Un mundo en transición
José Calvo - Según creo / Página Abierta
Solo hay una manera de que los pobres puedan llegar a tener riqueza: distribuyéndola. La manera que proponen los ricos: produciendo más, no funciona, porque la enajenan los mismos ricos, y además porque choca con el límite ambiental.
La discusión en las páginas de La Nación no funciona porque como dice esta misma, “una persona que se gana l5 millones por mes no es de clase media”. Se trata, así como dice el mismo don Fernando Cruz, de un debate descarrilado. Quién me está defendiendo a mí, por un lado uno de los herederos de las tercerillas, y por el otro, uno que se gana l5 millones mensuales, y que alega que es de la clase media.
Lo que pasa es que al verdadero pueblo no lo defiende ni el Chapulín Colorado; el pleito está entre ellos: los que quieren que primero se haga la riqueza que vamos a distribuir.
¿Quién me defiende a mí con mi modesta pensión en este pleito de grandes?
Y así es en todo el mundo. Así es también en los Estados Unidos, desde que a Trump solo le interesa bajarles el impuesto a los ricos y ofrece a cambio acabar con el libre comercio de Clinton y Obama.
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El mundo entero está en una fase de transición en que los pobres no tienen nada que ver, porque al “funcionariado”, palabra que ha acuñado el profesor Vicenç Navarro, de la Universidad de Cataluña y John Hopkins. Una fase de transición que ha dado una contribución muy importante para designar a un porcentaje muy grande de la población, que constituye en el mundo la clase media, la mayoría de la cual está reducida a la miseria, y toda la cual colabora para que una minoría goce de privilegios, como el presidente de nuestro máximo tribunal, que se gana unos 6 millones por mes, y alega ser de la clase media.
Estas son las cosas que defiende el funcionariado, porque cree que afectan sus privilegios y no se da cuenta de que defendiéndolas se hace vulnerable a los justificables ataques de los ricos, que no quieren que se toque su buchaca.
Pero esa defensa contribuye a que el mundo se esté torciendo a la derecha con ayuda de la izquierda. Sin embargo, yo no veo ese desarrollo como final. Yo veo una reacción de la izquierda cuando se haya completado la desilusión con la derecha. Entonces la derecha va a ser barrida, y tendrá todos los inconvenientes de una barrida, pero así es como marcha la humanidad: no marcha en una línea recta, sino en una sinuosa.
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En Brasil, donde el congreso, presidido por un corrupto, destituyó a la presidenta del país, del Partido de los Trabajadores, por corrupción, está preso Lula da Silva: la esperanza de los trabajadores. Y han elegido a uno de la extrema derecha como presidente. Pero yo tengo para mí que la izquierda recuperará el poder cuando la derecha demuestre que la corrupción no pertenece a ningún partido, sino que es endémica; o más bien, epidémica, y afectará también a la derecha. Entonces recuperará el poder la izquierda, si es que se siguen respetando las elecciones.
