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Opinión

De la epopeya a la mediocridad de siempre

Lic. Edilberto Escobar Cascante*

Desde que se supo del sorteo de grupos, para el Mundial de Fútbol de Brasil 2014, hasta el día a día de cada partido, nuestro país sabía que lograr la meta era un imposible, que clasificar era un sueño y clasificar de primeros -en el mejor de los casos- una verdadera epopeya griega. 

En la jerga helénica, el máximo logro de sus líderes, de su pueblo y de sus Dioses, era eso, una epopeya. Revertir el destino, cambiar el péndulo de la vida, lograr lo imposible. Pero se logró, se hizo, se superó el azar y sobretodo, la idolatría a tres equipos excampeones del mundo, que los periodistas citaban en el Apeiron, a lo lejos… inalcanzables. 

Se logró más allá de eso, se sobrepasó la epopeya, el infinito y cayeron como caerán, todos los ídolos con pies de barro, las pequeñeces mentales que nos han tenido marcados en todo. 

La Selección regresó y esa misma mediocridad, que nos tiene tomada la razón, la voluntad y la conciencia, no había sido apartada del todo. 

Se descabezó el grupo y para eso había que acusar ante los “superiores” las razones para hacerlo, había que salir del Olimpo conquistado. Dar detalles de los agravios, como antes de la epopeya. 

Entonces se escogió la opción más barata, no se entendió que para llegar a la hazaña y mantenernos en ella había un precio. No cualquier precio, nada más que desterrar la mediocridad humana de nuestro ser. Ulises el héroe griego come. 

Había que volver a lo mismo, buscando exjugadores se regresó al pasado, pagándoles lo que nadie de nivel mundial aceptaría ganar, pero que a las expectativas de desempleados, que no saben ni hablar, era como maná caído del cielo. 

Se comenzó a transitar nuevamente, por el camino de la mediocridad, por donde todas las versiones del equipo de todos y en todos los torneos donde participó de 1914 hacia acá, fracasó y no se ve esperanza alguna de relevo generacional, porque este no es tema que importe a los dirigentes de ahora, viven y hacen vivir lo apriorístico, lo del momento, bajo la doctrina del conformismo y haciendo números con lo que hagan otros, dependiendo de otros, echaron por la borda el resultado de la epopeya de Brasil. 

Con una prensa deportiva que aplaude el desmadre, acrítica, aduladora, manipuladora, ignorante y sobre todo que no hace distancias con los dirigentes, ni diferencias con nadie, que ha tapado muchas cosas, incluido lo de Li y compañía, no cuestiona nada, ni a nadie. Cómplice de la mediocridad, acostumbrada a mover la cabeza, que lo disimula inventado récords ridículos y risibles que en nada importan, con los que adormilan a la gente y no les permiten reaccionar ante su propia realidad, ante sus circunstancias humanas, a sus necesidades propias, a todo, agobiada por las tarjetas electrónicas que les meten por el encéfalo en cada anuncio en los partidos de la Sele, sujetados a lo mismo, a hacerle el negocio a los comerciantes. 

Los aficionados solo mantienen vivo el negocio, luciendo una camiseta de la Sele en cada partido, que en ninguna parte regalan. La Sele entraña un negociazo que le llena los bolsillos a los canales de televisión, a la Coca Cola, a los Mac Donald´s, a las pizzas, a las tiendas que venden uniformes, a las ventas de pollo y a las agencias de publicidad.

 

*Abogado y Notario Público

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Jueves 09 Noviembre, 2017

HORA: 12:00 AM

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