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Opinión

La paz se construye

Editorial

La paz se construye, pero debe mantenerse, esa es la premisa. 

La paz puede perderse en un abrir y cerrar de ojos, ese es un riego latente. 

¿Qué es la paz?

La palabra paz proviene del latín pax (pacis), significa “acuerdo, pacto”. Es un estado de tranquilidad o quietud. 

Hay varios significados de este término, el primero y más amplio es referido a la ausencia de guerra, a todo aquello vinculado o relacionado con los conflictos violentos entre Estados o internos.

Un segundo concepto hace alusión al nivel individual y social, la paz es el estado ideal al que puede aspirar un ser humano y una sociedad. El ideal es una situación de   equilibrio y armonía del individuo; es en realidad la ausencia de conflictos y luchas. Pero está claro que la paz debe construirse. 

Justamente ayer se conmemoró el Día Mundial de la Paz y la verdad una gran mayoría de personas le resta importancia a esta fecha, muchos no entienden el sentido más profundo de esa condición de tranquilidad y otros tampoco la valoran como una forma de vida idónea. 

Vivir en paz es un privilegio, en este país los ciudadanos tenemos una cultura muy extensa en el tema, nos distinguimos en el resto del mundo por ser “pura vida”, pero además por no poseer fuerzas armadas, eso es mucho decir. 

Estamos ciertamente acostumbrados a vivir sin conflictos de tipo político y hace más de seis décadas no conocemos, gracias a Dios, el estallido de un cañón o el sonido de un proyectil percutido. 

Podemos salir de nuestros hogares, no conocemos un toque de queda, ni los desfiles de hombres y mujeres al compás de marchas militares, eso es paz, de alguna forma es también estabilidad. 

En un mundo convulso, donde la violencia aumenta a pasos agigantados y las guerras se cobran millones de vidas, Costa Rica da la posibilidad a sus habitantes de no tener que enlistarse obligatoriamente a un cuerpo armado, de elegir el diálogo a las armas, a la confrontación. 

Ryoichi Sasakawa, un conocido político y filántropo japonés nacido el 4 de mayo de 1899 en Osaka, dijo en una de sus visitas a Costa Rica: “Dichosa la madre costarricense que sabe que su hijo al nacer jamás será soldado”.

Pero no se trata únicamente de no tener milicia. Los últimos meses Costa Rica ha venido enfrentando episodios de violencia social muy fuertes que van más allá del crimen organizado o de la delincuencia común y de las batallas que libramos todos los días en las carreteras por nuestra imprudencia. 

Los ticos hemos dado muestras muy tristes desde la campaña electoral, para mencionar hechos recientes, del potencial de violencia verbal, física y hasta psicológica, que se han generado a partir de temas polémicos referentes a las poblaciones LGTBI, cuando se habla de aborto, ideologías políticas e incluso de credos religiosos. Esos episodios nos han hecho perder la paz nacional, familiar y hasta personal. 

Hace tan solo un par de meses se repitió el episodio con acciones xenofóbicas nunca antes vistas, que llevaron a grupos a enfrentarse aduciendo temas de nacionalidad. Se dijeron y se hicieron cosas que no son propias de los ticos o que al menos se habían tratado de contener durante años. 

En estas dos últimas semanas de nuevo nos enfrascamos en un conflicto, la huelga nacional, hay que ver la cantidad de insultos y manifestaciones soeces que hemos sido capaces de propalar. El país está en una crisis fiscal y social que poco remediamos con violencia, pero estamos ciegos, somos hipócritas también y hemos perdido la paz, nos sentimos inquietos, molestos en exceso, perturbados. 

Pero en medio de estas circunstancias debemos mantener la armonía. Que es difícil, pues sí, pero no podemos darnos el lujo de avanzar en la violencia. Todos tenemos que aportar granitos de arena para seguir disfrutando de derechos y libertades; la independencia, la soberanía y la tranquilidad social, pues, así como se forjan también se pierden. 

Bien lo dijo el expresidente uruguayo Julio María Sanguinetti: “Donde haya un costarricense, esté donde esté, hay libertad”, pero debemos mantener las condiciones de respeto, solidaridad, tolerancia y amor, de lo contario estamos cavando nuestra propia tumba. 

La exprimera dama de los Estados Unidos, Eleanor Roosevelt dijo unas palabras acertadas, “no basta con hablar de paz. Uno debe creer en ella y trabajar para conseguirla” y en Costa Rica hablamos de paz con frecuencia, pero no así es el trabajo diario por mantenerla, estamos cayendo presas del odio, la intolerancia, el egoísmo. 

Meditemos, repensemos, analicemos esta situación, en aras de mantener los más preciado que por años hemos tenido y nos ha distinguido.

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Sábado 22 Septiembre, 2018

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