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Opinión

Cuba en la VIII Cumbre de las Américas

Miguel Ángel Rodriguez

Fulgencio Batista abandona Cuba el 31 de diciembre de 1958, Fidel Castro toma posesión del mando en Santiago el 1 de enero de 1959 y al día siguiente inicia su marcha triunfal para llegar a La Habana el 8 de enero. Los revolucionarios barbudos de Sierra Maestra son dueños del poder en Cuba y amos de las ilusiones de millones de latinoamericanos encantados por sus proezas y promesas.

Las románticas esperanzas que anidaron en las mentes y los corazones de los habitantes de América no cedieron con prontitud, a pesar de los cientos de personas fusiladas en el paredón. Tampoco ante los millones de exiliados, ni ante los miles de presos políticos. La gesta revolucionaria, el enfrentamiento frontal con la superpotencia de EE.UU. y el propio embargo declarado en contra de Cuba por ese país mantuvieron vivos por muchos años los sentimientos de admiración por los guerreros de la Sierra Maestra.

En nuestro país la valiente condena al paredón que efectuó don Pepe Figueres ante Fidel Castro en pleno fulgor y jolgorio de una manifestación revolucionaria en La Habana, y el temprano rompimiento de relaciones del gobierno de don Mario Echandi en setiembre de 1961, fueron atemperando más rápido que en otros países la admiración por los barbudos revolucionarios.

En el gobierno de don Rodrigo Carazo se logró la liberación del compañero de luchas de Fidel, Huber Matos, después de estar en prisión 20 años. Hace 30 años tuve el honor de luchar desde Costa Rica en compañía de jóvenes demócratas por la liberación y salida de la Isla de los hermanos Arcos, otros compañeros de Castro en Sierra Maestra también encarcelados.

En el resto de América Latina, ante la violencia revolucionaria comunista dirigida por el gobierno de Cuba en sus países o en naciones vecinas, también poco a poco se fue disipando el prestigio del régimen de los Castro. Se fueron haciendo más evidentes las acciones de esa dictadura en contra de los derechos humanos, sus ilegítimas intervenciones militares en nuestro continente y en África, y también el fracaso de la revolución para mejorar los niveles de bienestar de su pueblo.

Pasaron los años y Latinoamérica en su mayoría se fue haciendo indiferente a la situación de cubanas y cubanos en la Isla. Ya la presencia de la dictadura castrista se veía por muchos como “normal”. 

Claro que siempre algunos estuvimos enfrentando ese sistema por sus violaciones a la vida, la libertad y la dignidad de sus ciudadanos. Cuando se celebró en 1999 la IX Cumbre Iberoamericana en La Habana, como presidente de Costa Rica escribí al comandante Fidel Castro solicitando garantías de que podría compartir sin represalias para ellos con los líderes de la disidencia -en especial Oswaldo Payá, a quien ya conocía y admiraba- y como me fue negada esa garantía no asistí. Costa Rica no reanudó relaciones diplomáticas con el gobierno de los Castro sino hasta 2009.

Para proteger la democracia, por iniciativa de Costa Rica, Canadá y Perú, en la III Cumbre de las Américas en Quebec se adoptó la cláusula democrática, que establece que “cualquier alteración o ruptura inconstitucional del orden democrático en un Estado del Hemisferio constituye un obstáculo insuperable para la participación del gobierno de dicho Estado en el proceso de Cumbres de las Américas”. Ello tenía gran importancia porque entonces la construcción del Área de Libre Comercio de las Américas era el gran objetivo de las cumbres.

Posteriormente, con el empuje de la Asamblea General de la OEA de ese mismo año en San José, se aprobó en Lima la Carta Democrática Interamericana el 11 de setiembre de 2001.

Pero con las negociaciones entre Washington y La Habana y con la presión de los gobiernos de ALBA, en la VII Cumbre de las Américas en Panamá en 2015 se invitó la participación del gobierno cubano, ya encabezado no por Fidel sino por su hermano Raúl.

Es muy significativo que en la siguiente Cumbre de las Américas fuera en la misma Lima donde, por iniciativa de dos presidentes de Perú y con apoyo de la mayoría de sus parlamentarios, se excluyó la participación del régimen venezolano de Maduro por sus acciones en contra de la democracia. Así se recuperó el cumplimiento de la cláusula democrática -aunque no totalmente- pues sí se invitó la participación del régimen de los Castro.

En la Cumbre de Panamá en 2015 se dio el primer pronunciamiento de los expresidentes signatarios de IDEA (Iniciativa Democrática de España y las Américas) sobre la situación de Venezuela en cuanto a no cumplimiento de las condiciones democráticas, a violación de derechos humanos y a empobrecimiento de su pueblo.

Ahora en Lima, IDEA presentó su primer pronunciamiento ante las cumbres por la dolorosa situación del pueblo cubano tras casi 60 años de dictadura comunista.

Para mí es muy significativo y emotivo que en esta tarea haya podido compartir con Rosa María Payá, la valiente joven hija del mártir de la libertad cubana Oswaldo Payá. En el vigor, capacidad y amor a Cuba y a la libertad de Rosa María veo renacer la esperanza de que Cuba volverá a ser libre, como desde nuestro suelo costarricense lo soñaron y lucharon para conseguirlo José Martí, Máximo Gómez, Antonio Maceo y sus amigos en el siglo XIX.

Recién cambia la Presidencia en Cuba. Raúl Castro la deja en manos de Miguel Díaz-Canel, quien no bajó barbudo de Sierra Maestra en 1959. Raúl Castro seguirá como primer secretario y líder del Politburó que controla al Partido Comunista, donde radica el poder. Diez-Canel será apenas el tercero en la línea de poder, detrás de José Ramón Machado Ventura, quien ocupará el segundo lugar y que sí bajó de la montaña donde combatió a Batista bajo las órdenes del Che Guevara.

¿Abrirá este cambio política o económicamente a Cuba? No a corto plazo, y a largo plazo por sí solo es muy incierto que lo haga. Recomiendo el artículo “Farewell at last” (Por fin adiós) en The Economist del 12 de abril 2018.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

EMAIL: [email protected]

Lunes 23 Abril, 2018

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Miguel Ángel Rodriguez

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