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Opinión

No más animales encarcelados

Rafael Ortiz Fábrega*

Kivú ha muerto y la larga controversia de su vida se extenderá más allá de su muerte. Murió a los 18 años, unos dicen que lo mataron las condiciones en que estaba recluido, otros que, más bien, vivió por encima del promedio de vida en libertad. Con todo respeto, me parece que esa no es la discusión. Lo grave de la vida de Kivú es que ni un solo día fue un animal libre: nació, vivió y murió en cautiverio y, salvo sus últimos días, siempre fue presentado como un objeto para exhibición. No hay una sola razón válida para que ese animal –o cualquiera otro- viva como un objeto de exhibición y muera encarcelado. 

Al igual que en materia de derechos humanos, la sociedad humana ha evolucionado en materia de reconocimiento de los derechos de los animales. No es escasa ya la jurisprudencia internacional que reconoce a los animales –de especies distintas a la humana- como seres destinatarios de derechos, entre ellos el buen trato, el respeto a su hábitat y, desde luego, a su libertad. Todos sin excepción, incluyendo los animales de granja, deben tener un entorno adecuado para desarrollar sus vidas. Razón de más los animales que, salvo como objetos de exhibición, no tienen otra relación productiva con los seres humanos.

Por todo lo anterior, he presentado a la Asamblea Legislativa, en mi condición de diputado de la Unidad Social Cristiana, un proyecto de ley que, entre otras cosas, dispone:

Prohibir de forma absoluta la creación de nuevos zoológicos públicos o privados sean de carácter comercial o no o la ampliación –en espacio o número de especies o cantidades de estas- de los zoológicos existentes.

Prohibir la renovación o sustitución de especímenes en los zoológicos existentes. 

Prohibir la importación de animales exóticos o silvestres para ser recluidos en los zoológicos.

Prohibir la caza de animales silvestres destinados a dichos establecimientos.

En dichos centros de reclusión animal, únicamente se permitirá la renovación o ampliación de la infraestructura física existente y que esté destinada a la mejora de las condiciones de reclusión de los animales que ya se encuentran en esos sitios.

Sumado a lo anterior, se autoriza a los actuales zoológicos a donar las especies recluidas a centros de manejo animal tales como santuarios y refugios y, si es viable, su propia conversión en este tipo de centro de manejo de especies. La idea es acabar en un lapso no mayor a los cinco años con las cárceles para animales y que, en su lugar, se favorezca el desarrollo de santuarios, refugios, reservas y parques como espacios propios para el desarrollo, conservación, cuido y observación de las diversas especies animales.

Kivú ha muerto pero, si pudiera hoy hablarnos, supongo que su primera pregunta sería ¿Qué hizo para merecer vivir encarcelado de por vida? La respuesta sería tan terrible como la pregunta ¡Nada!

Acabemos con esta tragedia ya. No se trata solo de Kivú, se trata de los que hoy aún siguen encarcelados sin otra razón que la insensibilidad humana.

*Diputado Unidad Social Cristiana.

 

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Martes 28 Febrero, 2017

HORA: 12:00 AM

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