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Opinión

Carta abierta al Director del Teatro Nacional

Alfredo González*

En el marco del acto de inauguración de la Sala Yolanda Oreamuno, en Casa Presidencial, el pasado 23 de febrero, expuse al señor Presidente de la República una preocupación en torno a la mecánica teatral de nuestro Teatro Nacional, que motiva estas líneas.

Como expresidente de la Comisión Nacional de Patrimonio Histórico Arquitectónico y persona comprometida con la defensa de nuestras construcciones emblemáticas durante ya muchos años, recibo con frecuencia consultas y alarmas de otros ciudadanos relacionadas con el tema. Desde diciembre del año anterior a la fecha, he escuchado un rumor acerca de la intención de cambiar la mecánica teatral manual de nuestro Teatro Nacional por una “más sofisticada”.

En la ocasión que menciono, recordé al señor Presidente que este mecanismo es prácticamente único en el mundo, ya que muy pocos teatros más lo conservan. Es, además, una parte vital de la condición patrimonial del inmueble a su cargo, que me atrevería a calificar como el más preciado por todos los costarricenses.

Subrayo que esta mecánica manual ha funcionado perfectamente desde la inauguración del teatro, en 1897, y que no implica grandes esfuerzos físicos por parte de quienes la operan. Ante esta afirmación, surgen entonces varias preguntas: ¿Por qué es necesario reemplazarla? ¿Qué medidas de protección y conservación se utilizarán para salvaguardar la mecánica tradicional? ¿O es que acaso la instalación de un mecanismo moderno implica la modificación o destrucción del anterior?

Intuyo que su respuesta podría argumentar que el proyecto se emprende con la intención de modernizar al teatro y dotarlo de equipo a la altura de recintos similares alrededor del mundo, como adujo la señora Ministra de Cultura, a quien solicité presenciar mi conversación con el señor Presidente de la República. No obstante, señor Herrera, este planteamiento propone nuevas preguntas: ¿Por qué se busca modernizar una pieza histórica? ¿No es acaso más atractivo mostrar una mecánica que trabaja a la perfección desde la primera función que se dio? ¿No estaría más agradecido y orgulloso un público informado de saber que su teatro tiene y utiliza una maravilla de la ingeniería que ha logrado sobrevivir al tiempo? ¿Por qué alterar la autenticidad de nuestro máximo recinto de las artes para presentar algunos espectáculos si existen otros sitios donde pueden presentarse? ¿No es cierto que lo que no se usa se atrofia?

Existen muchas cartas y acuerdos internacionales en materia de restauración que deben ser incorporados a cualquier trabajo que se realice en nuestro Teatro Nacional, si bien se procura su sobrevivencia a través del tiempo. Baste mencionar la Carta de Cracovia, redactada a propósito de la Conferencia Internacional sobre Conservación “Cracovia 2000”; y que dicta una serie de principios para el mantenimiento y restauración del patrimonio construido. Este valioso documento hace un llamado a mantener la autenticidad e integridad en procesos de intervención de edificios históricos, de acuerdo con su conformación original, mediante un apropiado “proyecto de restauración” que preste total atención a todos los periodos históricos presentes en el inmueble.

La Carta de Cracovia, además, es contundente en cuanto a que la intervención elegida debe respetar la función original y asegurar la compatibilidad con los materiales y las estructuras existentes, así́ como los valores arquitectónicos e históricos. Este acuerdo establece la condición sine qua non de que todo proyecto debe ser coordinado por una persona calificada y bien formada en conservación y restauración, lo cual es vital cuando de edificaciones patrimoniales se trata. Es necesario entonces conocer quién es el Restaurador, formado como tal, a cargo de este proyecto.

Si la mecánica teatral ha funcionado de manera perfecta y continúa haciéndolo hasta hoy, ¿por qué es necesario intervenirla? En la nota “Cirugía del Teatro Nacional se realizará con pinzas”, publicada en La Nación el 27 de marzo, se aducen requerimientos de las puestas en escena modernas -algo que no me convence en el caso de un teatro patrimonial- y el riesgo de incendio, por ser una estructura de madera y cuerdas. Bueno, si también el proyecto contempla un sistema antiincendios, esta misma razón resolvería la posibilidad de un incendio. Me parece obvio, pero puedo estar equivocado. Si no, entonces, ¿cuál es la razón de un sistema antiincendios en el teatro?

Siento que esto es como realizar un reemplazo de cadera a una persona mayor que no tiene ningún padecimiento de cadera, solo por su edad y para que pueda bailar bien un ritmo moderno que requiere ciertas destrezas físicas.

Solicité a la señora Ministra de Cultura, en presencia del mandatario, “socializar” la información respecto de este proyecto. Con sorpresa, me he enterado de la convocatoria al coloquio “Programa integral de seguridad y conservación del monumento histórico” el día 27 de abril, de 9:00 a.m. a 4:00 p.m. Llaman la atención dos aspectos: primero, se convoca para un día jueves, durante horario laboral, lo cual reduce el número de personas que podrían asistir. Segundo, entre los expositores se nota la ausencia del Director del Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Costarricense, así como jerarcas de entidades relacionadas con el tema, como el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos) y Centro Internacional para la Conservación del Patrimonio Costa Rica (Cicop Costa Rica), solo para citar algunos.

Señor Herrera, sinceramente espero que esta reunión sea solo el comienzo de un proceso de “socialización”, pues de lo contrario no se trata de esto. Más aún, con informar no basta; es indispensable analizar la procedencia o no de una aventura como la que han anunciado. Le recuerdo que el Teatro Nacional es patrimonio de todos los costarricenses, quienes orgullosamente lo mostramos a nuestros visitantes como una joya que ejemplifica el interés histórico costarricense por la cultura y el esmero de un pueblo -y no una oligarquía- para dotar a las artes de un recinto digno, que está ahí, luego de 120 años, para recordarnos la importancia de conservar nuestro patrimonio.

 

*Periodista, gestor cultural y productor audiovisual, miembro de Icomos

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Jueves 27 Abril, 2017

HORA: 12:00 AM

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