La semana anterior, DIARIO EXTRA dio a conocer información de las autoridades del Instituto contra las Drogas (ICD), respaldada por la Policía Penitenciaria del país, que consignaba un mercado de consumo de estupefacientes en las cárceles en el rango de los ¢3.100 millones y, con las incautaciones registradas en estos días, las autoridades se dan cuenta de que no hay límites para quienes siguen abasteciendo la cotizada plaza de narcotráfico tras las rejas.
La Policía Penitenciaria compartió valiosos datos sobre los abordajes y trabajo de inteligencia que han permitido identificar un método de los narcotraficantes, quienes se valen de privados de libertad para usarlos como burros durante visitas médicas al Hospital de Alajuela, adonde recibe atención la población penitenciaria de los centros carcelarios instalados en San Rafael de Alajuela.
El último caso que se pudo detectar permitió el decomiso de un kilo de marihuana y 87 gramos de cocaína que llevaba en el cuerpo un reo, quien horas antes pidió traslado para recibir atención médica.
Según detallaron las autoridades, en el hospital, el privado solicitó ir al baño y en ese aposento tuvo acceso a la droga que adhirió a su cuerpo y se metió en el ano.
“Esta incautación se le hizo a un reo que fue atendido en el Hospital de Alajuela y que manifestó en la cárcel que se sentía mal y, de inmediato, con custodia policial, se trasladó al centro médico. Pero ya estábamos sospechando y, tras una labor de inteligencia, determinamos que, en esta ocasión, cuando ingresó, tuvo acceso a la droga que escondía en su ropa o intracorporalmente”, manifestó Pablo Bertozzi, director de la Policía Penitenciaria.
INTELIGENCIA
Los policías penitenciarios no solo resguardan la seguridad de las prisiones, ya que, con la penetración del crimen organizado, les correspondió transformar su operación para realizar trabajos de inteligencia y seguimiento como el del Hospital de Alajuela.
Según explican, los privados de libertad reciben la ayuda de terceras personas que ya previamente coordinaron depositar, en los baños u otros aposentos del centro médico, la droga que será trasladada a prisión.
“Además de las labores de vigilancia, los policías tienen que estar informándose, como en este caso del hospital, que detectamos que el privado de libertad era un burro, que se le pagaba para que transporte la droga. Tiene que haber alguien que externamente lleve la droga al hospital y este caso no es el primero donde se detecta que los reos acceden a la droga desde el hospital. Se tiene que generar mucho control y no se tiene la coordinación previa que ha hecho el sujeto”, subrayó Bertozzi.
LANZAN DROGA
Si los traficantes del centro penitenciario La Reforma no han visto límite en su creatividad de trasiego, en la cárcel de San Sebastián, los métodos son diferentes y extravagantes, según las autoridades.
Durante estos días, se localizaron 300 gramos de marihuana envueltos en cinta aislante color negro, paquete del tamaño de una bola de beisbol que desconocidos lanzaron desde el exterior de la prisión como una forma de abastecer de droga a un interno que se encargaba de recoger la encomienda.
“El segundo decomiso se trata de una bola de marihuana ubicada en la cárcel de San Sebastián, gracias a una alerta que comparten oficiales de la Policía Penitenciaria al detectar que un objeto fue lanzado desde el exterior del centro penal. Al realizar la revisión, se localiza en un techo una bola de marihuana envuelta en cinta negra y la intención era dejarla caer en una zona verde para que algún privado la recogiera, pero les falló el cálculo y cayó en el techo”, indicó Bertozzi.
Aparte de estos casos, en el CAI de Liberia se logró decomisar armas blancas, teléfonos y drogas en gran cantidad, muestra del millonario negocio que se mueve en las cárceles del país.
PERIODISTA: Gustavo Retana
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Miércoles 20 Junio, 2018
HORA: 12:00 AM
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