado, porque llegar a un cargo no es lo más difícil, sino desempeñarlo bien y aun así uno abre puertas para que le sucedan cosas, que pueden ser positivas o negativas, estas posiciones te hacen más expuesto y eventualmente pueden suceder eventos que generen gran antipatía o problemas a futuro. 

Usted habla de fisuras entre las fracciones. ¿Qué estrategia piensa implementar para que el Parlamento no se estanque?

-Voy a recurrir al diálogo y al constante recordatorio con las distintas fracciones y compañeros de que el respeto es la base de cualquier trabajo constructivo, pienso que por más encarnizados adversarios políticos que podamos ser, no debemos perder el respeto. Y lo otro intentar empujar con la mayor cantidad de trabajo y horas de reunión los acuerdos y que todos obtengamos réditos de la labor de cada uno. Me parece que la lógica de mesa gallega no le conviene a nadie, lo que conviene es una agenda democrática, basada en acuerdos de mayorías, pero que consideren las ideas de todos los miembros del Parlamento.

¿Qué se negoció realmente para que Carlos Ricardo Benavides contara con el apoyo que lo lleva a la presidencia?

-Las negociaciones frente a un 1 de mayo no tienen demasiado misterio, aquí hay básicamente tres aspectos que se ven, uno la valoración de una agenda, que es un punto de arranque y no se sabe a ciencia cierta cuáles de esos proyectos van a terminar siendo leyes, es una declaración de intenciones. Lo segundo es la conformación del Directorio que son 6 puestos, todos con funciones disímiles y ninguno determinante del futuro de los proyectos de ley, sobre lo cual suelen tejerse muchos mitos, porque la conformación de un Directorio no determina cuáles leyes se van a aprobar y cuáles no. Y tercero la conformación de las comisiones legislativas, porque la presidencia es quien determina quién va a cada comisión, pero más allá de eso no hay absolutamente nada, ni siquiera compromisos específicos en algunos aspectos siendo que en las mismas fracciones hay diferencias sobre ciertos temas. 

¿Cómo responde a la posición de José María Villalta, que dice que usted tiene un contubernio con el gobierno y la fracción del PAC?

-Francamente lamento ese tipo de manifestaciones de una persona como José María, al cual respeto y creo que es un hombre muy inteligente. Que lo diga el diputado cuya presidenta del partido está sentada en el gabinete del gobierno PAC es un chiste que se cuenta solo. Todos sabemos que el FA firmó un acuerdo con PAC y con el PUSC para gobernar este país, que incluso se repartieron puestos de gabinete y que eso resultó a doña Patricia Mora como presidenta del Inamu y difícilmente uno podría pensar en un partido más gobiernista que el FA, así que esas manifestaciones me parecen un tanto irrespetuosas, pero también de hacerse ver como oposición de cara a las próximas elecciones.

El presidente legislativo es quien dirige el debate y pierde esa posibilidad de señalar o hacer control político. ¿Eso no le preocupa? 

-Creo que hay un tiempo para todo, para señalar, para criticar, soy un creyente de la importancia del control político, serio y ordenado, con base en estudio y en datos. Y espero que este Parlamento siga haciendo un control político tan fuerte y tan constante como resulte necesario. En el caso de la presidencia nos corresponde generar más equilibrios y ya vendrá el momento en que yo podré hacer un ejercicio de esas competencias, y no me preocupa. 

¿Cree que su fracción ha sido débil desde la oposición y le ha falta fuerza?

-No, para nada, la fracción del PLN ha estado pendiente de los yerros de este gobierno, del anterior, se han señalado con fuerza y en algunas ocasiones no lo que se dice en el Plenario o en una comisión se refleja en los medios de comunicación. Además hay gente interesada a partir de la aprobación del plan fiscal de crear un mito alrededor de esa posición, pero creo que pocas fracciones han sido tan fuertes en el control político como Liberación Nacional, propusimos la comisión investigadora del informe de la Procuraduría sobre Luis Guillermo Solís, impulsamos la investigación del hueco fiscal, solo para mencionar algunas investigaciones, hay gente que quiere obviar eso por cálculos políticos, incluso a lo interno de mi partido. 

El PLN habla de una nueva forma de hacer oposición en beneficio de proyectos país. ¿Cómo se explica eso?

-Bueno, el plan fiscal fue un ejemplo, un acto de coherencia, nosotros teníamos años de pujar por una reforma fiscal. Hubo gente en mi propio partido que querían que nos volviéramos los incoherentes y actuáramos a contrapelo de lo que habíamos pedido, por ejemplo, en el gobierno de doña Laura que era sumamente parecido a lo que se terminó aprobando ahora. Y creo que a la ciudadanía hay que hablarle de forma clara sobre lo actuado, creo que la construcción de acuerdos a favor del país y el sano control político no están divorciados, se pueden hacer las dos cosas.

