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Opinión

El matonismo es imperdonable

Editorial

Si bien es cierto, el fallo de la Sala Constitucional fue claro en que el transporte privado de personas es prohibido en el país y que lo autorizado según la norma es el transporte público en la modalidad de taxi y SEETAXI (servicio especial estable), no se justifica que los señores y señoras de la fuerza roja se arroguen la potestad de ser oficiales de Tránsito. 

La sentencia, tal y como lo dijeron los magistrados, no vino exponer la situación de UBER, el servicio privado de transporte que tiene en el país más de 13 mil conductores, sin embargo, los expertos en el tema aseguran que se reafirma la ilegalidad de esa modalidad, sin estar explícito en el fallo. 

Otros, por el contrario, manifiestan que si bien la sentencia no habla directamente de UBER, la policía podrá multar a quienes sean sorprendidos en tal práctica. 

La sentemcia creó polémica, pues hay miles de personas que desde hace casi dos años solo usan este servicio, pese a la férrea oposición de los taxis rojos, y se sabe que a diario pueden prestarse hasta 100 mil viajes en todo el país. 

Entendemos el fallo y siempre como medio de comunicación hemos apoyado a las clases más vulnerables y desposeídas, así como también nos abanderamos por los intereses del pueblo, en este caso de los trabajadores y de los consumidores, pero debemos esta vez alzar la voz contra la violencia y el abuso en el que incurren muchos taxistas. 

Los ciudadanos son libres para expresarse, opinar, manifestarse de forma pacífica, acudir ante la administración de justicia si es necesario para ejercer un derecho, pero es inadmisible tomarla por las propias manos. 

No pueden ahora los taxistas, un gremio de gente buena y dedicada, enturbiado por algunos que son peleoneros y matones, darse la potestad de agredir gente, bloquearle el paso y hasta ejercer fuerza sobre bienes ajenos. 

Lo sucedido el jueves anterior en Paseo Colón, San José, con un auto de UBER, según lo admitió el conductor, no puede interpretarse de otra forma que como un acto de vandalismo, matonismo y altanería. Sí, son calificativos fuertes, pero revelan la posición que algunos de los taxistas quieren adjudicarse en las calles, lo cual en definitiva no les compete. 

El fallo de la Sala muestra, para un sector de la población, que nuestro Estado de Derecho sigue intacto, de manera que deben respetarse las sanciones para el transporte privado que opere ilegalmente, llámese como se llame. Sin embargo, la aplicación de sanciones le corresponde única y exclusivamente a las autoridades de Tránsito y a los oficiales de Fuerza Pública asignados al tema.  

A los taxistas no les toca andar persiguiendo gente, no les compete gritarles a los choferes, aunque estos sean ilegales a su consideración, no pueden amedrentar a nadie, pues esa conducta es una infracción mayor, en comparación a la que según ellos andan persiguiendo. 

Si hay sospechas de un transporte ilegal, lo que procede no es abatirlo a palos, menos perseguirlo, ni retenerlo, lo correcto es tomar el número de placa y avisar a la policía, ellos son quienes pueden y deben actuar. Ante la operación de este tipo de transportes privados, el Ministerio de Obras Públicas y Transportes, como ente rector en dicha materia, debe generar los mecanismos para lograr atender las denuncias y velar por que se cumpla la ley bajo el fallo de la Sala IV. 

No obstante, no es y nunca será la fuerza la que marca el antes y el después. No pueden los taxistas atribuirse la propiedad de irrumpir en ningún auto y menos de “sancionar”, pues tampoco la ley respalda ese tipo de acciones que solo fomentan violencia, justo lo que todos queremos erradicar. 

Una situación de esta índole puede salirse de control, ya que nunca falta alguien que exceda el límite de la tolerancia y sin más decida agredir a otras personas, desencadenando un caos. 

¿Quién dice que uno puede embestirse de autoridad y ejercer tales funciones? Eso no es legal, pues la policía es la policía. 

A los señores dirigentes por favor, en vez de estar alzando los ánimos de la gente, llamen a la cordura a los pocos que se salen del canasto y quieren hacer problema. 

El gremio de los taxistas goza de buena reputación y no es justo que por uno que otro se tire a la borda, la imagen del resto de los transportistas rojos quede manchada. 

Por su parte, los agremiados también deben meditar hacia dónde quieren encaminar el rumbo de los taxis en el país. Hay que modernizarse, pero también replantearse si los dirigentes actuales están acordes a las necesidades del gremio o se vuelve necesario hacer variaciones. Los líderes de estos grupos deben ser mesurados, pues como lo dice el dicho, lo cortés no quita lo valiente y ser vehemente no es violento.

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Sábado 25 Febrero, 2017

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