El problema del mundo
José Calvo
Lo que está pasando en el mundo es inependiente de la vieja tradición de la izquierda y la derecha. Por ejempo, en Europa se dice que la tendencia es a la derecha porque la reacción es racista y nacionalista, pero esto solo quiere decir que no están de ninguna manera superados los conceptos de “nosotros les griegos” o “nosotros los franceses”.
La reacción es también contra el neoliberalismo y la globalización, contra el desempleo, la austeridad, el estado dominado por el mercado. Indica que el mercado todavía no ha ganado como fuerza directriz. El mercado sí representa una gran fuerza, y podemos decir que incluye a la tecnología de la comunicación, pero todavía no puede sustituir a los viejos conceptos de pueblo, patria y sector público. Y nunca podrá sustituir al de pueblo.
En Europa se dice que hay una tendencia a la derecha. Y se les acusa de ser racistas y populistas, porque hay que llamarlo de algún modo, y se recurre a los nombres tradicionales. Lo que llaman populismo es la reacción contra el dominio del mercado en contra del Estado. Es la presencia de las aspiracines del pueblo que se creían ya dominadas. Es una reacción contra la austeridad neoliberal del mercado. Es una esperanza de librarse del domnio despótico del 1%. El racismo es una reacción del pueblo autóctono en contra de la internalización de la globalización.
Y en cualquier caso, ¿quién tiene el derecho de acusar a los pueblos de sus reacciones ante una imposición de los líderes? El pueblo va a reaccionar a su modo; a quienes les faltó el tino es a los dirigentes.
De una cosa podemos estar seguros: no sirve llamar a las cosas nuevas con los nombres viejos. La reacción no es de izquierda ni de derecha: es inédita. Es un mundo nuevo. Y tiene defectos. Pero son defectos más populares; y provocados.
Algo innegable es que de Europa vino la sociedad industrial que se le ha impuesto al mundo. De allí vino también la democracia. Y me alargo si de allí no va a venir tambien la rección al neoliberalismo globalizante del 1%: es ya la fatalidad, pero bienvenida, porque nosotros no somos capaces de reaccionar.
Se va a desintegrar la unión europea por culpa de sus dirigentes, y desaparecerá el intento de las grandes transnacionales por dominar al mundo. No oiremos más hablar del mercado como Dios. Y se volverá a regular el galope apocalíptico atropellador de las grandes transnacionales.
