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Opinión

Trump juega con fuego

Álvaro Madrigal*

Imposible para el general Porfirio Díaz, presidente de México cuando el siglo XIX se aproximaba a su término, presagiar que se quedaría corto cuando advirtió a su pueblo de las afectaciones que tenía su colindancia con Estados Unidos. “Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”, tuvo una clara y fundada pertinencia en las circunstancias que se vivían en aquellas convulsionadas décadas que llevaron a ambos países a enfrentarse, incluso al precio de la pérdida de vastas extensiones de su territorio para México. 

Hoy el presidente de Estados Unidos arremete con otras armas y en otros ámbitos: su mano de hierro cae sobre los indocumentados, sobre la línea fronteriza, sobre el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, manipula a gobiernos desprestigiados y los somete a su voluntad a cambio de migajas de pan. Ni qué decir de aquellas sociedades –la haitiana y las africanas- cuyos hijos hambrientos buscan un futuro mejor en Estados Unidos, el país que se hizo grande con el concurso de los inmigrantes cuando otros eran sus gobernantes. Hoy es Donald Trump, el que los ofende llamándoles “sociedades de mierda”.
Y cuando se trata de sus históricos aliados, los insultos tampoco se contienen. Simplemente este energúmeno que no conoce la coexistencia interpares, ni sabe del significado de las leyes internacionales, ni de los tratados que el mismo gobierno estadounidense ha firmado, les asoma aquel “gran garrote”, que muchos creíamos destruido en la hoguera de las políticas equivocadas del Tio Sam, y les advierte que de no someterse a sus caprichos sufrirán graves perjuicios económicos.
Así, arbitrariamente denuncia el tratado nuclear suscrito por las principales potencias mundiales con Irán, a pesar de las advertencias del órgano fiscalizador de la ONU rubricando el acatamiento del régimen de Teherán a sus disposiciones, no sin amenazar con una pesada carga de sanciones económicas a quienes no se hinquen ante sus desplantes.
Trump tiene sus puntos de vista sobre ese complejo mundo de las relaciones internacionales, las relaciones
de los pueblos, la presencia de un orden mundial con numerosos organismos concebidos para funcionar a partir del engarce de un delicado mecanismo construido a partir del respeto mutuo. Tiene derecho. Mas no a imponérselos al resto del concierto internacional que también adhiere a sus propias convicciones éticas, sociales, económicas y políticas.
No hay más que aprender a coexistir. Y si eso no lo entiende Trump, vamos directo a tiempos de convulsión política, cuidado si no a una nueva guerra en el Oriente Medio –para empezar- donde la Casa Blanca ha encontrado buenos peones para su ajedrez.
”Con amigos así, ¿quién necesita enemigos?” espetó Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, en tanto
Angela Merkel sintió la necesidad de declarar al ofendido mundo de la Unión Europea que ya no podían confiar en la ayuda automática del gobierno de Estados Unidos.
Semanas atrás, Mijail Gorbachov, ex presidente de la Unión Soviética, no se contuvo ante esta sumatoria de desplantes -más propios de un matón de cantina- de Donald Trump. “Si a la vista de este ambiente caldeado uno pierde los nervios, no sobreviviremos los próximos años”, declaró a la revista alemana Der Spiegel. “La pérdida de confianza entre Rusia y Occidente es catastrófica… Necesitamos un nuevo deshielo”.
Evidentemente, Trump está jugando con fuego.


*Abogado, periodista.

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Martes 19 Junio, 2018

HORA: 12:00 AM

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