Mal de Panamá
Marcela Chacón
Por esas cosas de la vida, en los últimos meses ha salido a relucir el nombre de nuestra querida vecina Panamá en medio de coyunturas no precisamente alegres; hace unas semanas fueron los "Panamá Papers" y más recientemente el "Mal de Panamá", nombre común de una enfermedad que el hongo Fusarium oxysporum produce al atacar las raíces de las plantas de banano. Su nombre se debe a que fue en ese país donde se diagnosticó por primera vez y por ahora es en otras latitudes donde se encuentra; pero aunque no nos afecte de momento, debemos estar alertas y tomar las previsiones del caso para impedir su propagación.
El "Mal de Panamá" penetra la raíz y bloquea el interior del tallo deshidratando la planta del banano hasta causar su muerte, para luego alojarse en el suelo donde puede sobrevivir hasta unos 30 años. Al día de hoy no existe forma de contrarrestarla en las plantaciones a pesar de múltiples esfuerzos científicos que procuran mejorar las variedades para que generen resistencia; de allí el peligro de que llegue a nuestras tierras. La enfermedad se encuentra en Filipinas e Indonesia y ahora ha dado un salto al continente africano, por lo que se cree que será cuestión de tiempo para que llegue a nuestro hemisferio.
El tema fue ampliamente discutido durante el reciente Congreso Internacional del Banano organizado por Corbana y Acorbat, al que afortunadamente asistió el señor Luis Felipe Arauz, Ministro de Agricultura de nuestro país, quien siendo fitopatólogo puede comprender la magnitud de esta amenaza y tomar cartas en el asunto.
Por ahora, Ecuador lleva la vanguardia en lo que a prevención se refiere, pues cuenta con un decreto ejecutivo que ordena la desinfección de todo contenedor que llegue a sus puertos de ingreso. Tengamos en mente que incluso los contenedores en patio o a bordo de las embarcaciones están expuestos a un enorme grado de contaminación y que podrían convertirse en portadores de esporas con la enfermedad. El tema es tan serio que si una persona ha visitado una finca infectada, debe descartar la ropa y los zapatos que utilizó por el riesgo de transmisión que implica.
Ante esta situación, nuestro jerarca en materia agrícola podría liderar un esfuerzo conjunto mediante la convocatoria de sus homólogos en la región y plantear la necesidad de emitir regulaciones homogéneas que prevengan el ingreso de este mal a nuestros países. En este sentido, el sector como un todo: Estado, academia, científicos, productores, industria agroquímica y distribuidores debería establecer una alianza estratégica y dirigir acciones coordinadas para crear un frente común que evite que esta enfermedad dé al traste con uno de nuestros productos de exportación de mayor renombre en el mundo.
Ahí le dejo la idea, mi estimado señor Ministro.
