Jueves 28, Marzo 2024

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° San José, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Alajuela, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Cartago, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Heredia, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Limón, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Guanacaste, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Puntarenas, CR

Sucesos

Abogado grita ladrones y degenerados a jueces

Les dijo comprados en proceso donde se disputan tierras en Guanacaste

  • Frank Paniagua Mendoza, abogado

  • La madre del abogado trata de calmarlo

  • Paniagua Mendoza sale de su cubículo y encara a los jueces

  • Un agente de seguridad de los tribunales intenta apaciguar los ánimos

Un hecho casi nunca visto se registró en una de las salas del Tribunal de Apelaciones en Goicoechea, donde un abogado ofendió e hizo manifestaciones ofensivas contra el juez del tribunal de Apelaciones que presidía el debate.

Los encargados de impartir justicia resolvían sobre la titularidad de tierras en el Golfo de Papagayo, Guanacaste, donde se encontraba la reconocida Hacienda Palmares, que fuera propiedad de Manuel Paniagua Rodríguez y su esposa Alba Mendoza.

Esa disputa se mantiene desde la década de 1970, cuando el matrimonio pierde el derecho de las propiedades tras un negocio del que aún no se tiene mucha claridad por la gran cantidad de versiones que existen.

Durante la audiencia, el licenciado Frank Paniagua Mendoza se enfureció y la emprendió contra el presidente del tribunal, Carlos Espinoza Salas, quien en todo momento mantuvo la calma, al mismo tiempo que hizo graves señalamientos contra Rodolfo Jiménez Borbón, uno de los mayores accionistas del diario La Nación, así como contra miembros de su familia.

Espinoza abrió una etapa de réplica, donde le dieron la palabra a Paniagua durante cinco minutos, quien agradeció y dijo tener tres réplicas y pidió 15 minutos, a lo que el juez le manifestó que durante el transcurso de la declaración valorarían el tiempo que le iban a dar.

“He venido a pedir justicia a los tribunales. (Mi mamá) no anda dando vueltas por todas las jurisdicciones y se viene a enfrentar este papelucho (documento) vulgar y asqueroso emitido por Henry Wong (funcionario del Instituto Costarricense de Turismo), a quien se le pide al Estado para que vaya a la cárcel.

Ustedes (jueces y resto de las partes) hacen uso del papelucho porque saben que viniendo a un Contencioso Administrativo se pueden asegurar los beneficios producto de que el Tribunal y la Fiscalía están absolutamente comprados por Jiménez de la Guardia, Rodolfo Jiménez Borbón (dueños de Costa Rica), y está la denuncia penal”, aseguró.

El juez Espinoza interrumpe las aseveraciones de Paniagua alegando que están fuera de lugar, por lo que el tribunal se retiró para resolver lo correspondiente.

 

JUECES SE VAN

 

Mientras los jueces juntaban los documentos, Paniagua dijo tener una demanda por estafa procesal, mientras señalaba un documento, y el presidente del tribunal fijaba la hora de la sentencia del caso que los ocupaba.

Paniagua preguntó si le iban a dar réplica, mientras que Espinoza decía que se iban a deliberar, lo que le causó furia al abogado, quien volvió a hacer aseveraciones aún más delicadas.

“Están ustedes (jueces) también comprados, degenerados, qué hijos de puta, ladrones. Van a ver lo que les va a pasar a todos ustedes, sucios, delincuentes organizados. Ese hijueputa pone el culo y se lo pateo. Esto es una cueva de ladrones, sinvergüenzas”, despotricó. 

Mientras decía eso encaró a los jueces y se devolvió a recoger sus documentos, un oficial de la seguridad interna de los tribunales intentaba calmarlo, pero también lo encaró. En ese momento otras personas abrían las puertas de par en par para que abandonara la sala, que fue tomada por más agentes de seguridad. 

DIARIO EXTRA conversó con el juez Espinoza, quien tiene más de 16 años ejerciendo, y aseguró que hoy se referirá a lo acontecido.

“Nunca me había enfrentado a algo similar y para que no me cuestionen de que adelanté criterio, ya que estamos dictando resoluciones, prefiero recibirlo mañana (hoy) para contarle lo sucedido en un hecho que ha circulado públicamente”, declaró.

 

LA HISTORIA DE LA DISPUTA

 

Manuel Rodríguez Paniagua fue uno de los hombres más adinerados de Guanacaste entre los años 50 y 70 hasta su muerte, por su prominente negocio de venta de ganado fino y adquisición de extensas propiedades en la zona costera donde hoy operan lujosos hoteles y está la famosa Marina del Golfo.

En aquel lugar solía recibir visitas muy especiales. Según una publicación de El Independiente, una de ellas fue el expresidente Daniel Oduber (en ese momento aspirante a mandatario), la cual les cambiaría la vida por completo.

