Es mejor aquí corrió que aquí murió
Editorial
Es de conocimiento de muchos que las lluvias en el país no cesan. Al menos antes el invierno y el verano estaban más definidos, sin embargo, en la actualidad cuando menos lo esperamos se viene un aguacero de esos en los que podemos decir con toda propiedad que hasta caen perros y gatos. A ello debemos sumarle que en cualquier momento hay empujes fríos, temporales y otros fenómenos climatológicos que sin lugar a dudas no nos permiten dejar la sombrilla en casa.
Tal vez esta situación ha provocado que zonas antes seguras para vivir, ahora representen un peligro para quienes las habitan; prueba de ello es un lugar conocido como Matinilla de Salitral de Santa Ana, allí varias familias corren peligro de muerte.
Se sabe que en nuestros tiempos hacerse de una casita es bien complicado y según la situación económica que tengamos se torna un sueño literalmente imposible; por eso resulta comprensible que muchas de esas familias santaneñas no quieran salir de sus hogares, no obstante ante el inminente peligro lo mejor es aquí corrió que aquí murió.
Da pena tener que enfocar la situación de esta manera, pero ante las circunstancias lo preferible es buscar el bienestar de todos los miembros de la familia, en vez de tener que llorar la muerte alguno que quedó sepultado por el cerro.
Esto en especial porque ya la municipalidad local clausuró el lugar; pero, a pesar de ello, lo que aún no comprendemos es cómo el Ministerio de Salud aún no ha actuado. ¿Acaso espera que en ese sitio ocurra una desgracia como la sucedida en Escazú hace unos años?
Ante estas circunstancias casi que hay que actuar de oficio, pues una lluvia fuerte puede ser la diferencia entre la vida y la muerte de los lugareños.
Mientras que sin una orden desalojo, el Insitituto Mixto de Ayuda Social (IMAS), por su parte, no puede ayudarles con nada para que traten de abandonar este peligroso escenario.
Hacemos un llamado a todas las familias que viven en zonas de riesgo para que estén alertas, pero lo primero es que busquen cómo salir de ahí, ya que es muy doloroso perder a un ser querido por no haber actuado a tiempo.
Además, hay que hacer un reclamo a las autoridades municipales locales, así como a las de todo el país, pues están dando permisos de construcción a diestra y siniestra sin tomar en cuenta los peligros de ciertos lugares o lo que puede significar construir en un sitio que ya ha sido inhabilitado por su riesgo.
Claro ejemplo de esto son los permisos dados para hacer unas casas nuevas, provocando que al realizar los movimientos de tierra, otras viviendas, que tienen años de estar ahí, perdieron algunas partes, pues se generó un deslizamiento.
No obstante, esto no es lo peor, pues tras una exhaustiva inspección, la acción de las autoridades para con las familias que habían perdido parte de sus casas fue darles bolsas plásticas para que taparan los huecos que habían quedado. Hasta el momento nadie les ha dado la cara para ver quién se va a hacer cargo de estos daños.
Las lluvias y los fenómenos naturales no son los culpables de todas las vicisitudes que las personas están sufriendo, los responsables somos todos nosotros que nos estamos adueñando de terrenos no aptos para vivir, lo cual sucede por botar basura y ensuciar los ríos, alcantarillas y calles, de manera que lo único que hace la naturaleza es devolver lo que no le pertenece.
El punto es que ya nadie se salva, prueba de ello fue la gran inundación que hubo en las instalaciones del Instituto Tecnológico de Costa Rica en Cartago, institución a la que le tocó sufrir los embates de la lluvia, pero además a esto hay que sumarle todas las familias cartaginesas que también se vieron anegadas.
Pongamos todos nuestro granito de arena y no seamos irresponsables como para insistir en hacer casas donde claramente la naturaleza nos lo va a cobrar, ya sea porque están cerca de un cerro o de un río.
