Keylor: del amor al odio
Editorial
Keylor Navas era el sábado el “héroe nacional” más querido por todos los aficionados del fútbol. Los costarricenses, después de la final de Champions League, caminaban con el pecho inflado de orgullo, por ver a un coterráneo levantar el trofeo más querido en el mundo futbolístico.
Pero no más de 48 horas después el portero se convirtió en el “vendepatrias” más grande de Tiquicia. Lo que es igual decir que el cancerbero pasó del amor al odio en cuestión de horas.
La noticia de que Navas no acompañará a la Selección Nacional a la Copa América Centenario cayó como un balde de agua fría para los aficionados, que ven en el futbolista cifradas las esperanzas de que la Tricolor tenga éxito en el torneo. La expectativa por verlo con la Sele, después de salir campeón de la Champions, iba en aumento, por lo que los hinchas se desilusionaron con la noticia de la lesión en el tendón de Aquiles que aqueja el meta. Lo que es normal en una sociedad que come fútbol, respira fútbol y que vive por el fútbol. La pasión en Costa Rica alcanza límites exagerados.
Los más desconfiados crucificaron al portero acusándolo de que no quiere jugar con el equipo de todos, más que tiene antecedentes, pues a la Copa Oro del año pasado no fue y tampoco arrancó la eliminatoria. En las tres oportunidades por lesión.
Las redes sociales son testigos de la pasión que desbordan los ticos por el fútbol. Apenas se dio a conocer de que Keylor Navas no estará con la Sele en la Copa América, los comentarios iban y venían. La gran mayoría de ellos señalando al portero como “vendepatrias”.
Los aficionados se preguntan como el sábado jugó sin problema alguno y que de la noche a la mañana diga que no viene a la Selección por lesión. Para ese mayoritario grupo Navas le está mintiendo al país.
Otro grupito en cambio prefiere asociarse a la mesura y ver los toros desde la barrera, como se dice popularmente.
Ese grupo que lo defiende, que está dentro de la estadística de pasión que despierta el balompié en Tiquicia, prefiere defenderlo antes de ser mal pensado.
Por supuesto que la afición está en todo su derecho de hacerse su juicio y sacar sus propias conclusiones.
Al fin de cuentas son los que pagan la entrada para ver los partidos, compran camisas de sus ídolos y tienen derechos de pedir explicaciones. Siempre y cuando esa pasión no sobrepase los límites de la cordura y el buen comportamiento, para evitar -sobretodo- los actos de violencia en las gradas.
Los que pasa es que muchos de esos fanáticos están en la misma organización del fútbol y como se dice, embarrialan la cancha. No actúan con el ejemplo ante la afición.
Por ejemplo esos “cabeza calientes” toman decisiones a la ligera, como sucedió hace unos días con el técnico Javier Delgado, que fue relegado de su puesto por un mensaje de texto cuando este se encontraba disfrutando de unas vacaciones con su esposa en Miami. Fue poco elegante y poco profesional el accionar de la junta directiva de Alajuelense, que no tuvo la decencia de darle la cara para decirle que estaba fuera del equipo.
Son puntos negros que se amontonan en el fútbol nacional y que no lo deja crecer como todos quisieran, máxime cuando se han dado resultados sobresalientes como en el pasado mundial de Brasil 2014. Cualquiera pensaría que con ese crecimiento deportivo, las dirigencias deberían crecer de la mano, respetar procesos y trabajar en favor de la organización del fútbol.
En todo caso, el ojo acusador de la afición está pendiente, como le está pasando al portero del Real Madrid, Keylor Navas.
