Una nueva especie de tomate promete salvar la producción de dicho fruto, con el fin de frenar las pérdidas y hacer que baje el precio al consumidor.
Hasta ahora parece ser la esperanza para que todo vuelva a la normalidad o al menos la experiencia ha sido buena para quienes la probaron.
Cristian Alfaro Ramírez, productor de Santa Bárbara de Heredia, es uno de los que aún no se levantan de las pérdidas que ocasionó el ataque de un virus popularmente conocido como “cuchara”, que se transmite por medio de la mosca blanca.
Se desconoce a cuánto ascienden los daños que dejó la enfermedad a su paso. Los productores por ahora se concentran en levantar la cosecha y el Ministerio de Agricultura en capacitar.
Algunos datos recopilados señalan que un 50% de la producción herediana se perdió y en otros lugares hasta un 80%. De Alfaro dependen su familia y sus trabajadores. Cuenta que los salarios hay que pagarlos, aunque no alcance para el gasto.
Añadió que podría contribuir con la producción de tomate si se revisa mejor la calidad de semillas que ingresan al país. Este virus tomó a los productores por sorpresa, debido a que hasta hace tres años empezaron a verse las secuelas de la plaga.
Alfaro tiene ahora dos plantaciones, la buena y la que está por cortar para sembrar otros productos y aprovechar la tierra, como maíz y pepino. Manifiesta que la enfermedad mata la planta, pero la otra variedad ya sembrada es fuerte y no permite el contagio de la mosca, porque es genéticamente superior.
Alfaro, quien tiene 20 años dedicándose a este negocio, asevera que debe darse tiempo para que el precio baje, y que el alza depende en gran medida de los intermediarios.
Solo en esta finca se perdieron 9 kilos por cada una de las plantas. Estas superan las 15 mil entre ambas hileras. Los productores quisieran saber por dónde ingresó la plaga, pues consideran que se trata de un problema fitosanitario.
Cabe recalcar que el caso de Alfaro no es único y esta enfermedad golpeó a los productores de todas las zonas del país. Las plantas de tomate afectadas por el virus de la “cuchara” se tornan amarillentas, las hojas presentan una reducción en la superficie y una curvatura hacia arriba que les da un aspecto acucharado, de ahí el nombre popular; al mismo tiempo, reducen su crecimiento y disminuyen la producción de fruta, según una investigación de la Universidad de Costa Rica.
El estudio dice que, cuando las poblaciones de mosca blanca son muy altas, estas depositan sus excretas sobre las plantas, lo que les produce un padecimiento que dificulta la fotosíntesis (proceso que transforma la energía de la luz del sol en energía química, con el cual se alimentan las plantas), y esto también afecta la productividad del cultivo.
En Costa Rica, hay más de 1.000 hectáreas de tomate sembradas y poco más de 1.000 productores que generan cerca de 54 mil toneladas métricas de dicho fruto, principalmente para el consumo nacional, aunque una pequeña parte se exporta a algunas islas del Caribe, esto de acuerdo con datos del Ministerio de Agricultura.
Desde 2014, la Universidad, el Ministerio y el Instituto Nacional de Innovación y Transferencia en Tecnología Agropecuaria (INTA) se dedicaron a buscar nuevas variedades de la planta, lo que ahora es una realidad.
Estas no las provee el MAG, sino que son compradas a vendedores autorizados a nivel comercial. Lo bueno es que el precio resulta similar a la variedad anterior.
Si bien el virus de la “cuchara” entró al país, no se sabe por dónde. Se presume que pudo venir de Panamá.
Los productores esperan que la vigilancia fitosanitaria impida, a futuro, que dicho padecimiento ataque otra variedad del fruto.
PERIODISTA: María Siu Lanzas
CRÉDITOS: Fotos: Herbert Arley.
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Lunes 20 Febrero, 2017
HORA: 12:00 AM
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