Los románticos de todos los tiempos le han restado importancia al dinero, proclamando que “el amor todo lo puede”, y que “si hay amor lo demás está demás”. Por el contrario, los mundanos vociferan a los cuatro vientos que “no hay amor con hambre” y hasta dicen que “billetera mata a galán”.
Desde el punto de vista científico, ambas afirmaciones resultan maniqueístas, en el sentido que, si bien es cierto, el dinero es muy importante en el cada día de las parejas, también es cierto que no es un factor decisivo. Es decir, el dinero como muchas otras cosas, es un complemento en la vida de pareja, pero nunca puede ser el motivo por el que se crea un vínculo, no puede tener un papel estelar ni muchos menos ser la base de la relación.
Las personas que se casan por conveniencia, a lo mejor están haciendo un gran negocio, pero solamente eso, un negocio, y como tal no pueden pretender que la relación sea gratificante, auténtica y sólida. El cariño verdadero, el amor genuino, la plenitud afectiva no germina en las relaciones por interés. Y en estos vínculos siempre se genera un vacío emocional, que se hace evidente en el cada día. Recordemos que cuando hay amor se nota, y cuando no hay amor, se nota más.
En el otro extremo están aquellas parejas que descuidan el factor económico, que rigen su vida bajo la premisa que el dinero no es importante, que con el amor es más que suficiente para llevar una vida buena. Viven al día y a veces al lidiar con los gastos cotidianos tienen que estirar el dinero para que alcance.
Muchas parejas asumen compromisos económicos sin tener el respaldo monetario, compran cosas innecesarias que ponen en peligro los recursos para lo indispensable. Se dan lujos como adquirir el mejor celular, vestir marcas, ostentar modas, que en poco tiempo les condiciona penurias económicas. Conviven abrumados por las deudas y con toda la ansiedad, tensión y preocupación que estas conllevan.
No se crea que esto solo les sucede a las personas que tienen bajos ingresos. No, son muchas las parejas que gastan más de lo que ganan aun teniendo trabajos bien remunerados. Parejas que el día de pago hacen óleo con el dinero, y al final de mes no les alcanza y recurren a la ya atiborrada tarjeta de crédito. Tarjeta que luego los castiga con altos intereses que los zambulle aún más en el problema monetario.
Este tipo de apremio económico satina la relación de un manto de incertidumbre que le resta estabilidad a la pareja. Son más frecuentes los problemas y enfrentamientos cuando pasamos necesidades, la ansiedad por no tener con que pagar las deudas indispone, quita el deseo sexual, y amarga la existencia.
Si no se aprende a manejar el dinero, estas parejas con frecuencia terminan separándose aun cuando se profesen un enorme cariño. Independientemente de si ganamos mucho o poco, debemos aprender a vivir de lo que ganamos y no de lo que nos endeudamos.
Al margen de mundanos y románticos, la ciencia es clara en señalar que las parejas deben aprender a manejar el dinero, a ser cautelosos, a tener una reserva que los proteja de las adversidades repentinas y que nunca el dinero sea lo que una a la pareja y muchos menos lo que los separe.
PERIODISTA:
CRÉDITOS: Dr. Mauro Fernández
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Lunes 16 Julio, 2018
HORA: 12:00 AM
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