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Opinión

Del poder y otros demonios

Editorial

Desde hace más de dos años los costarricenses hemos sido testigos de primera mano y hasta víctimas de la corrupción y el tráfico de influencias que tienen lugar en el seno de los supremos poderes de la República, con el famoso caso del cemento chino. 

Hemos visto muy de cerca las relaciones impropias y sospechosas tejidas entre funcionarios públicos de alto nivel, agrupaciones políticas, empresarios y corporaciones con el claro y único fin de golpear a la institucionalidad y de sabotear las arcas del propio Estado en su beneficio, sin el menor de los reparos. 

Los ticos somos conscientes hoy más que nunca de las barbaridades de las que son capaces muchos de los representantes elegidos popularmente, de las sinvergüenzadas a las que llegan algunos cuando se sientan en la silla del poder. Tenemos los ojos bien abiertos para darnos cuenta del descaro de personajes de la política nacional y la actual administración, pues hicieron lo contrario a lo que ordena la ley, llegaron a servirse, no a servir. 

Se posaron en las comodidades del ejercicio del poder que otorga el voto y abusaron de la confianza de los ciudadanos, pero además han usado artimañas para evadir responsabilidades en situaciones que podrían catalogarse como más que graves.

El caso “Cementazo” es el ejemplo más evidente. El país entero vio cómo se fraguaron planes para otorgar créditos millonarios para la importación de cemento chino, cómo se hilaron relaciones inconvenientes desde los bancos públicos, del Congreso de la República y de la Presidencia para beneficiar a unos cuantos a costa de todos.

Aquí no solo hablamos de $30 millones o $50 millones que se otorgaron sin las debidas garantías, sin los requisitos que dictan las normas legales. Hablamos de crimen organizado sofisticado, de gerentes de entidades financieras respetables, de diputados, de ministros, de empresarios reconocidos, del presidente de la República, de asesores y una lista interminable de gente que pasó por alto la legalidad, pero ante todo la dignidad y la honestidad. Más grave aún, el amor a la patria, porque cuando uno aprecia lo bueno y lo sano trata de cuidarlo, conservarlo y no mancillarlo. 

La clase política en su mayoría y muchos grandes empresarios nacionales cuyos nombres no vale la pena mencionar han pisoteado a los costarricenses, y ni que decir de las últimas administraciones, cuyos malos recuerdos viven en la mente de los ciudadanos: La Trocha, Infocoop -que lleva años sumido en la corrupción-, Judesur, Caja-Fischel, ICE-Alcatel, estafas con deuda política, Yanber, Coopelesca, Hidrotárcoles y bonos chinos, por mencionar algunos. 

Pero lo que más indigna es observarlos cómo al verse descubiertos se resisten a dar la cara y responder cuestionamientos, para ello recurren a entrabar procesos de toda índole, administrativos, penales, civiles y hasta sociales. Buscan lanzar cortinas de humo y falsear realidades.

Una de las muestras más recientes, el bloque del propio gobierno para impedir la votación del informe del Cementazo. Una clara artimaña desde la Casa de Cristal para dilatar lo ya inevitable, la aprobación de lo discutido en la comisión del crédito bancario para JCB, para atrasar el sí definitivo a miles de folios con cientos de testimonios de comparecientes, con secretos revelados, información incriminatoria, evidencias de corrupción de este y otros gobiernos. 

Fue a último minuto, en una acción bastante impertinente pero además oportunista, que el gobierno de Luis Guillermo Solís salió al paso con objeciones para evitar que los diputados votaran en el plenario el discutido informe. ¿Qué pretenden? ¿Qué quieren ocultar? Dicen que el que nada debe, nada teme.

Los ciudadanos no vemos esas acciones con buenos ojos, por el contrario, nos parecen sospechosas, malintencionadas, oportunistas, pero además nos duelen en el alma, pues a dos semanas de un nuevo proceso electoral las fibras están sensibles y solo esperamos claridad, transparencia y honestidad de los políticos. 

Darle largas al informe del cemento chino por las razones que sean es un mal signo que envía este gobierno, es una señal errada de los diputados de esa bancada votar en contra cuando el partido que representan pretende seguir en el poder.

La madurez política no admite compadrazgos, no permite solapar los errores, por el contrario, los enfrenta, los admite y los corrige, por eso que el gobierno siga evadiendo la corresponsabilidad de lo sucedido con el caso Cementazo es necio y repugnante.

Estamos golpeados, dolidos, desmotivados y desesperanzados, eso se pasa con el tiempo, pero lo que no pasa y se deriva de la corrupción, lo que no es perdonable, es que los ciudadanos sientan miedo de elegir a sus gobernantes, cuando la democracia debe ser bella, lucida y plena.

Lo que no pasa es que los políticos sigan con poses desgastadas tratando de ganar votos sin sentir empatía por lo que vive su propio país, su gente. 

Lo que no pasa es que sigan fingiendo que no sucede nada, que a pocos días de ir a las urnas se busque borrar el pasado, maquillar el presente y fantasear con el futuro, cuando todos sabemos que estamos parados sobre arenas movedizas. 

Señores y señoras del actual gobierno, diputados del Congreso, magistrados, miembros de partidos políticos, candidatos a presidentes, candidatos a diputados y diputadas, alcaldes, regidores, síndicos, concejales de distritos, delegados y demás, todos elegidos en procesos electorales, nacionales o cantonales, pero en fin que ocuparon votos, este país también es de ustedes, trabajen para quedar en los portarretratos de la estima, la diligencia y la honestidad, no para quedar en el baúl de los malos recuerdos, en medio de cuestionamientos, dudas y telarañas. 

Decía Abraham Lincoln, “se puede engañar a parte del pueblo parte del tiempo, pero no se puede engañar a todo el pueblo todo el tiempo”.

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Sábado 20 Enero, 2018

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