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Opinión

Graves errores en educación pública

Miguel Ángel Rodriguez

La educación pública es nuestro mejor instrumento para la justicia social y para la eficiencia económica. 

Por eso el pasado 7 de mayo me atreví a dirigir a las nuevas autoridades del Ejecutivo y del Legislativo mi columna “La educación es el mejor instrumento para nuestro progreso”.

En su discurso inaugural el Sr. presidente Carlos Alvarado indicó: “Queremos un país que abra oportunidades a todas las personas desde la educación. Que brinda a los estudiantes una infraestructura adecuada, unos contenidos atractivos y de calidad que les enseñan a aprender continuamente y a adaptarse, y que les prepara para la vida y para su futuro laboral, una oferta educativa ajustada a su entorno, acceso a la tecnología, acciones para disminuir la exclusión y educadores bien capacitados, con buenas condiciones y motivados”.

A pesar de tan auspicioso inicio, con dolor debo indicar que -en mi concepto- en este campo el Poder Ejecutivo parece haber errado radicalmente su camino.

Para empezar el Sr. Ministro de Educación -a pesar de los graves faltantes en infraestructura escolar- decide transferir 15.000 millones de colones de recursos dedicados a la enseñanza preescolar, primaria y secundaria al Fondo Especial para la Educación Superior. Lo anterior ocasionó la protesta de la Defensoría Pública. A mí me hizo recordar los serios errores cometidos en los años 80, cuando frente a la grave crisis fiscal se redujo sustancialmente el gasto en educación básica que favorece en mayor medida a las familias más pobres, mientras se incrementaron significativamente los destinados a las universidades públicas. Así de 1980 a 1990 la matrícula en universidades públicas creció un 18% mientras en educación secundaria bajó un 11,2%, Así en una década disminuyó en 19.454 el número de estudiantes de educación media. Ese hecho ocasionó un costo en términos de desigualdad y pobreza que aún estamos pagando.

En segundo lugar, me preocupa la transformación del bachillerato si la consecuencia es eliminar el incentivo para estudiar, aprender y pasar la prueba para poder ir a educación terciaria. Es muy laudable adaptar el examen de bachillerato para que se demuestren las habilidades literarias, numerarias y científicas, en las cuales no estamos bien según lo demuestran los pobres y decrecientes resultados en las pruebas PISA. Pero otro es el caso si se le elimina importancia al bachillerato, so pretexto de equiparar la cancha de acuerdo con las facilidades del hogar y del entorno de cada estudiante. Lo conveniente es prestar ayuda adicional a los estudiantes con menores facilidades para que las superen, y no simplemente eliminarles la prueba. Con lo primero se les prepara para que progresen con mayores habilidades, con lo segundo se les mantiene con su desventaja.

El tercer y más grave desacierto es la declaración del ministro Mora de que no considera necesario aplicar pruebas de comprobación de conocimientos en los docentes. Sin asegurar que los maestros tengan adecuados conocimientos es vano pretender que los alumnos puedan aprenderlos.

El informe Profesores Excelentes. producido para el Banco Mundial por Barbara Bruns y Javier Luque, con base en evidencia empírica de 7 países de América Latina, concluye que la calidad de los docentes es el principal obstáculo que impide el avance educativo de la región.

Se puede capacitar a los maestros para que sean excelentes, pero ello obliga a contratar a quienes tienen los conocimientos requeridos, a entrenarlos en el ejercicio del arte de enseñar, y a evaluar lo que ocurre en la clase, para poder superar deficiencias.

No basta con cambiar la forma de preparar los nuevos docentes y capacitar a los que están en servicio de una manera práctica para que dominen el arte de ser profesores excelentes. Se requiere, además, como ocurre en la adquisición de habilidades y en el desarrollo de capacidades deportivas, entrenamiento, supervisión y evaluación constante, no solo sobre los resultados, sino sobre la conducción de las clases.

Los estudios de John Hattie de la Universidad de Melbourne, basados en más de 65.000 investigaciones que cubren más de 200 millones de alumnos, señalan que las 20 medidas más importantes para aumentar el éxito de la enseñanza dependen de lo que el docente haga en clase.

Y claro, repito, se debe empezar por contratar a personas con los conocimientos de lo que van a enseñar. No enseña matemáticas quien no puede pasar el examen de bachillerato en esa materia, ni enseña inglés quien no lo puede hablar.

En 2010 la Dirección de Gestión y Evaluación de la Calidad realizó una prueba que abarcó al 83% de los docentes de matemáticas de educación pública secundaria. Solo un 2,5% de ellos no tenían estudios en la enseñanza de las matemáticas y un 87% tenían al menos grado universitario de profesor de secundaria. Pues bien, solo la mitad de los docentes evaluados mostraron dominio de los conocimientos estipulados en el programa vigente.

Los pobres resultados no se dan por falta de recursos. De 2006 a 2015 el gasto en educación se incrementó en 3,4 puntos del PIB, lo que principalmente se invirtió en mejoras salariales para los educadores.

Por eso hace algunos años señalé con júbilo la resolución de la Sala Constitucional 12-007163 del 29 de mayo de 2012, que estableció: “Se ordena …(al) Director General de Servicio Civil…que de inmediato proceda a realizar los estudios requeridos a fin de que en un plazo de un año contado a partir de la comunicación de esta sentencia, en los procedimientos de selección de personal a cargo de esa dependencia, se evalúen aspectos relacionados con el razonamiento verbal, numérico o abstracto, así como conocimientos científicos atinentes al ámbito profesional objeto del concurso respectivo”. 

Posteriormente se dio la resolución 2013-015697 que aclaró que la disposición anterior cubría a los docentes, y amplió el plazo para su ejecución a siete años y seis meses que se cumple el 4 de junio de 2021.

Y mientras tanto se siguen contratando docentes sin garantizar que posean los conocimientos de lo que van a enseñar.

Comparaciones internacionales y estudios indican que las condiciones de los docentes (conocimientos, incentivos y prestigio) son la causa más importante de la calidad educativa. Este es un tema difícil. No se trata de buscar culpables. Si no todos los docentes son competentes eso es falla de la sociedad, de todos nosotros, que no hemos sabido seleccionarlos, apoyarlos en el desarrollo inicial del arte de enseñar, evaluarlos y capacitarlos. Analizar estos temas no debe ser visto como descalificación ni enjuiciamiento de los docentes.

Pero es una tarea urgente, la más importante del Ministerio de Educación. Debería empezar a aplicarse ya el mandato de la Sala Constitucional en aquellos campos en que ya se cuente con los exámenes para hacerlo, y utilizar la tecnología de la infocomunicación para suplementar las clases de los actuales profesores.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

EMAIL: [email protected]

Lunes 30 Julio, 2018

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Miguel Ángel Rodriguez

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