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Opinión

Acuerdo nacional: la clave es un gabinete multipartidista

La columna de Jaime Ordóñez

Hay que felicitar a Roberto Artavia y a Miguel Gutiérrez Saxe (y a Ottón Solís, el propulsor de la idea) por el magnífico trabajo de los últimos meses que generó ese Acuerdo Nacional en más de 55 temas. Han demostrado su gran patriotismo y su habilidad para buscar en la diversidad unidad, y para ver en el largo plazo.

Sin embargo, ¿será posible concretar un Acuerdo de esa naturaleza en Costa Rica, hoy una sociedad tan fragmentada y tan propensa al canibalismo político (donde hace ya muchos lustros no se dialoga), sin lo que existe es una lucha estridente y estentórea donde todos gritan para atacar, demonizar y destruir al otro?

¿Existirá la serenidad y altitud de miras para llevar a la práctica grandes convergencias (como los que se hicieron a mitad de 1940 con Calderón, Mora y Sanabria, o en 1949 con Facio y el resto de sectores políticos)? ¿Podrán los distintos actores superar la codicia del corto plazo, de no caer en la trampa de entender el poder como un juego de suma 0, es decir, de no confundirse por el espejismo de creer que quien gana el Poder Ejecutivo gana realmente "el poder", sin percatarse de que hoy está muy repartido, en un Legislativo fraccionado y en una sociedad dividida en muchos sectores o en muchas agendas?

La duda que tengo es si los partidos entendieron la magnitud y la seriedad de lo que tienen entre manos. Si realmente entenderán que la única manera es cambiar las reglas del juego y ello significa "repartir poder". La única manera de pactar, de poder ejecutar esos 55 acuerdos, será crear un escenario donde todos los partidos y sectores sientan que participan en la toma de decisiones, que son parte de la mesa. 

Y para ello se necesitará -para empezar- un gabinete multipartidista, fruto de un gran acuerdo nacional. Porque la tentación de quien gane el Poder Ejecutivo en febrero 2018, o en mayo (en una muy posible segunda vuelta), será hacer lo que hicieron todos los Ejecutivos en los últimos gobiernos: tomarse para sí la totalidad del botín. Creer que ganar la elección presidencial significa haber ganado todo el pastel, y del derecho a comérselo.

Pero Costa Rica no es así. Se ha convertido en las últimas décadas en una sociedad fragmentada, dividida, y en que el poder no está en Zapote, sino realmente en Cuesta de Moras, en el Parlamento, y en una sociedad política y económica compleja. Somos un parlamentarismo de facto. Y, como sucede en los gobiernos parlamentarios, los gabinetes se hacen tomando en cuenta a muchos sectores: así lo hace Merkel en Alemania, así lo hacen los escandinavos, invitando a muchos a sentarse a la mesa. Lo que hicieron en la década del 40 Calderón, Mora, Sanabria, Figueres, Facio.

¿Pero lo entenderán así nuestros actuales actores políticos? Quien gane la elección presidencial de 2018 lo hará en primera o segunda vuelta con un 40% de votantes que representarán apenas un 25% del padrón, menos de un 15% de la sociedad costarricense. Muy poca representatividad. ¿Podrán escaparse de la tentación imperial de creer que han ganado el trono de un reinado omnímoda? O harán un gobierno que represente a esta sociedad compleja que somos. De este simple factor depende mucha de la gobernabilidad de la próxima década.

 

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PERIODISTA: Jaime Ordóñez

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Lunes 17 Julio, 2017

HORA: 12:00 AM

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