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Opinión

Relaciones con China deben ser prioridad para Alvarado

Editorial

“Es mejor volverse atrás que perderse en el camino”. Eso dice un proverbio chino y definitivamente Costa Rica podría echar para su saco. 

A 11 años de haber establecido lazos diplomáticos y comerciales con ese país, no se ha logrado una gestión efectiva. 

No cabe duda de que el próximo gobierno debe volver sus ojos atrás para empezar a enmendar la desgastada relación con los chinos. 

Recientemente, el ministro de Comercio Exterior, Alexánder Mora, reveló lo que a todas luces se veía venir y es el único que se ha atrevido a decirlo con pantalones. 

Los proyectos no caminan por la falta de comunicación. La pregunta es: ¿Por qué tenían que pasar 11 años y tres gobiernos para darnos cuenta de eso? 

Cuando se pensó en iniciar las relaciones con China, siempre se tuvo en mente la cooperación y el asesoramiento, pero ¿se puede acaso aceptar cualquier tipo de donativo?

La respuesta es no. Esto quedó claro con el tema de los escáneres. 

La administración Solís Rivera dejó en puerto $6 millones en equipos listos para embarcar.

Una historia no muy distinta se entreteje con la ruta 32, cuando el Gobierno costarricense se comprometió a algo que no podía cumplir y ni para qué mencionar a Soresco. 

Se ha actuado como si existiera una especie de desesperación por decir siempre que sí a China, sin medir las consecuencias. Los efectos no son solo económicos, sino diplomáticos. 

No es que los ticos rechacemos los aportes de los asiáticos, el problema es que no planificamos y al final todo termina en nada. 

Es mejor ser sinceros y llegar a buen puerto que mentir y no avanzar, que es lo que al final a todos nos interesa. 

Aquí no hacemos las cosas como ustedes. En Costa Rica, las decisiones técnicas se anteponen a las políticas y hay derechos adquiridos, que el Gobierno no puede violentar. 

Puede sonar grosero, pero es la realidad y si nadie ponía los puntos sobre la mesa, todo iba a seguir igual. 

Esa es la forma en que el ministro Mora intentó explicar a la Embajada china por qué había que rechazar el donativo de los escáneres y, al parecer, la explicación fue de recibo por parte de los asiáticos. 

Las cosas, entonces, al menos en este proyecto, se harán ahora al modo costarricense y empezarán por una licitación pública. 

Eso no deja de lado la mala imagen que se ganó la Cancillería y el Ministerio de la Presidencia al intentar a fuerza dejar instalados los equipos, sin ni siquiera meditar si estaban violentando los mandatos de la Contraloría General de la República. 

¿Qué hubiera pasado si los escáneres chinos llegaban al país y no podían usarse? O peor aún, que tuvieran que devolverlos. 

¿Acaso Manuel González (canciller) y Sergio Alfaro (ministro de la Presidencia) no tenían conocimiento de los procesos de contratación administrativa en Costa Rica? ¿O es que pretendían que los equipos quedaran como los otros dos, varados ocho años sin uso? 

Aquí también debe sentarse una responsabilidad política. Dejar los escáneres instalados fue una promesa del mandatario Luis Guillermo Solís y se queda inconclusa. 

No por culpa de los chinos, sino porque cuando llegaron el Gobierno no tenía la menor idea de cómo hacerlo. 

Empezaron con el pie izquierdo cediendo la batuta al Servicio Fitosanitario del Estado (SFE), que no hizo mucho más que el Ministerio de Hacienda. 

Todos los lineamientos de fabricación que se enumeraron en una lista se desecharon y el proceso va de nuevo. Eso decidió el Consejo Nacional de Facilitación del Comercio.

Guste o no oírlo, fueron cuatro años desperdiciados, donde no hubo avances y es mejor pensar que es responsabilidad de una mala administración, a que se trate de una decisión planificada para entorpecer el control sobre el narcotráfico y el contrabando. 

¿Cómo es que el SFE no sabía que los escáneres tenían que adaptarse a los requerimientos de nuestros principales socios comerciales, Europa y Estados Unidos? ¿En qué estamos, Costa Rica? ¿Dónde está la comunicación entre ministerios?

También deja dudas cuál es el interés real de las autoridades de Hacienda y de Seguridad Pública sobre este tema. Más aún cuando no asisten al foro donde se toman las decisiones. 

Solo nos queda la esperanza de que en 2021 no estemos hablando de lo mismo y que los escáneres ya estén en puerto, así como que al menos un proyecto con China esté caminando. 

La historia no perdona y tampoco el tiempo. Es momento de actuar y poner las barbas en remojo, sin defender lo indefendible y no desaprovechar la enorme oportunidad que nos dan los asiáticos.

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Jueves 26 Abril, 2018

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