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Deportes

¡La verdad del “Machillo” Ramírez!

Seleccionador reveló intimidades

Óscar Ramírez será el primer técnico nacido en Costa Rica en dirigir a la Tricolor en un mundial. (Foto: Isaac Villalta)

Óscar Ramírez, técnico de la Selección Nacional mayor de fútbol, puede canjear cualquier cosa menos la humildad. El timonel reveló intimidades en el programa La Verdad, que conduce Vivian Quesada y que es trasmitido por Extra TV los miércoles a las 7 de la noche.

“Machillo” fue el invitado de lujo de esta semana y con la autenticidad que lo distingue respondió a cada una de las consultas, por más íntimas que fueran.

Por ejemplo, solo su entorno más cercano lo conoce por sus tres nombres: Óscar Antonio Gerardo Ramírez Hernández. “Tengo tres nombres, pero solo me salen en las cosas del Gobierno (risas)”, dijo a modo de chota el entrenador, quien combinó sonrisas con seriedad cada vez que lo ameritaba.

¿A qué se debe tener 3 nombres? “Óscar por mi padre, Antonio por mi abuelo materno y San Gerardo porque era que traía el ombligo arrollado, entonces mi mamá me encomendó a San Gerardo”, respondió el exmundialista de Italia 90.

Su nacimiento fue complicado porque tenía el cordón umbilical enrollado. “Nací en el hospital de Heredia, la vi fea, porque me pasaron a la incubadora de una vez. Mi mamá estaba para parto y se retardó mucho, cuando me sacaron estaba la cosa fea”, recuerda con algo de nostalgia.

“Mi madre me cuenta que la historia estuvo difícil, y me encomendó a San Gerardo”, recalca.

Respecto al largo nombre, argumenta que se lo recuerdan cada vez que acude a hacer un pago o algún trámite. “Cuando voy a hacer un pago, por ejemplo, los seguros del INS fue donde me di cuenta que estaban los tres nombres registrados. Siempre uso el Óscar nada más”.

Contó que su madre lo apodó Indio Blanco, porque de carajillo era bastante inquieto y detrás de esa timidez que a veces proyecta, esconde muchas travesuras que cometió en su infancia.

“Lo de Machillo fue porque era rubio, rubio, mi mamá me decía Indio Blanco, acuérdese que antes los indios eran malos, y seguro era demasiado fogoso y mi mamá me decía solo Indio Blanco, de lo malo que supuestamente era yo”.

De paso, añora aquellos años en la escuela y colegio. “Era una infancia muy bonita, muy libre, ríos, campos, ahí en Belén”.

 

FIEL CREYENTE

 

Ramírez se declara un fiel creyente en Dios. “Soy católico, papi no tanto, me da risa porque cuando íbamos tarde a misa preguntaba que cuál es el evangelio. Hay una etapa de colegio en la que mami en lo personal me induce más a la religión, yo le cuidaba a los chiquillos y hacía oraciones en la casa, entonces me fui metiendo mucho o entendí más qué es la religión, entendí más qué es Dios. De hecho, lo que he vivido en esta última etapa de mi vida va muy encomendada con él”.

Acostumbra todos los días a leer la Biblia, orar y encomendarse siempre al Creador.

“Lo lindo es cuando uno entiende que humanamente no se puede manejar alguna situación, porque uno la quiere en línea recta, pero él a veces la tira con curva o lo hace brincar. Uno vuelve a ver para atrás y lo que pensaba en aquel momento a lo que pasó, aprendió y entendió para que se diera esa situación. Y muchas veces me pasa que cuando se lesiona algún jugador, le digo a Dios por dónde venís o qué me estás solucionando, porque no lo veo por el lado negativo, qué me estás queriendo decir para entender. Porque si me pongo de rebelde o a maldecir no hago nada”.

Considera que el ser humano quiere pasarla siempre bonito, ser inmune al sufrimiento, pero toca superar momentos convulsos para ser mejor persona en todos los ámbitos.

“Hay alguien superior, y muchas decisiones en mi vida lo que hago es que me retiro para orar”.

De ese tema contó: “Como anécdota, cuando iba a trabajar con Hernán Medford (en Saprissa), me metí a la Iglesia de Belén y le decía ‘Señor dígame qué es con esta oferta, porque somos (Ramírez y Medford) muy diferentes o qué mensaje me estás dando’. Y se me vino a la mente todo lo que había pasado, las luchas, porque creía que ya estaba para técnico. Y me dije que si tenía que arrancar otra vez de abajo y poder aceptar esa voluntad que así fuera; y me permitió entender a Hernán”.

