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Opinión

Que no sea flor de un día

Editorial

Ver en la nueva lista del señor Gustavo Matosas nombres como el del portero Kevin Chamorro, del zaguero Pablo Arboine, del volante José Alfaro, del también mediocampista Ronaldo Araya, del atacante Jean Scott y de Marco Madrigal en verdad que agrada.

A su cargo tiene una selección, combinado donde deben aparecer los mejores hombres de nuestro balompié. Si nos vamos a los mejores por sí solo, quizá pueden hacer falta algunos nombres, pero bien sabemos que la idea es proyectarse a futuro. 

Tenemos ante nuestros ojos a una selección fresca, con integrantes legionarios y de los equipos de mayor tradición. 

Pero también tienen presencia Carmelita, Santos, Guadalupe y San Carlos. Para los que hablaban de argolla y que otrora no se veía más que los juegos en el Valle Central, eso cambió. 

Con un país como el nuestro, con distancias cortas y la idiosincrasia del tico, fue imperdonable que un seleccionador prefiriera ver desde la sala de su casa los juegos y no estar ahí, pisando la grama, hablando con el pupilo, tuteándose con la dirigencia, viviendo en la propia esfera del convocado. 

A Matosas nadie le pasó papelitos, esta vez no hubo recomendaciones, in situ fue testigo presencial de la leche que dan los que hoy convoca para retar a los hijos del Tío Sam. 

“Albricias Álvar Fáñez”, dijo El Campeador, vamos bien. No ocupamos seguir cargando el camerino de jugadores que aparezcan solo por su nombre o color de camiseta de su oncena, sino a verdaderos guerreros que apuestan sangre, sudor y lágrimas por la Tricolor. 

Ver figuras de Cartaginés igual ilusiona, pues se les mide por su rendimiento, más allá que no llegue el título que la siempre fiel afición cartaga anhela. 

Lo que hace el timonel, el responsable mayor de la barca de azul, blanco y rojo, no es más que un compromiso a los cuatro vientos. Lo que debemos exigir desde la grada, los medios de comunicación, los clubes, desde todos los flancos, es que esta forma de trabajar se mantenga. Que los vientos que generan los imponderables del fútbol no hagan al entrenador cambiar de rumbo, dar un golpe de timón y decantarse por los mismos de siempre. Estamos en una etapa de cambios en todo sentido y la Sele no se escapa de eso. Es el inicio oficial y a este grupo se le irán uniendo otros nombres. 

Esta vez no hablamos de Keylor Navas en el arco, de Pipo González en la defensa, de Celso Borges en la medular o de Bryan Ruiz como ariete. Ya vendrá el momento de incorporarlos. 

Esta lista repercute, cual sismo con alto puntaje en la escala Richter. Ya cada quien en su club lo dice a lo interno, al verse al espejo “si lo llamaron a él por qué no buscar yo mi lugar”.

Mucho se ha venido diciendo meses atrás que es borrón y cuenta nueva, que la visión era amplia y que todos los esforzados tendrían su oportunidad. Pues así lo es. La propuesta no se quedó en el aire. Lo bonito que habló Matosas en las cientos de entrevistas que concedió lo plasmó en blanco y negro. 

Vuelve la ilusión, porque sabemos que tenemos material humano para llegar a la meta, porque no somos nuevos en llenar la alforja de propósitos, echarla al hombro y empezar a volar pala en la eliminatoria.  

Nada vendrá regalado y cuando se pierda la dirección ahí estaremos, para puyar, para enderezar el recorrido, para que la carreta no se pegue. 

Por ahora el corazón de más de 5 millones de ticos vibra en el de 23. Ustedes tienen la palabra, pónganse los tacos y a darle duro, que es por la tierra que nos vio nacer.

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Sábado 19 Enero, 2019

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