Les quedan debiendo a las mujeres que murieron
Editorial
Como país hay situaciones en que las autoridades están debiendo. Una de ellas sin lugar a dudas es el tema de la violencia contra las mujeres, la cual deja muchas víctimas.
Esas tragedias son lloradas por sus familias. En muchos casos las féminas dejan uno o varios desamparados, pues ante el escenario de una madre muerta, un padre en la cárcel o fallecido quedan a la espera de la buena voluntad de su familia cercana.
Y si son muchos, empiezan a rodar en las casas de los parientes, pues los abuelitos o los tíos no logran hacerse cargo de todos. Puede que terminen en un albergue del Patronato Nacional de la Infancia viendo quién se apiada de ellos.
No hay un solo mes en que no se reporte el homicidio de una mujer a manos de su pareja; pudo denunciarlo por violencia intrafamiliar miles de veces, pero al fin y al cabo no pasa nada.
Lo peor que le puede pasar al hombre es que le ponen medidas de no acercarse, pero no hay quién verifique esto; se expone a las féminas a ser víctimas en cualquier momento, por lo que los agresores aprovechan para ir y matar a su cónyuge o novia. Muchos luego toman la cobarde decisión de suicidarse.
Quizá emulan la escena de Romeo y Julieta para morir juntos porque ellos “sin la mujer no son nada”. Pensamos que lo hacen para no pagar por el crimen.
El caso que ha indignado en los últimos días es el de la joven agredida por un desconocido por no dejarse que le dijera cochinadas, producto de los golpes ella perdió a la criatura que estaba gestando.
Ante esta agresión y luego de aceptar la culpa lo más grave que le ocurrió al hombre es pagar una multa de ¢45 mil, o sea no hay nada más risible. Parece que es peor meterse con un animal que maltratar a una mujer.
En los últimos años se reportan entre 30 y 40 femicidios; las familias se preguntan por qué no se actuó a tiempo.
Estas cifras se han disparado, el propósito es que nosotros pongamos nuestro granito de arena para que eso no se repita.
Se debe recordar que las agresiones no son solo físicas, hay otras peores que lastiman y no dejan ni una sola marca, por lo que las personas que nos rodean no pueden darse cuenta de lo que muchas mujeres viven.
Algunos piensan que la violencia contra las féminas implica solamente los golpes, las patadas, arañazos y puñetazos, sin embargo están muy equivocados. Además de las agresiones físicas, los tocamientos impropios, los abusos sexuales y hasta las palabras hirientes son parte de esta ola de desagravios a los que día a día se exponen.
No hacemos nada con que se hagan foros y marchas si los agresores y potenciales asesinos no pagan por lo que hacen, no es posible que una mujer sea golpeada casi hasta la muerte y el hombre ande en la calle.
Pero lo peor de todo es que además son tan vivos que se hacen de otras parejas para someterlas a maltratos, malas palabras y violencia intrafamiliar, pues este es su modus vivendi.
Las féminas deben entender que posiblemente un hombre que de novio es agresivo de esposo va a ser peor, ya que se escuda en la privacidad del hogar.
Un llamado vehemente a las autoridades para que de verdad protejan la vida de ellas porque no hacemos nada con que en el Día Internacional de la Mujer y en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer se rasguen las vestiduras por todas las fallecidas, si no se les da una solución a las costarricenses.
Es alarmante ver los datos del Observatorio de Violencia de Género contra las Mujeres del Poder Judicial. Estos revelan que todos los días se presentan 132 solicitudes de medidas de protección, para 2017 la cifra mensual de femicidios aumentó porque al 2 de junio se contabilizaron 16 víctimas, dos más que el año pasado.
A esto hay que sumarle que cada año al Poder Judicial llegan entre 45 mil y 50 mil denuncias de mujeres que se quejan por ser víctimas de violencia, de las cuales 300 llegan hasta sentencias judiciales y la Fuerza Pública reporta que a la fecha conoce 44 mil eventos de agresión contra las féminas.
Tengan claro que aquí ninguna mujer sobra, todas tenemos un papel importante no solo para la economía del país, sino para cada uno de los miembros de su familia.
Sin lugar a dudas en nuestro país queda mucho por trabajar, ya que la violencia y el hostigamiento no solo se da en los hogares sino que ya llegó a los centros de estudio, espacios laborales, la calle y en los servicios de salud durante el embarazo y el parto.
Esperemos que las promesas que se hicieron no se queden solo papel o por tomarse una foto para salir en los medios de comunicación.
