En la historia occidental, la visión del sexo estaba lejos de propiciar el deleite femenino. El único placer sexual que importaba era el masculino. Las mujeres eran valoradas por su capacidad de tener hijos o por su capacidad de generar placer al hombre, pero su satisfacción no era una expectativa vigente.
En ese contexto, el varón que desencadenaba rápido el reflejo eyaculatorio rara vez recibía una queja por parte de la mujer. Ella daba por un hecho que no debía esperar placer alguno de los encuentros sexuales y, además, sabía que la duración del acto sexual en nada afectaba la posibilidad de un embarazo.
En esas épocas, aquellas pocas mujeres que degustaban el acto sexual, que disfrutaban la sexualidad y buscaban el placer eran tildadas, censuradas y señaladas socialmente. El comportamiento de una mujer decente incluía ser reacia al sexo.
La eyaculación precoz no era un problema en ese tiempo. La mayoría de las mujeres percibía la sexualidad como algo negativo, repugnante, como una carga impuesta por el matrimonio, de tal forma que, cuanto más rápido acabara, mejor.
Con la revolución sexual de los años 70, el goce femenino adquiere una nueva concepción y se convierte en un aspecto fundamental del contacto sexual. Cada vez más parejas perciben la sexualidad como un objetivo de la vida marital y comprenden que la sexualidad debe ser disfrutada por los dos. Entonces, la eyaculación precoz pasa a ser un verdadero problema.
El hombre que antes de penetrar termina, el hombre que con los primeros movimientos pélvicos desencadena la eyaculación, el hombre que no aguanta los movimientos femeninos y de inmediato presencia la salida del semen, sin duda se transformó en un mal amante.
El desconsuelo masculino es mayúsculo. La incapacidad de hacer vibrar a una mujer representa todo un fiasco sexual. Hoy, para la mayoría de los hombres constituye una auténtica calamidad, y más aún cuando todavía muchos ignoran que existen tratamientos científicos.
Por otra parte, con frecuencia la mujer cuya pareja termina rápido no disfruta el acto sexual, no logra experimentar el placer del orgasmo y, al cabo de un tiempo, puede perder el interés sexual. Por eso hoy se considera que la eyaculación precoz no es un simplemente un problema masculino, sino de ambos miembros de la pareja. En ese sentido, ambos deben buscar la ayuda profesional, sobre todo porque hoy contamos con tratamientos muy eficaces.
Los tratamientos actuales son altamente efectivos porque se dirigen a tratar el factor que desencadena la eyaculación precoz. En el abordaje se realizan pruebas hormonales, metabólicas e infecciosas, porque hoy sabemos que muchos casos obedecen a problemas estrictamente físicos u orgánicos. Sin embargo, debido al desconocimiento general, es común que las personas recurran a diversos remedios populares, artesanales y caseros, los cuales poco ayudan a resolver el problema y, en muchos casos, hasta perjudican.
Sirva este comentario para motivar al lector a consultar cuanto antes con el fin de mejorar su vida sexual.
PERIODISTA: Dr. Mauro Férnandez • Sexólogo
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Lunes 22 Enero, 2018
HORA: 12:00 AM
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