Hablando de derechos humanos
Marcial Contreras Durán*
Los principios espirituales y morales, la cultura e idiosincrasia, así como todas las buenas costumbres de un pueblo merecen respeto absoluto. Es por esto que los costarricenses nos sentimos muy consternados y defraudados con la Corte Internacional de Derechos Humanos por la resolución equivocada sobre el matrimonio del mismo sexo en Costa Rica. Se le dio exceso de poder, lo que es absurdo y contradictorio, porque en ningún otro tribunal existente en el planeta queda exento el derecho de apelación. Esto es gravísimo y peligroso. Tiene tanto poder jurídico que sus resoluciones están por encima de nuestras leyes y la institucionalidad del Estado pierde poder. Es increíble e inaceptable que siendo Costa Rica un país soberano, con una Asamblea Legislativa donde se tiene que debatir todos los temas nacionales y donde se aprueban las leyes de nuestro ordenamiento jurídico, estemos por debajo. No obstante, debemos reconocer que esa debilidad del Estado se desprende de nuestra propia constitución política, que en su artículo 7 dice: Los tratados internacionales (como la Convención Americana, sus órganos y decisiones) tienen valor superior a cualquier ley y forman parte inmediatamente del ordenamiento jurídico costarricense. Por eso es que sus resoluciones son inapelables. El artículo 1º expresa: Costa Rica es una república democrática, libre e independiente. En caso que la corte se haya apartado del debido proceso, no le queda al Estado costarricense la posibilidad de revertir una decisión obligatoria, con una recusación a los miembros. Por haber sentado criterio en una opinión consultiva, el tribunal deberá tramitar los asuntos previos, como citas a las partes y probanzas para realizar el juicio. No puedo adelantar criterio en una opinión consultiva porque se puede impugnar esa decisión previa, esperamos que el nuevo gobierno a la cabeza de un hombre pensante y con un carácter bien definido aclaren esta situación y tengan la sabiduría para hacer lo que corresponde. Por qué no fortalecer los valores fundamentales sin caer en la alcahuetería y tolerancia indebida. El matrimonio del mismo sexo no es un derecho humano, por el contrario, es denigrante porque es inmoral es innatural, tampoco es espiritual porque se aparta de los propósitos de un ser supremo de Dios, quien ama al pecador y no el pecado y quien merece la gloria la honra y el respeto. Tampoco es biológico porque no da vida, no contribuye con la creación de la especie humana, como es el propósito del Creador. Al ponerle una compañera al hombre, garantizó la formación de la familia, por eso dijo hombre y mujer. No estaba loco, ni drogado, ni ebrio. No señores, no nos confundamos, ni nos dejemos confundir, no nos hagamos los ciegos con sus propósitos y buenas obras. Estar en contra no es ser homofóbico, tenemos que ser coherentes y consecuentes con los valores fundamentales y salvaguardar todas las buenas costumbres que hacen que Costa Rica sea lo más lindo del mundo. Costarricenses, la comunidad LGBTI no se debe irrespetar ni discriminar por sus preferencias sexuales. Ellos y ellas son dignos de amor y respeto, también son criaturas de Dios y tienen sus derechos; en lo que sí hay una diferencia bien fundamentada es el matrimonio igualitario del mismo sexo, no hay justificación para que esto se dé. Solo falta que la corte CID ordene al Estado legalizar el cultivo de la marihuana como un apoyo a los interesados que están usando como mampara que es medicinal, cuando el gran interés es otro y Costa Rica estaría en grandes riesgos porque el Estado no tiene la capacidad para controlar una actividad de esa naturaleza. Aumentaría la gran corrupción que ya tiene raíces profundas. ¿Cómo van a garantizar que todo el cultivo llegará a su destino correspondiente, aún siendo laboratorios del estado? Las organizaciones criminales de la droga tienen tanto poder económico y de armas para insertarse y manejar la actividad con las siguientes consecuencias: aumentarían los crímenes, sobornos, extorsiones, tumbonazos, torturas, secuestros, las plantaciones clandestinas, también en la adicción, la prostitución y alcoholismo. El poder que tiene el dinero sucio es destructor y no perdona nada. Costarricenses no dejemos que Costa Rica se nos vaya, no la entreguemos ni la comprometamos, seamos agradecidos con Dios por vivir en el país más lindo del mundo y pidámosle de corazón que el presidente electo llegue con los pantalones bien puestos como verdadero hombre y que esté seguro que está parado en tiquicia. Serio y responsable con sus promesas y no nos salga con la expresión de la cultura popular: una cosa es verla venir y otra cosa es bailar con ella. Eso es falta de seriedad y de respeto a los costarricenses que no merecen semejante burla y desprecio.
*Santa Cruz, Guanacaste
