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Opinión

La nacionalidad española secuestrada por Estados Unidos

Lic. Gerardo Morales / La ley a su alcance

El tema de hoy es diferente, pero pone en perspectiva el problema de nuestros hermanos latinoamericanos que se han visto obligados a penetrar ilegalmente el territorio de Estados Unidos de América y cómo se eliminó una nacionalidad, por un acto de guerra. Definitivamente, los tiempos cambian y lo posterior lo demuestra. 

Don José María Penabad, periodista español afincado en el país desde hace media teja, exembajador en Cuba nuestro, me envió una reproducción de un artículo nostálgico sobre la Hispanidad Olvidada de Puerto Rico. Esto salió en el periódico ABC y revive una historia olvidada: que Puerto Rico nunca quiso ser independiente, sus ciudadanos e hijos eran españoles iguales a los de la península, y hasta su moneda, el peso, tenía la efigie de un Alfonso XIII niño por una cara, y en la otra una palmera que decía Isla de Puerto Rico.

Al contrario de Cuba, que se alzó en armas contra España, Puerto Rico fue recogido como botín de guerra por Estados Unidos, al final de la guerra del 98. Se llevó a sus arcas a Puerto Rico, Cuba, Filipinas, Guam y otros territorios.

Pero hubo resistencia de los comisarios españoles que negociaron (¿?) la rendición, para que se mantuviera la nacionalidad española de los isleños, sin éxito. Muchos se resistieron, pero al final fueron incorporados como gringos de segunda, con el mismo tratamiento de los nativos de Alaska, como integrantes de tribus salvajes. Tuvieron la ciudadanía impuesta, pero sin derecho a votar en las nacionales y otras limitaciones.

Pues cierra el bendito artículo con un reclamo al Gobierno español, que reconoció hace unos cuantos años el derecho de los sefarditas y descendientes de los republicanos de la Guerra Civil, con la Ley de Memoria Histórica, para devolverles la ciudadanía a aquellos que huyeron con la caída de la República.

Mientras que en Filipinas solo quedaron de recuerdo la religión y algunos nombres hispanos, Puerto Rico sigue orgulloso de su ancestro ibérico, pero sin el reconocimiento del Gobierno español a su fidelidad, pues hasta puertorriqueños se negaron a asumir la ciudadanía gringa de segunda que se les ofreció. En Guam -que también se ha puesto de moda por la crisis con Norcorea- Luis Marina, guachimán español de la isla, tuvo que renunciar y entregar el mando, pues ni siquiera tenía balas para sus oxidados cañones. Esta ocupación, la de Guam, tiene un sesgo de candorosidad, pues ante la impotencia de resistirse a la impresionante fuerza naval americana, representada por el buque de guerra armado hasta el carajo, el Charleston, el oficial español a cargo, Luis Marina, se disculpó con los gringos, al no poder devolver la cortesía del saludo que le hicieron con tres cañonazos, al pensar que era una visita amigable.

Esta historia no tan antigua, efectos de la guerra entre España y Estados Unidos de América de 1898, nos muestra que el vencedor siempre se lleva todo, y la ironía de que, por un acto de guerra y rendición, se les privó a los puertorriqueños de su nacionalidad española, y se les impuso la nacionalidad americana a la fuerza, esa misma que los latinoamericanos y hasta nacionales africanos arriesgan sus vidas para lograrla.

El punto final es que esa nacionalidad española debería restituirse a los boricuas que así lo soliciten, y que el Gobierno español debería concederla, pues quien la eliminó se brincó la voluntad de los afectados.

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Miércoles 20 Septiembre, 2017

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