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Opinión

Edad de oro ¿dignidad o pesadilla?

Editorial

Ahmed Al Salam es un adulto mayor de 92 años de edad, vive en Costa Rica desde 1936 cuando migró con su familia desde su natal Jordania. 

Este señor de contextura delgada y cabello plateado fue hace unos días el atleta símbolo de la maratón de San José que, sin pensarlo dos veces, recorrió a buen paso, pues entrena a diario 15 kilómetros. Lleva más de la mitad de su vida corriendo, pero también ha practicado halterofilia, patinaje, judo, fútbol y beisbol. 

Salam es un ejemplo de vida, así como él miles de adultos mayores tratan de mantenerse saludables física y mentalmente. Sin embargo, en Costa Rica la situación se agrava para esta población pues cada día el número de denuncias por violencia supera la docena y ni qué decir de las cifras negras que jamás se conocerán. 

En 32 años, es decir para el 2050 el 21% de la población costarricense será adulta mayor, pues superará los 65 de edad. Más sencillo, 21 o más de cada 100 ciudadanos tendrán carné de oro. 

Eso indica que nuestro país hará frente a un fenómeno cada vez más progresivo en el mundo, menos natalidad y mayor edad, lo cual trae consigo mayores retos, como la generación de políticas públicas destinadas a mejorar la calidad de vida, oportunidades de empleo, mejora en servicios de salud y transporte, además de modificaciones en infraestructura pública.

La ancianidad es una etapa de la vida que merece tranquilidad, amor y paciencia, pero acá en Costa Rica este es un escenario inexistente para muchos.

Las estadísticas muestran un panorama vergonzoso. En el 2016-2017 se contabilizaron más de 8 mil denuncias por agresiones físicas, patrimoniales, psicológicas y hasta sexuales. 

Por día, casi 18 personas acusan haber sido objeto de malos tratos y negligencia, principalmente por miembros de su propia familia y esto es reprochable, pues se supone que son los seres queridos quienes deben velar por el cuido de esta población. 

Pero también hay que tomar notas más puntuales, si bien se reportan agresiones dentro del hogar, es importante destacar que puertas afuera los adultos mayores son objeto de discriminación y violencia. Basta con pedir a la Defensoría cuentas de las denuncias contra choferes de buses, taxistas y hasta personal administrativo de las instituciones públicas. 

En estos lugares se olvidaron no solo de las normas de cortesía básicas para cualquier empleo, sino también de la normativa que resguarda la integridad de las personas en edad de oro.

Hay un problema mayúsculo, muchos creen que el estado de indefensión característico de los ciudadanos de 65 y más, les permite el derecho de dirigirlos, privarlos de su libertad y hasta hacer uso de sus recursos sin el menor reparo.

Hoy nuestro país necesita hacer un alto y pensar hacia dónde va en esta materia. Si bien existen leyes para la protección de los adultos mayores, poco se hace por ponerlas en función plena.  

Veamos datos alarmantes, la Encuesta Continua de Empleo (ECC) del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), de 2017 indica que, de un total de 740.105 personas mayores de 60 años, solo 175.066 están ocupadas. Hay 557.232 excluidos de la fuerza laboral.

Llegar a la edad adulta debe ser un privilegio respaldado por el propio Estado, pero ni siquiera eso ocurre, esta población debe hacer de tripas chorizo para sobrevivir con pensiones de hambre, lidiar cada día con el servicio público y la atención en centros médicos, los mismos que casi les obligan a hacer filas desde la madrugada para obtener un campito.    

Las instituciones responsables de velar por el bienestar de los adultos deben hacer esfuerzos mayúsculos para cumplir con la ley en todos sus extremos. 

La sociedad es el responsable número uno de esa apatía, de ese desprecio, será acaso que no entiende la posibilidad de envejecer y el derecho de hacerlo con dignidad. 

Nadie puede controlar el paso de los años, detener las canas o las arrugas en el rostro, todos pretendemos llegar a esa etapa; entonces lo mínimo que se puede hacer es sembrar para cosechar. 

Envejecer con dignidad o en condiciones deplorables, es una decisión de todos.

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Jueves 24 Mayo, 2018

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