La antipolítica
Fernando Berrocal
Por supuesto que el tema de la corrupción y la impunidad de los políticos chollados y delincuentes debe ser, y es, el primer tema de la agenda nacional.
Pero no por definición todos los políticos son corruptos y la política es, sin duda alguna, una obligación ciudadana esencial y una responsabilidad ética y democrática.
La indignación ciudadana está más que justificada y es legítima, pero hay que saber valorar, diferenciar y no dejarse llevar de la virulencia anónima y destructora de las redes sociales que manipulan y promueven, todos los días, la antipolítica. No podemos caer en el negativismo destructivo.
Hacer antipolítica es demagógico y antidemocrático.
Quien se compromete noble y honestamente con la política y quien aspira a desempeñar un cargo público con honor y responsabilidad, merece respeto y reconocimiento, cualquiera que sea su posición ideológica o su partido.
El país urge de soluciones políticas y técnicas a los temas urgentes: el déficit fiscal, la disminución del gasto público, la eliminación de las pensiones de lujo y los salarios estrafalarios, el pésimo estado de nuestras carreteras y la necesidad de construir trenes modernos, la enorme inseguridad, crecer económicamente y generar empleo, estimulando alianzas estratégicas entre el sector privado y el público, para generar confianza y producir más riqueza.
Necesitamos con urgencia varias reformas constitucionales y legales sobre la estructura y el funcionamiento del Estado y sus instituciones, porque sin esas reformas y una buena gerencia pública, no habrá cambio y todo seguirá igual.
Todas esas soluciones están en el ámbito de la política.
Aquí no se trata de hacer tabula rasa o de incendiar al país con un verbo fácil. La peor de las opciones para nuestro país es caer en un populismo de izquierda o de derecha extrema, como otros pueblos que sufren esa tragedia en América Latina. Eso no lo debemos permitir nunca.
Todos los costarricenses decentes y honestos, y somos la inmensa mayoría nacional, estamos felices del trabajo que están realizando el Ministerio Público y la fiscal general Emilia Navas y su equipo. Con ansiedad y fe democrática, esperamos las acusaciones en los Tribunales de Justicia y que se inicien los procesos legales que corresponden y se respete el debido proceso y la defensa.
Aquí nadie es intocable, pero que no paguen justos por pecadores y que no se deje de lado la agenda de los temas pendientes, acumulados y no resueltos.
De estas elecciones deben salir estrategias de cambio y soluciones viables.
Antes que una campaña electoral de ideas y programas, esta ha resultado ser de muchos insultos, canalladas y ataques personales. Pero los ciudadanos debemos estar siempre listos, valorar fríamente los hechos, separar el trigo de la paja, pensar mucho y votar responsable por quien consideremos la mejor opción política para liderar al país y enfrentar los grandes retos nacionales.
El voto es nuestra mejor arma democrática. Utilicémosla bien. No se vale el abstencionismo. Todavía hay tiempo para meditar, escuchar los debates entre los candidatos y valorar a fondo por quién votar en diciembre y en enero.