El herpes gestacional es una erupción que se produce durante el embarazo, formada por ampollas llenas de líquido y que provocan una intensa picazón.
El término herpes es confuso, porque el brote en realidad no lo causa el virus del herpes ni por ningún otro. Se cree que la razón de este padecimiento son ciertos anticuerpos anormales que reaccionan contra los tejidos del propio cuerpo, es decir, se trata de una reacción autoinmune.
Aunque es poco frecuente, puede aparecer en cualquier momento después de las 12 semanas de embarazo o inmediatamente luego del parto.
La erupción es pruriginosa, lo que significa que causa mucha picazón y, habitualmente se acompaña de pequeñas vesículas llenas de líquido y de otras formaciones más grandes, de formas irregulares y también llenas de líquido formando ampollas.
Suele comenzar en el abdomen, pero en seguida se extiende y, en ocasiones, abarca una zona con forma de anillo, con ampollas alrededor de su borde externo.
Típicamente empeora poco después del parto y desaparece en pocas semanas o meses. A menudo reaparece en los embarazos siguientes o con el uso de anticonceptivos orales. El recién nacido puede presentar una erupción similar, que suele desaparecer a las pocas semanas sin tratamiento alguno.
Para confirmar el diagnóstico, se extirpa una diminuta porción de la piel afectada y se envía a un laboratorio para determinar la presencia de anticuerpos.
El objetivo del tratamiento es aliviar la intensa picazón y evitar que se formen nuevas ampollas.
La erupción es leve, suele ser de utilidad aplicar con frecuencia una crema con corticosteroides sobre la piel afectada.
En caso de erupciones más extendidas, los medicamentos se administran por vía oral. La administración de corticosteroides cuando el embarazo está avanzado no parece perjudicar al feto. Si el picor aumenta o el brote se extiende después del parto, puede ser necesario aplicar una dosis más alta de dichos medicamentos.
