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Opinión

“Cinco años mirando al cielo todos los días puede volver loco a cualquiera”

“Cinco años mirando al cielo todos los días puede volver loco a cualquiera”, fueron las palabras de Aitor Zabalgogeazkoa, exjefe de Misión de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Siria. La plegaria no para mientras los bombardeos se intensifican. Siria sigue clamando por paz. 

Hace un par de días Omran Daqneesh, de 5 años, fue el protagonista de una noticia que colapsó las redes sociales, generó estupor, lamentos, críticas y repudio. Él logró ser rescatado por cuerpos de socorro en Alepo, Siria, tras bombardeos que dejaron a sus familiares fallecidos, de acuerdo con el reporte de las agencias internacionales. 

Era una imagen real, reveladora, desesperante que infunde incertidumbre y dolor. Igual a la foto que fue tomada en una playa turística de Bodrum, Turquía, el año anterior, cuando Aylan KurdI, de 3 años, murió durante el naufragio de un barco en el cual salió con su familia, para buscar una oportunidad lejos de la guerra de Siria, su país natal. 

Ambos niños son de ese país ubicado en la orilla oriental del Mar Mediterráneo con 20 millones de habitantes, en su mayoría musulmanes; área sumergida en un enfrentamiento de sangre entre el gobierno y los rebeldes.

Ellos son la muestra más evidente del sufrimiento de esa población, pero también del abandono social, político y económico, del egoísmo de la política internacional y del silencio absoluto de quienes se han mostrado como los salvadores del mundo, pero siempre y cuando hay algo que ganar y jamás que perder. 

Unicef estima que 8,4 millones de menores, más del 80% de la población infantil de Siria, se han visto afectados por el conflicto. 

El mundo entero ha sido testigo silencioso de las barbaries ocurridas desde hace ya casi cinco años en Siria y qué ha hecho, nada; ver fotos y leer notas, pues parece que el conflicto en esa nación es solo material periodístico, tema de estudios académicos o de discursos baratos de los expertos en geopolítica. 

Lo que comenzó como una protesta pacífica del pueblo que pedía más libertades y un régimen democrático acabó siendo una de las peores guerras del siglo XXI, con miles de muertos, más de 5 millones de refugiados y la mayor cantidad de desplazados en casi dos décadas. 

La colaboración de la comunidad internacional puede catalogarse como limitada, hemos sido expectantes meramente y qué duro, pues posiblemente exceptuando Estados Unidos, el resto de los países de Occidente lo más que podemos hacer es levantar plegarias y seguir viendo -para pesar de todos- tan dramáticas escenas. Acá no podemos decir si las veo o no, pues hay un evidente problema que está consumiendo a una población. 

Siempre se ha dicho que la Liga Árabe y la Organización de Naciones Unidas (ONU) han hecho lo propio por ayudar, pero poco logran, aquello está más intenso que nunca y ya afecta a otros continentes, no solo de esa mitad del orbe, pues las oleadas de migrantes ya alcanzan América del Sur, aunque en pocas cantidades. 

Absolutamente nadie ha metido mano para minimizar el impacto de la cruenta guerra civil que los tiene arruinados, ya que los costos políticos son incuantificables, por eso la pasividad de los poderosos. Es un ajedrez internacional que en vez de fichas cuenta con vidas, un legítimo jaque mate humano. 

Los ciudadanos pagan la factura del autoritarismo, del despiadado deseo del poder y la inmisericorde operación de los militares y sus opositores. 

El reporte que existe de las víctimas lo dieron hace seis meses, son 470 mil personas fallecidas en los enfrentamientos, la mayoría civiles quienes no apuestan nada por la guerra, según un reciente informe del Syrian Center for Policy Research. 

Lo sorprendente del caso es que las potencias de Occidente ni siquiera han hecho un llamado de atención a los perpetradores del conflicto, sean del gobierno o la oposición. 

El silencio lo dice todo, Siria tendrá que salirse del problema por cuenta propia. Hay una inminente apatía por el despotismo del régimen de Bashar Al Asad. 

El escenario no le favorece a Siria, y eso quedó demostrado cuando la ONU expuso el tema de intervenir y China junto a Rusia pegaron el brinco, ambos son cercanos al régimen. Intervenir el territorio de Asad es casi una utopía, los miembros del Consejo de Seguridad perciben aquello como terreno pantanoso. 

Estados Unidos y la Unión Europea conocen los riesgos políticos y económicos de dar el paso, pérdidas humanas y operativas son el saldo que a Obama no le agrada y por lo cual ha hecho retirada de todos los sitios de Oriente intervenidos por EE.UU. 

Siria seguirá luchando solo, el mundo lo verá apático pues esa ha sido la tónica, los sirios continuarán siendo el blanco más vulnerable de una guerra que no tiene pies ni cabeza.

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Sábado 27 Agosto, 2016

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