Desplome rojinegro
Editorial
Un año fue suficiente para que Liga Deportiva Alajuelense tocara fondo. Después de saborear las mayores glorias del fútbol nacional, con varios títulos al hilo, los rojinegros atraviesan una crisis que es visible a todas luces.
Raúl Pinto, máximo jerarca de Alajuelense, tiene en su currículo un palmarés que solo él ostenta, ya que es el presidente que más títulos ha ganado con la institución; cinco en total, pero esto es solo un punto a favor y forma parte del pasado, pues la realidad actual es otra.
Es necesario recordar que la Liga ha perdido las últimas tres finales nacionales, y desde el Invierno 2013 no alcanza el cetro de campeón, todo esto vino a desencadenar en el desplome que hoy golpea al liguismo.
Tras la salida de Óscar Ramírez, en el Verano 2015, Alajuelense no ha podido estabilizar un cuerpo técnico, contratan a un estratega por torneo. Primero fue Hernán Torres, después Javier Delgado, luego José Giacone y hoy no tienen un timonel oficial.
A la afición le dan “atolillo con el dedo”, le ponen a Wilmer López, de manera interina, para apaciguar el descontento de sus seguidores que cada vez toma mayor fuerza. No obstante, esta acción fue repudiada casi de inmediato, debido a que prácticamente tienen amarrado a Guilherme Farinha para que sea el timonel definitivo.
Con esto lo único que se puede decir es que están jugando con el sentimiento de los suyos, y con la ilusión de uno de los mayores ídolos liguistas.
Cada decisión que toma la junta directiva es cuestionada, los rojinegros de verdad, los de corazón, los que han tenido que pasar las verdes y maduras, los que se mantienen al pie del cañón a pesar de lo que está ocurriendo abogan y aclaman por un cambio en la junta directiva. Muchos han externado en redes sociales que su amado equipo se desmorona y no quieren que todo se salga de las manos.
La mayor prueba de que las cosas no están bien se refleja en las gradas, debido a que son pocos los que aún se sienten atraídos por la Liga y quieren pagar un boleto para ir a ver jugar a su equipo.
Aunque los precios sean bajos y las promociones nunca faltan, los aficionados hoy le dan la espalda.
Las exitosas administraciones de presidentes como Longino Soto, Rafael Solís o Jorge Hidalgo, es lo que añoran los manudos, pues cuando ellos estaban al frente del club eran la envidia, no solo de los otros equipos nacionales, sino también fuera de nuestras fronteras, por su nivel de organización.
Es momento de que los dirigentes del equipo se evalúen, así como lo están haciendo con la planilla, y saquen conclusiones, para determinar si su plan de trabajo concuerda con lo que prometieron cuando solicitaron los votos para asumir el cargo.
En caso de no ser así, podrían dar un paso al costado, pues un equipo no solo depende de jugadores y cuerpo técnico, buena parte de los resultados provienen de la seguridad y estabilidad de las cabezas que lo administran, y si estas no funcionan, también deberían rodar.
Solo el hecho de que el presidente de un equipo requiera seguridad para movilizarse dentro de su propio estadio, da mucho qué pensar.
Las carencias de Alajuelense no solo son deportivas, también son económicas, y aunque los dirigentes lo quieran esconder, es notorio que las arcas se han debilitado y de ahí la imposibilidad de hacer contrataciones de peso que puedan marcar diferencia dentro de la cancha.
Si la Liga está en crisis, también los está la mitad del balompié costarricense, pues no se puede olvidar que este es uno de los dos equipos más grandes del país, con gran impacto en la afición.
Es necesario, casi urgente, refrescar la dirigencia que por su propia cuenta perdió la seriedad y credibilidad ante propios y extraños.