Este segundo año pinta complicado por varios proyectos de alto impacto como empleo público, eurobonos, el suyo sobre las reglas de las huelgas. ¿Cómo vislumbra su presidencia?

-Me veo como un conductor del debate y un animador de acuerdos. El presidente de la Asamblea no determina lo que se vota o no en el Plenario, pero sí puede ayudar a construir acuerdos y que las cosas fluyan de una forma más apacible.

¿Y puede influir a favor de un proyecto?

-Me parece que tiene condiciones para mejorar los tiempos, para abrir posibilidades de diálogo más que para hacer cambios de fondo, pero sí me parece que en cuanto a la agenda no hay un año fácil, porque decir que este segundo año será difícil por proyectos de ley complicados o polémicos, pero ahora son estos, en el 2021 serán otros y en el 2022 otros polémicos, porque la política está llena de desafíos. Si uno lo que quiere es una agenda política llena de confites mejor se va para la casa, aquí venimos a resolver temas complicados y Costa Rica no puede creer que puede ir paseando por la historia sin resolver asuntos de importancia nacional y que determinan el futuro de las generaciones por venir.

¿Es enemigo de los sindicados?

-No, para nada, simplemente no coincido con algunas de las cosas que ellos han planteado. Creo que son grupos de poder, algunos muy poderosos económicamente, tanto más que un partido político y que han querido llevar adelante su agenda política y lo han logrado a veces y en otras ocasiones no. En medio de eso podemos tener diferencias, pero también coincidencias y no me siento un enemigo institucional, me siento un adversario de algunas de las ideas que han promovido, por ejemplo han habido malos líderes de un movimiento que históricamente ha sido noble, pero que han promovido acciones violentas, bloqueos o la generación de prebendas por encima de las grandes mayorías y en esa materia tenemos grandes diferencias, pero reafirmo la importancia del sindicalismo como movimiento en favor de los derechos de los trabajadores y como una institución que debe existir en un país democrático.

¿Buscaría desde la presidencia excluir el impuesto a las cooperativas, pero sí cobrarles a las zonas francas?

-No tengo la menor idea, hubo un compromiso para gravar las zonas francas y cooperativas y hacer una reforma en el tema del enganche médico. Yo firmé los tres compromisos y creo que la Asamblea está obligada moralmente a hacer reformas en esos tres campos, cuán intensas es un tema que hay que ver, pero mal haríamos si no se hace nada. 

¿Qué más hace falta para que un gran sector de la ciudadanía deje de tachar a los diputados y los políticos en general como vagos, corruptos?

-El primer año legislativo abonó en positivo y lo que hace falta es constancia para generar el cambio de imagen de una institución que durante años se ha visto con rasgos negativos; no basta un año, hay que hacerlo por más tiempo. Pero en general se trata de la cultura política del país, que si sigue creyendo que sacando el ojo al adversario va en mi provecho político, vamos mal. Creo que nuestra cultura política debería dirigirse a censurar los intentos por generar provecho con tesis populistas o posiciones de adversario destructivo, ese tipo de cosas deberían cambiar y nos iría mejor ante la gente.

¿Su agenda personal podría complicarse aún más ahora que es presidente del Congreso?

-Espero que no, aquí se trabaja muchas horas, pero yo amo ver a mi familia y llegar en las noches a ver a mi hijo y cenar con mi esposa; los fines de semana ver a mi papá, a mi mamá y otras personas muy queridas y espero que eso no cambie, ese espacio familiar, íntimo, para ver a las personas cercanas a los amigos, jamás debe abandonarse porque genera un equilibrio necesario para caminar en un espacio tan complicado como la política. 

¿Cuál fue el último libro que leyó?

-Ahora estoy releyendo un libro que amo, que es “El amor en los tiempos del cólera”, de Gabriel García Márquez, realmente me gusta mucho cuando quiero distraerme regresar a las sensaciones que me generan algunos libros y ese es uno de ellos.

¿Qué copiaría y qué no de la gestión de Carolina Hidalgo?

-Copiaría su paciencia y su equilibrio emocional, que creo que lo tuvo en momentos muy difíciles y nada más. No tengo nada negativo que pueda exponer.

PERIODISTA: Bharley Quirós Navarro

CRÉDITOS: Foto: Herbert Arley

EMAIL: [email protected]

Jueves 02 Mayo, 2019

HORA: 12:00 AM

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