CONSULTA: Soy un hombre casado de 57 años. Yo me divorcié hace cinco años y conocí a una muchacha joven de 32 años con quien me casé hace dos años. Todo iba más o menos bien, pero hace cuatro meses me hicieron una biopsia y me detectaron un cáncer gástrico. Ella estuvo conmigo en todo lo que fue la cirugía, pero ahora que me recuperé me pidió el divorcio y se fue de la casa. He leído que esto pasa cada rato y me parece increíble que la gente reaccione así.
RESPUESTA: La experiencia clínica nos señala que las enfermedades serias suelen representar un verdadero impacto que afecta tanto al paciente enfermo y a la pareja como a la familia. Una vez recibida la noticia se abre un abanico de opciones en la conducta de cada uno de ellos. Por lo general, tanto la pareja como la familia se muestran solidarios, colaboradores y se convierten en verdaderos aliados en la lucha que se debe librar en aras de la salud.
Claro está, también están aquellos que ante la noticia evaden sus responsabilidades y hasta son capaces de alejarse por completo. Desde luego el golpe es mayor cuando se trata de la pareja. A veces esta se marcha ante la primera noticia, otras veces a lo largo del tratamiento y en algunos casos, por consideración, se espera a que concluyan los tratamientos.
En todo proceso canceroso siempre es recomendable el abordaje psicológico destinado a ayudar al paciente a superar la enfermedad y, en estos casos, además, para manejar de mejor manera la separación y para que pueda reanudar su vida tanto en el plano social, laboral como vivencial y lograr una estabilidad en el área emocional y sexual. Esto se lleva su tiempo, pero la mayoría de los pacientes logran un nuevo vínculo sentimental.
