Virgilio Marín Pérez espera por una operación de cataratas desde 2014; para este vecino de Quitirrisí de Mora, la cirugía significa volver a ver pues ya perdió la visión en un ojo y en el otro solo observa parchones.
“A mí se me hace muy difícil ir a las citas a ver si hay campo, porque debo caminar un kilómetro para salir a la calle principal, para tomar el bus, y el problema es que a veces ni pases tengo”, aseguró Marín, un hombre de 62 años, agricultor, quien por su salud dejó de sembrar y abrió una improvisada pulpería para ganarse algo.
Cada día que pasa es una angustia para don Virgilio, pues debe inyectarse insulina dos veces diarias y, con la pérdida de la vista, la situación se le complica.
Este campesino vive en un galerón que construyó con el permiso de un familiar, sin embargo, las condiciones no resultan las más adecuadas para una persona diabética, pero aun así no reniega de su condición y solo suplica ser operado antes de que se le apague el poco de luz que le ingresa a uno de sus ojos.
El paciente fue referido desde la clínica Moreno Cañas en Barrio Cuba y cuenta que si pierde la vista no tiene con qué defenderse para sobrevivir en esa reserva, porque ya no puede sembrar la tierra.
Hicimos la consulta a la Caja Costarricense de Seguro Social y quedaron en que este miércoles nos darían una respuesta al caso tan dramático que vive este agricultor de Quitirrisí.
