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Opinión

La ayuda social puede promover el “pendejismo”

Marvin Obregón A.* / [email protected]

Desde siempre han existido personas que en toda su vida se han “recostado” a los demás. Lo vemos en hijos, nietos, hermanos, sobrinos que lo hacen con sus padres, abuelos, hermanos, tíos, etc. Son personas que creen que vivir así puede llevarlos en la vida a donde ellos quieren. El problema es que tarde o temprano, llegará el momento en que no van a tener a nadie al lado para continuar explotándole y de esa manera librando inconscientemente sus responsabilidades básicas. 

Este problema que tiene sus inicios en el hogar, puede seguir suscitándose en la sociedad, con individuos que no quieren trabajar pudiéndolo hacer, o que dejan que otros hagan lo que les corresponde. Se arriman a ver qué institución de bienestar social les tiende la mano, sin que necesariamente tengan una discapacidad y pueden laborar en alguna actividad remunerativa. Las ayudas sociales deben hacerse en base a estudios bien montados para que no se caiga en la repartición de recursos a gente que realmente no la necesita, dejando por fuera a quienes en realidad sí se les debe prestar una ayuda.

Conocí de cerca el caso de un joven procedente del vecino país de Nicaragua. Él llegó aquí indocumentado, se le aceptó en esas condiciones en una fundación para que trabajara como promotor de ciertos productos los cuales debía ofrecer al público. Por esa actividad iba a ganar una comisión diaria la cual quizás no le resolvía por completo su problema económico, pero en algo le ayudaría para salir del paso mientras tanto. El muchacho hizo algunos intentos, pero no duró mucho en dicho trabajo, pues adujo que a él le daba mucha vergüenza hablarle a la gente. Además, comentó que por ahí en una iglesia cristiana le ayudarían con algún dinero para pagar la casa en cual vivía con su mujer e hijos y además para comprar comida.

Como vemos, el joven en cuestión no hizo más intentos de adaptarse al trabajo por las razones que hayan sido (además de lo que expresó) encontró una vía que le facilitó el escape. Me imagino que en otras circunstancias, dicho joven no habría tenido más remedio que continuar intentando a ver si la situación cambiaba, pero como tuvo el recurso de la ayuda institucional, obviamente no se sintió tan obligado a continuar en la actividad laboral.

Sabido es según la psicología diferencial, que las personas sirven mejor en ciertos puestos que en otros, pero también se sabe de incontables casos en los cuales la gente ha tenido que quedarse haciendo una función porque no encuentra trabajo en lo que más quisiera. Es posible quizás pensar que en lugar de no estar generando ningún recurso económico, vale más ponerse a hacer algo mientras tanto se puede ubicar en el oficio o la profesión para la cual la persona se ha preparado académicamente. Sin embargo, hay gente que prefiere seguir sin hacer nada o pegársele a alguien para que los sostenga. Como decimos aquí: “para que le salve la tanda”.

A ese tipo de personas, la gente acostumbra popularmente a llamarlos “conchudos”, “recostados”, “vagabundos”, etc. Estos y otros términos se utilizan socialmente para referirse a alguien que va por la vida evadiendo sus responsabilidades personales. Ustedes deben haber oído el dicho que dice: “¡a recostársele al gobierno!”, pero como hemos visto, tampoco se trata de eso. 

Como lo sabemos, popularmente siempre se ha dicho que “el vivo vive del tonto” y un flojo o recostado (vivillo, porque también los hay tontos) siempre va a encontrar por ahí a alguien que pueda ayudarle a pasarla bien mientras tanto.

Hay otro par de dichos que dicen: “al que es tonto ni Dios lo quiere”, y otro que dice: “todos los días sale un tonto a la calle; lo que hay que hacer es hallarlo”…

Según la psicóloga Marcela Callejas (2011, p.1) la razón de la existencia de los flojos, conchudos, o atenidos, se remite al tipo de crianza recibido en su hogar. Fueron hijos a los cuales mamá y papá les deban y les hacían todo, donde no supieron asumir sus responsabilidades. Donde no tuvieron “que joderse”. Esos mismos comportamientos los llevaron a la escuela y el colegio. De esa manera se acostumbraron a que los demás les hicieran las cosas.

¿Qué se aconseja desde la psicología para tratar con este problema? Lo que por lo general suele ocurrir es que la misma sociedad les da duro y es así que logran abrir los ojos y la mente. Puede que en determinada circunstancia peligren en su trabajo que sea inminente el despido, es entonces cuando comienzan a asumir de veras sus funciones. 

En ciertas ocasiones, son las crisis las que llevan a la persona a tomar conciencia y a decidir hacer un cambio, pero eso sólo ocurre si el individuo lo entiende de esa manera.

No conviene esperar a que sean las circunstancias de una manera traumatizante, que nos haga ver los cambios que debemos hacer en nuestros hábitos, costumbres, manera de ser, etc. conviene más bien el ponerse en manos del especialista.

Si usted amigo/a lector/a desea consultar sobre su problema, o compartir sobre esto mismo, puede comunicarse al número 8379-6097 o escribir al correo que aparece aquí…

 

* Bach. Psicología

 

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