El 1 de abril
Alternativas
Vote con entusiasmo el pasado 4 de febrero por el socialcristianismo y por su candidato don Rodolfo Piza. Un voto en el cual se unieron mis convicciones éticas y políticas; mis preocupaciones por el bienestar de todos los costarricenses; mi amor a la libertad, a la dignidad y a los derechos humanos; mi compromiso con la fraternidad cristiana, la eficiencia económica y la educación como instrumento de oportunidades, convivencia civilizada y superación personal; y mi apego a la justicia sin discriminaciones y entre generaciones, y a la paz, la tolerancia y la seguridad ciudadana. Un voto marcado por mi profunda gratitud con los socialcristianos de todo el país que me llevaron a la presidencia y con quienes he compartido luchas desde 1957, y también marcado por mi profunda admiración y cariño por don Rodolfo Piza.
Para el 1 de abril mi partido no está en la contienda. Votaré en ejercicio de mi derecho y mi deber ciudadano, pero lo haré privadamente. No participa mi partido.
Respeto profundamente las decisiones de mis amigos y compañeros de partido que le han dado su apoyo público y han comprometido su ayuda con cualquiera de los dos señores candidatos.
Están en todo su derecho, pero además estoy seguro que con sus aportes personales y conocimientos podrán mejorar mucho las líneas de acción del gobierno que resulte, sea este del Partido Restauración Nacional o del Partido Acción Ciudadana.
Con sus adhesiones para esta segunda ronda electoral ya han elevado el discurso político de la contienda.
Yo propuse una meta. Llame a los candidatos señores Alvarado y a los partidos tradicionales a forjar una alianza política que tuviera mayoría en la Asamblea Legislativa. Así se aseguraría apoyo legislativo para un programa de gobierno preestablecido. Hemos vivido ya durante varios gobiernos las dificultades para que las agendas del ejecutivo se puedan aprobar, y ello ha significado un grave costo para los ciudadanos.
El fraccionamiento político nos hace tener Presidentes que no cuentan con el apoyo de una mayoría parlamentaria.
Por esa circunstancia desde el informe presidencial del primero de mayo de 2001 propuse que cambiáramos nuestro régimen presidencialista por uno semi-parlamentario -al estilo de Francia y Finlandia- para que el gobierno requiriese tener el apoyo de una mayoría en la Asamblea Legislativa.
Cómo esa iniciativa, que luego se tradujo durante mi gobierno en una propuesta de reforma constitucional para implementarla, no fue aprobada y ni siquiera mereció una seria discusión, ahora la vigencia del multipartidismo nos ha colocado en una situación de evidente contradicción entre el régimen constitucional de gobierno presidencialista y la realidad política multipartidista.
En esta segunda ronda electoral el partido que gane la presidencia de la república contará con una importante pero muy pequeña fracción parlamentaria (solo 24,5% o 17,5% de los integrantes de la Asamblea Legislativa).
Por eso y por los antecedentes inmediatos, creí y creo, con la humildad de saber que puedo estar equivocado pero sin que nadie me lo haya demostrado, que la segunda vuelta electoral era una buena ocasión para actuar como si se tuviera un sistema semi-parlamentario. Ello implicaba un gran reto para los dos señores candidatos don Fabricio y don Carlos, y para los otros dos partidos con importantes fracciones de legisladores, el PLN y el PUSC.
Muy temprano el PLN decidió que no apoyaría a ninguno de los dos candidatos lo que -por el tamaño de su fracción- hizo mucho más difícil para cualquiera de ellos consolidar una alianza política con mayoría parlamentaria.
En estas condiciones entiendo que mi deber es mantenerme al margen sin hacer pública mi preferencia entre partidos y candidatos, y desde ya llamar a los socialcristianos, a todos, a la unión a partir del 2 de abril.
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Lunes 19 Marzo, 2018
HORA: 12:00 AM
CRÉDITOS: Miguel Ángel Rodríguez
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