 

TRANQUILO

 

Ramírez lleva dos años sentado en el banquillo de la Tricolor y a muy pocas personas les habla de su vida íntima. Esta vez rompió ese protocolo.

“Soy muy llevadero, igual con la doña en el matrimonio, lo que no me gusta es que me entren de frente de una vez y me obliguen de una vez a algo, porque la gente considera que es ya. Y no, siempre digo suave, maduremos esto, mastiquemos esto para entender por donde es la cosa para tomar una mejor decisión, pero a la brava sí que no”.

“Machillo” cursó la primaria en la Escuela España y la secundaria en el Liceo de Belén. Se declara un belemita al 100% y su sueño de niño siempre fue competir en un mundial mayor, que logró en Italia 90.

Pasa cada vez que puede en la Panadería Guima, donde aprovecha para enterarse de los pormenores del pueblo y saludar a los lugareños. “Se ha vuelto como un local histórico. Creo que él (dueño) viene de Pérez Zeledón, pueden ser unos 30 años que se instaló y la pegó como decimos nosotros y ahí está”.

El timonel es admirado por la sencillez y humildad con la que se mueve. “Entendí muy rápido que la fama era difícil, los primeros dos años está el anhelo de llegar y que lo reconozcan a uno, pero cuando se ve las responsabilidades que implica es complejo, y el hecho es el ser, no el tener. Esa parte me quedó muy marcada y he tratado de ser lo más espontáneo, más simple, porque no me hace el que sea esto más que cualquier persona. Hay un entorno que es en el que uno se desarrolla, se va buscando un camino, por ejemplo, la ilusión de niño de querer ir a un mundial, pero eso no quiere decir que uno se crea diferente, eso lo entendí rápido”.

 

SENCILLO

 

Trata de no perder el norte ahora que goza de fama, porque recuerda los muchos obstáculos que superó en la niñez y adolescencia, como el ser rechazado porque su padre era un criador de cerdos.

“Uno viene de muy bajo y esa parte de vivencia ayuda. La vida lo va moldeando. Mi padre fue criador de cerdos y mucha gente lo veía a uno como con asco por los olores de los cerdos, como que no era bien visto, era despreciativo. En algún momento a uno lo despreciaron, pero uno no quiere hacer eso con los demás, uno lo vivió y entiende que no es bueno, se siente mal”.

Habló de otra de las ocupaciones de su padre con la que los sacó adelante. “Mi papá también tuvo un matadero de pollos y los desperdicios de los pollos los cocinaba y no era un olor agradable y en todas esas cositas tuve que ayudarle a mi papá. Por eso digo venir de abajo por esos menesteres”.

Enfatiza que nunca se sintió mal por ayudarle a su progenitor, responsabilidad que llevó en los hombros por ser el mayor.

“Somos 7 hermanos. Soy el mayor y hay uno fallecido, Minor, quien era la yunta mía. Le dio Hepatitis C, un tema de una enfermedad de Wilson y quedó un poco mal, de hecho, nos mandaron a hacer exámenes a todos. Él murió muy joven, a los 20 años”.

 

NO ESCUCHA

 

Se concentra tanto en los partidos que no escucha cuando la gente se mete con su persona y lo insultan. Asegura que no tiene tiempo para pensar en los comentarios que no lo ayudan a crecer, y entiende los reproches de la gente, quieren victorias siempre.

“Los oídos están cerrados, es un tema pleno de concentración. Uno ve la gente de prensa, juntabolas, todo, pero lo de uno es lo que está pasando. Es como cerrarse uno”.

Apuntó que tampoco tiene espacio para alimentar sentimientos de odio. “La vida me ha enseñado que no tengo que sentir odio. Es una perdedera de tiempo estar en el tema de vengarse, odiarse y tener esa relación con Dios, le pido que si en algún momento me quiere nacer algo que me lo quite. Es una lucha interna”.

Los años lo han llevado a no ser tan colérico, como era en su etapa como futbolista.

“Cuando jugaba me pasaba una al año ese famoso “Chuky” que se mete. Con mi esposa igual, le pido perdón porque es como un desahogo”.

Agradece a las personas que se le acercan y le dicen que lo tiene en sus oraciones y le hacen buenos comentarios.

Dentro de sus confesiones dijo que le gusta bailar y que le hace a todo en la pista de baile. Reveló que cuando perdió la vergüenza se tira a pista más seguido. 

“Como dice mi tata hay que hacerle a todo”, afirmó el seleccionador, a quien lo irrita la mentira, le gusta el pelo largo, de hecho, piensa dejarse crecer nuevamente cuando esté alejado de los banquillos.

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