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Opinión

Tercer sector y puertas giratorias

José Calvo

En su libro “El Fin del Trabajo” (Espasa, 2004), Jeremy Rifkin elude la confrontación inevitable entre la disminución del trabajo que trae la automatización, y el papel necesario del Estado en la distribución de la riqueza: esa confrontación la eludieron los mismos sindicatos, que ignoraron las preocupaciones de Norbert Wiener, a quien consideran el padre de la automatización, y quien los trató en vano de alertar sobre los peligros del desempleo: no dieron el ancho y por eso están en vías de extinción.

 

El Tercer Sector se refiere al que están formando los desempleados en el mundo entero, diferente del Sector Público y el Sector Privado, ambos causantes del problema, aunque sin disminuir el abandono de los sindicatos.

 

Hay un maridaje muy estrecho, por las puertas giratorias, que unen al sector público con el Sector Privado, que lo hace en realidad un cómplice de lo que le está pasando a la economía global.

 

El Estado les da a las empresas la información que obtienen las universidades pagadas con fondos públicos. Y las empresas usan esa información para automatizar y botar trabajadores.

 

Esto no tiene nada de raro cuando uno sabe que los gerentes de las empresas son también los ministros del gobierno (puertas giratorias). Y que, por ejemplo, el Departamento de Agricultrura de los Estados Unidos favorece el patentamiento de los organismos genéticamente modificasos de las grandes empresas de ese país, con la regulación que ellos mismos se ponen.

 

Como uno está acostumbrado a pensar que la sociedad de consumo son los mismos trabajadores, uno piensa que esto es suicida, porque ¿quién comprará entonces los productos de las empresas? Los desempleados no constituyen demanda. Pero hay al mismo tiempo la formación de dos clases: los pocos que están empleados atendiendo a las máquinas de la automatización, que pueden seguir comprando, y el resto que se muere de hambre. !Bravo mundo felíz!

 

¿Cuál ha de ser el final de este drama? Pues solo hay uno posible: que el Estado le coja el producto a las empresas para repartírselo a los desempleados, porque “the name of the game is people”. La gente es en última instancia lo único que importa. Porque los medios de producción nos pertenecen a todos. Porque los empresarios no tienen derecho de apropiarse el producto de universidades pagadas con fondos públicos. Porque…

 

El Tercer Sector se tiene que dedicar a tareas de beneficio público financiado con el producto de las máquinas: no hay otra salida. Revolución no.

 

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Martes 09 Febrero, 2016

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