“La visita de políticos de la época era común en la casa de mis abuelos. Allí se gestó una amistad de mi padre con algunos representantes del antiguo Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales que daría origen al Partido Liberación Nacional.

No le fue extraña la visita que le hiciera a mi padre en su Hacienda Palmares en 1964 el gran líder carismático, solicitándole ayuda para sus campañas políticas, pues ya destacaba como político, un futuro diputado y hasta un próximo presidente de la República”, revela el abogado Frank Paniagua en el portal web, como parte de uno de sus libros sobre la historia.

El mismo político, según su relato, a inicios de 1973 “le presentó a mi padre a un supuesto inversionista, dado que para esa época ya se hablaba de un megaproyecto turístico que financiaría el Banco Centroamericano de Integración Económica en Guanacaste. 

Este supuesto inversionista habría comprado algunos terrenos a algunos campesinos de las zonas aledañas a Bahía Culebra. Le haría una oferta de compra a mi padre de la hacienda y aquí comenzó la tragedia de mi familia, dada la poca malicia de mis padres ante rufianes de gran estirpe, como resultó ser este hombre. Los de “cuello blanco” no habían sido etiquetados en aquella época, pero su naturaleza siniestra es ancestral”.

La operación de compra empezó a avanzar, pero según cuenta el abogado, cuando su padre fue a la capital para cerrar el negocio las cosas empezaron a ponerse feas.

“Le hace una oferta muy significativa por las 834 hectáreas de la finca, pero solo compra veinte hectáreas de ella. Además le indica que le venda 50 reses. Mi padre le dice que sí, pero que debe pagar todo el monto de la compra, pues el ganado estaba comprometido en prenda ganadera con la Junta de Crédito del Banco Nacional de Costa Rica. Fue citado a San José para firmar las formalizaciones de venta de parte del inmueble y del ganado en la oficina del abogado del oferente”, escribió en el libro.

Según cuenta el protagonista del zafarrancho de este martes, ahí fue donde se gestaba la estafa que hoy lucha por sostener ante la justicia.

“Estando en San José, el famoso inversionista no llegó, sino que lo hizo un tercero, quien dijo ser su apoderado, pues el comprador estaba fuera del país. Una vez firmada la escritura, el hombre de apellido extranjero latino y con cédula ocho (cédula que se les asigna a todos los que supuestamente nacieron en Costa Rica, pero que no fueron reportados inmediatamente al Registro Civil) le dijo a mi padre que fueran al banco. 

A la salida del bufete lo emboscaron, le pusieron un arma en la cabeza y lo amenazaron de muerte si pronunciaba su nombre a cualquier persona, amenaza que se extendería a mi madre, mis hermanos y a mí. 

Mi padre regresó sin ningún centavo producto de la venta del ganado y parte de la hacienda. No pudo explicar por qué razón fuera de la casa, días después de haber llegado el inversionista por el ganado, se encontraba un agente del Banco Nacional a realizar una inspección furtiva, sin aviso previo, y él no tenía el ganado; pues el señor inversionista apareció y ya se había marchado con las reses en varios camiones. Mi madre supo que algo muy, pero muy malo le había pasado a mi padre en San José, pues evadía preguntas y se mostraba taciturno”, cita en su libro.

El abogado describe cómo las autoridades de entonces montaron una cacería contra su padre, a quien finalmente terminaron arrestando a petición de su esposa.

“Se había escondido en una caverna y no lo encontraron. Los operativos de búsqueda llevarían días. Finalmente mi madre le escribe una carta suplicándole que se entregara, pues los policías ya hablaban de capturarlo vivo o muerto. El peón de nuestra mayor confianza le llevaba alimentos a su guarida y finalmente la carta le fue entregada.

Mi padre se entregó voluntariamente en el Cuartel de Liberia; en el autobús que lo transportó a la Ciudad Blanca un policía lo reconoció y le dijo que lo acompañara. Mi papá le explicó que iba a entregarse solo y que no tratara de detenerlo por la fuerza, pues era innecesario. Tiempo después, cuando ya no era polvo sino barro, llegaron unas personas uniformadas a visitar la casa. Habíamos quedado solos. Mi madre inmediatamente daría una orden a los empleados: llenar un tráiler con algunas cosas personales, algunos cerdos y gallinas. Saldríamos de allí esa misma tarde lluviosa”, narra Paniagua.

Paniagua Rodríguez murió en 1978 y según cuenta su esposa en ese mismo medio digital, desde entonces se da la operación para sacarlos de la hacienda que poseyeron por años.

PERIODISTA:

EMAIL:

Miércoles 23 Enero, 2019

HORA: 12:00 AM

Enviar noticia por correo electrónico

SIGUIENTE NOTICIA