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Opinión

¿Cuál de todos es el burro?

Marvin Obregón A.* / [email protected]

Hace unos cuantos años, leí un cuento en el libro almanaque Escuela para Todos “El hombre, el niño y el burro”. Cuenta el cuento que, una vez, iban al mercado un hombre, su hijo y un burro, pero no iban montados en él. Así que al rato pasó un hombre de campo por ahí y les hizo el comentario de que para qué un burro si no lo montaban. 

Ocurrido lo anterior, dispusieron que el niño se subiera al burro y siguieron su camino, sucediendo que al pasar por un grupo de gente alguien comentó: “Miren a ese joven perezoso, deja que su padre camine mientras él viene montado muy cómodo”.

Ante lo ocurrido, el pobre hombre le dijo al muchacho que se bajara del jumento y se subió él, pero no habían caminado mucho, cuando pasaron dos mujeres y una de ellas exclamó. “¡Qué vergüenza, ese viejo patán permite que su pobre hijo camine mientras él va en el burro!”…

El pobre viejo ya no sabía qué hacer, así que pensó que lo mejor era subir al hijo delante de él, de tal manera que los dos fuesen montados, pero cuando llegaron a la ciudad la gente se burlaba de ellos. Entonces el hombre se detuvo y les preguntó de qué se burlaban a lo que le respondieron:

“¿No le da vergüenza el exceso de carga que lleva ese pobre burro?”…

Sucedido todo aquello, el hombre y el niño bajaron del burro, cortaron una vara, ataron los pies del burro a esta, levantaron la vara y el burro a sus hombros y siguieron su camino. Todos se reían cuando los veían pasar hasta que llegaron al puente del mercado que estaba por allí. Como el burro llevaba uno de los pies sueltos, resbaló y cayó al río, lo que provocó más las carcajadas de los testigos que presenciaban todo.

“Eso les enseñará”, dijo un anciano que los había seguido para ver qué sucedería.

Este cuento refleja la moraleja: “No intentes complacer a toda la gente, porque así nunca vas a complacer a nadie”…

¿Cuántas veces nos hemos visto en el conflicto de que no hallamos que hacer para quedarle bien a alguien? Es cierto que parte de las relaciones interpersonales es el intentar llevarse bien con los demás. Si se trata de un negocio, en la venta, el cliente exige calidad y buen servicio. En las relaciones amorosas, la pareja exige respeto, cariño y comprensión. Estos ejemplos nos dejan clara la importancia de llevarnos bien con los demás, pero otra cosa es desposeernos de nuestro yo, perder la mismidad, con tal de quedar bien con los otros y no dejar nada para nosotros mismos.

¿Qué esconde en nuestro inconsciente el querer siempre quedar bien con todo el mundo?

Según la psicología y el autor del libro “Tus zonas erróneas”, de Wayne Dyer, nos lo recuerda así: la necesidad de aprobación de los demás es un equivalente a decir “Lo que los otros piensen sobre mí es más importante y cierto que lo que yo mismo pienso sobre mí mismo”…

En esto, como en muchas cuestiones, la psicología es bien clara cuando afirma que, cuando la persona desea vehementemente quedar bien con los demás, es porque tiene un problema de baja autoestima y no se considera a sí mismo/a con derecho a nada.

Uno de los móviles que hacen que alguien actúe así es la creencia irracional de que, si no lo hacen así, van a sufrir el rechazo de los demás y, por ende, quieren evitarlo, sienten un gran temor de quedarse solos/as.

Una breve recomendación para estas personas es que, antes de pretender ser queridas o aceptadas por los demás, es el intentar quererse primero a ellas mismas. Por otro lado, amigo lector/a, hay que pensar que, si alguien no lo acepta a uno como es, ni lo valora, ni le quiere, la pregunta que uno tiene que hacerse es: ¿Para qué estar con alguien que tal vez no te quiere, te exige a pensar como ella dice y no te da la oportunidad de expresar tu sentir, tus gustos y discrepancias?

Para concluir, es importante apuntar que estos pequeños comentarios que hacemos en este espacio, gracias al medio que nos lo permite, es que en la vida, las personas tenemos que aprender a decir que no, tenemos que aprender a expresar nuestras opiniones, pero ¡ojo! Hay que hacerlo de la manera correcta, porque, si por un lado no es conveniente el ser una persona muy dócil, manejable, etc., por el otro lado, debemos aprender a decir las cosas de manera amigable, llana y clara. Como dice Desiderata: “…enuncia tu verdad de una manera serena y clara y escucha a los demás, incluso al torpe y al ignorante, pues también ellos tienen su propia historia”…

 

*Estudiante de Psicología

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Martes 12 Diciembre, 2017

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