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Vida

“Sobre la cama y medio desnudos, mi esposo y su amigo se toqueteaban”

Sentimientos en Conflicto

Imagen con fines ilustrativos.

CONSULTA: Estimado Profesor Corazón, aunque me costó decidirme, soy una mujer a punto de cumplir 55 años, de los cuales viví casada 27 de ellos, es decir la mitad de mi vida. Me enamoré siendo muy joven y me casé apenas saliendo del colegio con mi segundo novio de secundaria. El hombre con quien me casé fue de mi generación de colegio, aunque no fuimos compañeros de aula tuvimos una bonita relación en la que yo siempre llevé la iniciativa porque él no se fijaba mucho en mí.

Muy jovencitos e inexpertos y con cierta oposición de las familias llegamos al altar, aprovechando que él ya tenía ingresos fijos pues había entrado a trabajar como misceláneo en un banco y además una tía nos facilitó una casa que tenía desocupada con tal de que se la cuidáramos. A los 21 ya tenía mi primer hijo y no pasó mucho tiempo para que llegara el segundo y así en un abrir y cerrar de ojo llegamos a ser seis en la familia.

Con la llegada de los hijos, mis papás y mis suegros se comenzaron a identificar mucho con nosotros y nos ayudaban bastante con los gastos, pues eran los primeros nietos y ellos se pusieron como locos con los chiquillos. Pasamos momentos muy lindos con actividades familiares donde él era muy bien aceptado, pues es una persona muy cariñosa y sin vicios, aunque algunas veces escuché comentarios de que él era muy fino, pero nunca le presté mayor atención a eso.

A él le conocí un amigo desde la época de colegio con quien andaba todo el tiempo, aunque nunca vi ni sospeché nada raro porque se comportaban como dos buenos amigos. Cuando nos casamos este hombre se fue alejando de mi marido, pero varios años después comenzaron a verse con cierta frecuencia. Recuerdo que me decía que iba a salir con ese amigo, pues lo había invitado a tal o cual lugar, por lo que comenzó a tener salidas más seguidas con él. No tenía motivos para sospechar porque siempre lo observaba muy varonil, sin ademanes ni gestos extraños, muy cumplido en sus obligaciones familiares y cariñoso con los hijos.

Sin embargo, una vez una amiga me trajo el chisme de que lo vio entrando a un bar gay en San José, pero cuando le pedí explicaciones me dijo muy que en ese lugar trabajaba como bartender un vecino, lo que era cierto, el cual lo había invitado a tomarse una cerveza y a conocer el lugar, pero simplemente por curiosidad, ya que nunca había entrado en un lugar de esos. La explicación me pareció lógica, sobre todo apoyada en que ese vecino de verdad trabajaba en ese lugar y tenían cierta amistad. Pero con el tiempo las salidas se volvieron más frecuentes, al grado que no pasaba una semana sin que me dijera que iba a un bar a tomarse una cerveza, al estadio o a darse una vuelta por ahí.

Eso comenzó a incomodarme, ya que se estaba olvidando de mí y prefería salir con él bajo cualquier excusa, incluso en una ocasión me dijo que no podía acompañarme en mi cumpleaños porque tenía otro compromiso, aunque nunca me aclaró qué clase de compromiso. Aunque dormíamos en la misma cama, nuestras relaciones sexuales se fueron distanciando y poco a poco nuestra intimidad comenzó a ser nula, sin que él me diera oportunidad de hablar sobre el tema.

Pero el golpe de mi vida me lo llevé una tarde que no tenía planeado regresar a la casa porque en la empresa donde trabajaba me enviaron a un seminario de dos días a un hotel, pero como me sentía mal y no podía concentrarme en las charlas decidí regresar, pues lo único que quería era tomarme un té y acostarme a descansar. Ese día coincidió que nadie estaba en la casa, ya que mi hijo mayor está casado y alquila un apartamento en San José, los otros dos andaban en la universidad y el menor en el colegio, pero como se celebraba la semana estudiantil me había pedido permiso para quedarse en un baile.

Así que lo que menos esperaba era encontrar a alguien en la casa, por eso al llegar entré con toda naturalidad sin hacer mucho ruido, pues iba directo al baño, ya que iba un poco descompuesta. Estando en el baño escuché algunas voces que me sorprendieron, entre las que identifiqué a la de mi marido, lo cual me extrañó muchísimo porque tenía entendido que él no iba a estar esa tarde, ya que salía del trabajo en horas de la noche.

Por eso me dirigí en silencio al dormitorio y al abrir de sorpresa la puerta me llevé la impresión más impactante de mi vida. Sobre la cama y medio desnudos, mi esposo y su amigo se toqueteaban en una escena que me dejó paralizada, no pude reaccionar, no sabía si llorar, gritar o reír. Fueron segundos eternos en que ni yo ni él pudimos decir nada. Sentía dolor, asco, repulsión al ver al hombre de mi vida con quien había compartido 24 años de matrimonio, en la misma cama donde vivimos tantas cosas lindas y donde también planeamos tantos otros proyectos en esas noches de insomnio.

Solo atinaron a salir rápido sin decir nada mientras se ponían la ropa, mientras yo con un grito ahogado en la garganta no supe qué hacer. Aquello fue terrible y esa escena no me la he podido quitar de la mente, pese a los años que han pasado. Ese día salió de la casa para siempre sin decir nada, en todo caso no había nada que decir, era más que evidente. Yo tampoco quería decir nada, solo deseaba mantenerlo alejado de mi vida, no me importaba divorcio ni bienes sino estar bien con mis hijos tras aquel tremendo golpe.

Aunque yo les di otra explicación sobre lo que sucedió, creo que en silencio mantienen el secreto y posiblemente para no causarme más dolor nunca tocan el tema. Ahora él vive con un familiar y mis hijos poco a pocos han aceptado verlo ante tanta insistencia. Aunque no puedo decir que nunca más, por ahora no me nace ningún acercamiento para hablar del tema y conversar sobre nuestros bienes, al fin y al cabo él tampoco se ha interesado.

Quisiera rehacer mi vida porque me quedan muchos años por delante y deseo disfrutar, a mi edad es difícil aunque no imposible encontrar un compañero, tendría que ir muy a la segura para no llevarme algún otro golpe. Eso es, querido profesor, lo que quería contarle y usted verá si vale la pena hacer una publicación o comentar sobre el tema. Le agradezco su atención y disculpe que solo me identifique como “María”.

Encuentre la respuesta del Profesor Corazón en la edición impresa de DIARIO EXTRA.

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Jueves 08 Junio, 2017

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