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Opinión

Los niños no son cosa de juego

Editorial

Desde que somos pequeños en la mayoría de los hogares costarricenses aprendemos que cuando se trae un hijo al mundo hay que darle educación, valores y afecto, pero sobretodo de mucho amor. Así las cosas, no entendemos por qué de adultos muchos olvidan esa ternura que les cobijó y más bien se desquitan cóleras y frustraciones con los niños.

Nadie tiene la culpa de lo que nos pasa en el día, mucho menos nuestros hijos. Si tuvimos algún problema en el trabajo, si hemos tenido que lidiar con interminables presas o si no nos levantamos del mejor humor, un niño no tiene que pagar los platos rotos. Además, debemos tener claro que entre más pequeños estén el único mecanismo que tienen para expresar sus sentimientos es el llanto. 

Quizá muchos dirán que ya el tema es viejo, pues se han hecho marchas y campañas para prevenir las agresiones y los abusos infantiles, sin embargo no es algo que se deba guardar en el cajón del olvido, pues cada vez son más los casos de infantes que sufren maltratos, ya sea por parte de sus progenitores o en algunos otros casos de sus cuidadores. 

Claro ejemplo de esto es la gran cantidad de casos investigados por la Unidad Operativa de la Dirección Funcional del Ministerio Público. La cifra de niños agredidos alcanzó los 80 casos, de los cuales al final 10 tuvieron medidas cautelares para los culpables. 

Lo anterior nos pone a pensar en varias cosas. Primero en que 80 ya son muchos abusos para un país como Costa Rica, al que se reconoce mundialmente por salvaguardar la paz y el amor. Segundo, se debe analizar la gran cantidad de casos de niños que sufren agresión y abuso y nadie lo sabe o quienes tienen conocimiento prefieren no denunciarlo, ya sea para no meterse en problemas o para proteger al agresor. 

Situaciones como estas han sido detectadas porque las pequeñas víctimas han debido ingresar al Hospital de Nacional de Niños, pues los golpes y heridas llegan a ser tan peligrosas que requieren de atención médica especializada.

En casos así, la enfermedad es más bien el principio de la cura. Pues ya dentro de la institución hospitalaria, especializada en el cuido de menores, no podrían estar en mejores manos, pues su personal está capacitado para detectar cualquier situación anómala. 

Los hogares también tienen que estar en la mira, porque a menudo las madres también son víctimas de agresión y no tienen cómo denunciar o no quieren hacerlo. Es duro, pero esto las hace cómplices de lo que les pueda pasar a los más pequeños ya que se supone que los adultos son los que velan por la integridad de los menores. 

Lo dicho nos hace llegar a un tema que debe tener en alerta a todo el país y es la gran cantidad de infantes que se están contagiando de enfermedades de transmisión sexual por los abusos sufridos en sus propios hogares causados por sus familiares y conocidos, aprovechando los descuidos de los otros adultos. 

Es horrible pensar que una niña que apenas camina pueda estar contagiada de gonorrea o sífilis por el abuso de algún adulto. A estas personas se les tiene que dar ayuda psicológica de manera urgente y además deben ser alejadas de otros niños pues cualquiera puede estar en riesgo. 

Lastimosamente, esta problemática también envuelve situaciones en que mujeres que rehacen su vida eligen una pareja que acaba siendo un abusador de sus hijos. Aprovechan que la esposa se encuentra trabajando o haciendo algún mandado para cometer sus fechorías. La convivencia propicia que los abusos se den de manera más fácil y sean más frecuentes, porque víctima y victimario comparten el techo de un hogar. 

Hay que hacer un llamado urgente a los padres de familia en general para que les crean a los niños. Un pequeño no va jugar con algo tan serio como ser víctima de abuso sexual. Tampoco su inocencia les daría para inventar una acusación de estas tan solo para perjudicar a una persona. 

De manera que si un niño busca ayuda por favor créale, dele toda su confianza y apoyo, ya que lo puede estar salvando de ser víctima de abusos continuos y enfermedades de transmisión sexual que pueden llegar a marcarlos de por vida. 

Recuerde que si usted sabe de estas situaciones y los oculta de manera indirecta se está convirtiendo en cómplice de las agresiones aunque no le haya puesto ni un dedo al niño. Como personas responsables y adultas tenemos el deber de denunciar sin importar si el agresor es familiar nuestro o pareja.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

EMAIL: [email protected]

Lunes 20 Febrero, 2017

HORA: 12:00 AM

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