Viernes 29, Marzo 2024

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° San José, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Alajuela, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Cartago, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Heredia, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Limón, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Guanacaste, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Puntarenas, CR

Opinión

De periodistas, torturadores y embusteros

Álvaro Madrigal*

De ello habla Juan Diego Castro. Las circunstancias y las razones que motivaron la publicación de “Los embusteros de la mala fe” y “Torturadores Mediáticos” no son las mismas. Pero sí hay una motivación común en los hechos que lo llevaron a escribirlos, uno en 2001 y otro en 2016.

Estamos en una y otra situación en presencia de un ejercicio del periodismo fundado en la distorsión de las reglas deontológicas de la profesión, que atropella los principios de veracidad y adecuación en la presentación de los hechos noticiosos y que violenta así la regla de la correcta información que conduce a la correcta formación de la opinión pública.

Juan Diego Castro Fernández, incisivo y punzante, franco y directo, reputado (algunos dirán reputeado) abogado especialista en Derecho Penal, se echa a espaldas denunciar el ejercicio del periodismo lindante con lo que sería una versión bastarda de la profesión, y que le ha hecho víctima de distintos montajes dirigidos a desprestigiar su desempeño ayer a la cabeza del ministerio de Seguridad Pública en aquellos años de la administración Figueres Olsen y hoy en el bufete de abogado.

A lo largo de las páginas de estos libros Juan Diego denuncia el atropello de que ha sido víctima desde que se arremetió contra su honra, se le impidió el ejercicio del derecho de respuesta y se le hizo objeto de una persecución suficiente como para hacerlo víctima de tortura sicológica.

Toda la parafernalia que pinta se da en el marco de un ejercicio del periodismo en colisión con los fundamentos deontológicos de la profesión. En el caso cerrado en 2001, obtuvo sentencia condenatoria por el delito de injurias por la prensa impuesta a tres periodistas del diario “La Nación”. Y en los hechos recién destapados en el grande, complejo y delicado expediente de los “Panamá Papers” con que se le quiso ligar, en lugar de la vía judicial, Castro prefirió acudir a la denuncia mediática de lo que él ve como una confabulación de un grupo de periodistas asentados en diferentes medios, todos confabulados de hecho (así los delata con nombres y apellidos) para arruinar su prestigio profesional. Pero Juan Diego preserva su buen nombre y deja en cueros a quienes quisieron ir por lana y terminaron trasquilados.

Tengo clara la pertinencia de las razones que arguye para decirle a la opinión pública que aquí existió un ejercicio atropellado del periodismo -impropio de los códigos de ética profesional- en los hechos que fundamentan estos dos libros que ha publicado. Pero esa deformación infortunadamente no es cosa que sólo a él le haya afectado; es un mal que pervive presente desde hace mucho y que no da señales de migrar hacia su desaparición. 

Es regla básica de la calidad de la información periodística acatar los principios de adecuación y veracidad, así como el respeto al honor de las personas, el equilibrio (fairness, así mejor conocido en inglés) en términos que aseguren la presencia de los diversos puntos de vista enfrentados en los hechos objeto de la noticia y la sumisión a la rendición de cuentas cuando se violentan los límites del derecho a la libre expresión, publicación y comunicación del pensamiento puesto que su ejercicio no es irrestricto e ilimitado.

La jurisprudencia ha reiterado que es contraria a la Constitución Política la práctica periodística de hablar de “presuntos culpables”, “presuntas anomalías” o expresiones similares, en razón de que por esta vía se invierte la carga de la prueba y se pone a la persona en situaciones de demostrar su inocencia cuando la Carta Magna garantiza que toda persona es inocente hasta que en sentencia firme se le declare culpable. Aún así, el vicio sigue.

Es claro que ese marco jurídico determinante de los contenidos de la información periodística se atropella, ayer y hoy, a propósito de Juan Diego Castro y a propósito de “Juan Pérez”. De manera que es una realidad que va más allá de lo que el rebelde abogado puede tomar como razón suficiente para mostrarse obsesivo.

Queda por ver otro señalamiento que él hace en el marco de los intereses que puedan abonar la gestión de los grupos económicos propietarios de los medios de comunicación, sobre todo en los casos en que su poder es grande y en que se pueda estar ante una concentración mediática (grupos con dos o más medios). El Dr. Juan Marcos Rivero (de grandes méritos en su carrera profesional y con largas horas dedicadas al tema de las libertades y los medios) sostiene con razón que los titulares de las libertades comunicativas no son los medios de comunicación colectiva sino todos los integrantes del conglomerado social, agregando que en las relaciones de tensión que surgen entre propietarios de los medios y periodistas se evidencia que “la libertad del periodista no necesariamente coincide con la del medio de comunicación y que la función que cumple el periodista en la sociedad tampoco es necesariamente la que cumple el medio de comunicación; sobre todo cuando este medio se convierte en una gran empresa, dominada por unos pocos, que acumulan en ella y con ella poder y riqueza” (JMR en “La tutela jurídica del honor”).

Tal vez la intencionalidad que Juan Diego ve en los periodistas “rasos” que lo acosaron provenga de una “mano negra” que está más arriba de ellos.

Es evidente, entonces, que la problemática cualitativa del ejercicio del periodismo desborda en mucho los casos que refiere Juan Diego Castro y revela cuán grande es el trabajo pendiente en esta sociedad para depurar los ámbitos en que se practica esta noble profesión. Quizá no sea tiempo, aún, para externar la convicción de que las cosas han cambiado en el diario donde se incubó lo que él llama la trama de los embusteros de mala fe. 

Hay que reconocer al Lic. Castro Fernández méritos por haber alborotado este gran panal.

 

*Periodista

PERIODISTA: Álvaro Madrigal*

EMAIL:

Martes 17 Enero, 2017

HORA: 12:00 AM

Enviar noticia por correo electrónico

SIGUIENTE NOTICIA

ÚLTIMA HORA