Hacia dónde va este país
Roy Lewell
Costa Rica se independizó del Imperio español el 15 de septiembre de 1821, junto a las demás provincias de la antigua Capitanía General de Guatemala. Llegó la noticia a Cartago el 13 de octubre de 1821. La independencia tomó por sorpresa a las autoridades coloniales y a las fuerzas sociales del país. Algunos documentos revelan la pobreza en que vivían los habitantes en esos tiempos. Los pobladores eran todos labriegos, vivían diseminados por los campos; cultivaban en pequeñas parcelas caña de azúcar, tabaco, maíz, frijoles, arroz, etc., pero el cultivo del café impulsó a los costarricenses por el camino del progreso.
A pesar de tantas vicisitudes, esta floreciente democracia de la cual disfrutamos hoy en día, con su fortaleza y sus debilidades, podríamos decir que gracias a los campesinos y agricultores de aquella época (colonial e independencia); ellos sembraron las primeras raíces de esta vida democrática.
Para el proceso electoral 2018, el camino hacia la presidencia, se pensaba que sería un camino muy escarpado, pero viendo y analizando las cosas a través de estos dos años de gobierno de esta administración Solís Rivera, cualquiera puede aspirar a esa iniciativa. Al cumplir la mitad de su periodo aún el pueblo espera con paciencia un mejor segundo tiempo. Por qué cualquiera puede hacerle números con miras a Zapote, porque precisamente la falta de liderazgo de este gobierno se ha venido alentado las postulaciones presidenciales de manera prematura.
Siempre he mantenido la tesis de que este país es fácil de gobernar. En primer lugar: no hay crisis económica, política, falta de alimentos, saqueos, violación de los derechos humanos, falta de medicamentos, alteración del orden constitucional y democrático, escasez de productos básicos, entre otras cosas; como en un país (tercero en reserva mundial de petróleo) en Sudamérica. El caso de la situación económica nuestra, me parece que no se resuelve con más alza de impuestos sino empezar por una mejor recaudación fiscal y reducir los gastos innecesarios.
En segundo lugar, la rutina de siempre: congestionamiento vial, manifestaciones de cualquier índole, huelgas, falta de trabajo para los jóvenes, los sindicatos y sus convenciones colectivas de lujo, inseguridad, bloqueos, alza en los combustibles, el alto costo de vida, etc., pero a este tamal hay que agregarle un ingrediente más, los constantes viajes al exterior de nuestro Presidente.
Hace poco vi en la prensa escrita que varios diputados ya están evaluando sus posibilidades de una eventual postulación presidencial y entre ellos una diputada. La verdad no me parece una mala idea de estos legisladores, porque actualmente el ambiente electoral se presta para eso. En las elecciones pasadas 2014 no se observó en la papeleta presidencial alguna figura femenina, esta vez esperamos ver no solamente Natalia Díaz, también otras figuras más. De estos legisladores, tal vez, lo que se podría aprovechar es la experiencia política, y ellos ya conocen mejor las perspectivas del entorno. De los seis que aparecen en la foto, me parece que solamente tres son buenos gladiadores.
La incertidumbre que gira a nuestro alrededor sobre estos dos años que restan de este gobierno, aparecerán muchos profetas, según ellos, con la fórmula mágica de cómo llevar el país por un buen rumbo, ¡mucho cuidado!, con los populistas, los que bailan en las tarimas, esos grandes discursos, los besos y abrazos a chiquitos y ancianos, los cuentacuentos, las promesas utópicas, aquel que quiere repetir pero es olvidadizo, aquellos que dicen llamarse progresistas o son del socialismo del siglo XXI, las ideologías foráneas; más ojo ahora que nunca.
Todo candidato, tarea: comprometerse a invertir en educación, salud, desarrollo, tecnología, agricultura, talento, turismo, infraestructura; realmente invertir en cosas productivas que se pueden heredar a los hijos, nietos y futuras generaciones.
Nuestra historia es un triunfo de la paz sobre la hostilidad, debido al ambiente tranquilo de este país. Hoy en día sigue siendo un país amante de la paz, sin ejército, en cambio tiene la taza de alfabetismo más alta del mundo. Según datos, el país ha alcanzado un relativo alto estándar de vida. Se sitúa en el cuarto lugar en el índice de Desarrollo Humano de entre las naciones iberoamericanas.
