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Opinión

Turismo y Áreas Silvestres Protegidas

Pablo Méndez* / [email protected]

“Según varias estimaciones, el turismo vinculado a unas 150.000 áreas protegidas en el mundo representa cerca $ 2 mil millones de ingresos al año. Estos parques nacionales y áreas protegidas por lo tanto representan una respuesta eficaz para la conservación y gestión de los ecosistemas frágiles además de la generación de ingresos y medios de vida para las comunidades locales”, según el director Ejecutivo del PNUMA, Achim Steiner (2012).

 

En Costa Rica, para 2014, las áreas silvestres protegidas (ASP) recibieron 1.738.601 de turistas costarricenses y extranjeros (Programa Estado de la Nación, 2015). Un crecimiento importante, si se toma en cuenta que para 1990, apenas se superaba los 500.000 visitantes.

 

Según los datos de Sinac, para 2014 aproximadamente el 70% de la visitación turística se concentró en tres de las ASP de las franjas costeras: PN Manuel Antonio, PN Marino Ballena, PN Cahuita y dos de las ASP periurbanas: PN Volcán Poás y PN Volcán Irazú. Las restantes 42 ASP alcanzaron el 32% de las visitas turísticas, muchas de ellas carentes de instalaciones adecuadas para este objetivo. 

 

Esta forma de turismo, cuya principal motivación es la observación y el disfrute de la naturaleza, se desarrolla en las áreas silvestres protegidas con gran auge. Tomando en consideración que cada uno de los visitantes demanda una serie de bienes y servicios turísticos (alimentación, hospedaje, etc.) en las cercanías. Esos ingresos por servicios, se habrán distribuido en salarios, inversiones y otros, entre las poblaciones y empresas cercanas, constituyéndose esta actividad motor de la economía local, en muchos casos.

 

En síntesis, las áreas silvestres protegidas desempeñan un papel socioeconómico clave, no solo recreacional y ambiental, sino en términos de los servicios turísticos. Sin embargo, la coexistencia de estas diferentes actividades, protección-turismo, a menudo no compatibles entre sí, pueden generar alteraciones en la estabilidad de ecosistemas y su futuro mantenimiento. 

 

Por tanto plantea, necesaria e inevitablemente, una interrogante general: ¿cuáles son los límites de la capacidad de carga del ecosistema en conservación, para que las convergencias del desarrollo del turismo, y bienestar comunal sean sostenibles? 

 

Una de las herramientas claves, que permite aproximar el tema, son los planes de manejo y operativos de cada ASP, donde se establecen los objetivos y problemas, se identifican las limitaciones y fortalezas, especialmente relacionadas con lo que se busca conservar. 

 

A través de los procesos de diseño, desarrollo, implementación y monitoreo de los planes se han establecido, lo que se conoce como objetos de conservación, “pueden ser sistemas ecológicos, comunidades naturales o especies focales representativas de la biodiversidad que se pueden monitorizar a través de sus cambios, y orientan nuestros esfuerzos para su adecuada gestión” (García, 2014). Siendo claves de los métodos de medición de la capacidad de carga con el objetivo de evaluar el cumplimiento de las exigencias de protección y sostenibilidad de la biodiversidad y su entorno.

 

Consecuentemente, para lograr un cambio de perspectiva para la promoción del enfoque ambiental, dada la atracción ejercida por las zonas para el uso de los espacios y recursos, requiere establecer paralelamente, el manejo de objetos de consumo turístico según ASP, “identificando objetos dirigidos a estimular el consumo turístico de un área natural protegida e identificando los perfiles de los turistas característicos de las áreas protegida” (Mangano, 2007).

 

La relevancia de la propuesta está en la evaluación de las potencialidades latentes de la ASP, la inversión necesaria, rentabilidad y el contenido de la demanda social de servicios, a través de procesos de asociación y gestión participativa-comunal. Siempre en concordancia con la preservación de los ecosistemas.

 

Partiendo de una gestión integrada de diversos parámetros y componentes sociales y biofísicos de las ASP, involucra el avance de múltiples facetas del desarrollo concebido como sostenible, las expectativas de las demandas colectivas en el campo productivo y la búsqueda de la coherencia con la conservación del ambiente.

 

*Gestión socioambiental

 

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Martes 15 Diciembre, 2015

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