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Opinión

Que paguen toreros o empresarios

Editorial

Desde hace unos días los empresarios taurinos y los toreros improvisados se enfrascan en una polémica con el presidente ejecutivo del Instituto Nacional de Seguros (INS), Elián Villegas, tras el aumento de las pólizas que deben cancelarse para la realización de las tradicionales corridas a la tica. 

La entidad aseguradora elevó en más de ȼ30 mil el costo de las pólizas y con ello en más de ȼ3 millones la cobertura para los famosos toreros que cada Navidad se lanzan a la arena para hacer el espectáculo. 

El problema según los empresarios radica en que el costo es muy elevado y si se multiplica por más de 200 toreros que se apuntan a cada evento, eso es multimillonario. 

Villegas ha dicho que la vida no tiene precio y que no puede seguir arriesgándose a las personas ante la embestida de los inmensos animales. 

El señor del INS tiene la razón, ningún espectáculo vale la vida, ninguna familia espera malas noticias en estas épocas a costas de deleite de otros y menos de las ganancias de los ya ricos empresarios taurinos. 

Es inentendible que estos señores paguen sumas millonarias por los campos feriales y los redondeles y tres pesos por los toreros improvisados que al final son usados para hacer la fiesta. 

Y si eso ocurre, entonces hay que pagar lo que cuesta esa póliza, pues como indica el dicho “muerto al hoyo y vivo al bollo”, y si alguien por gusto se expone, deja también indefensa a una familia, situación que a todas luces es irresponsable. 

Con la póliza anterior, que era de menos de ȼ5 mil, lo que recibían los allegados de un improvisado muerto tras la embestida de un toro era nada más y nada menos que ȼ300 mil, suma que no sirve para nada, ni para un ataúd, menos para todo lo que implica un entierro. 

Y si sobrevivía, apenas y le alcanzaba para la atención básica en un centro hospitalario del Estado por un par de días dependiendo de las lesiones, el resto recae en la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) y por ende en todos los asegurados. Situación que a decir verdad es incomprensible cuando al terminar las casi dos semanas de corridas, los empresarios se dejaron la tajada más grande. 

Claro hasta el año anterior nadie lloraba ni reclamaba, ahora la situación se torna complicada pues el Instituto les jaló el aire y les tocó la billetera, y con justificación, pues con la vida no se juega. 

Acá hay dos puntos, o pagan ellos o los mismos improvisados y eso pasa en todas las actividades de riesgo. Ninguna empresa recibe gente si antes no tienen un seguro que la respalde y ¿por qué en las corridas debe ser diferente?, si más bien hay un riesgo latente de enfrentarse a un toro. 

Los improvisados son muy divertidos y a todos nos gusta verlos en el redondel, otros disfrutan cruelmente de los levantines y hasta de la sangre, pero la verdad es que nunca será grata una emergencia y menos una muerte. 

Si estos señores muy humildes también quieren entrar al redondel, deben hacerlo con responsabilidad, de seguro en la casa no sobran y tendrán obligaciones que cubrir con sus esposas e hijos, principalmente. 

Entonces evítenle un problema mayor a los seres queridos y con ello un pleito con los empresarios, pues si ocurre una tragedia nadie se hará cargo más allá de la entrega de los 300 mil colones y suena feo. 

Los empresarios saben también que hay peligros en esta actividad y que si un torero muere hay al menos un momento de tensión que no se libra en segundos. Pues quienes no conocen de la materia, entre ellos familias y abogados, se lanzarán a buscar la plata que corresponde por esa vida. 

Ya es hora que se norme esa relación que tantos réditos deja a unos pocos, pero que compromete la vida y que el INS no se ponga blandengue a hacerle el favor a la irresponsabilidad. 

No está mal el diálogo entre las partes, pero ya era hora de que se regulara dicha actividad. Ya para el otro año y entendidos en las pólizas, los empresarios y los improvisados tendrán previsto el pago.

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Jueves 08 Diciembre, 2016

HORA: 12:00 AM

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