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Opinión

Hacia el nuevo feminismo

Natalia Díaz Quintana*

En Costa Rica como en el mundo entero, es innegable que la historia de las mujeres ha sido marcada por épocas de discriminación y en la que sin lugar a dudas no había igualdad con respecto a los hombres. En mi caso los costarricenses me encomendaron el honor de la representación popular al elegirme como diputada de la República de Costa Rica por el Partido Movimiento Libertario.

 

Estamos conscientes de las luchas que dieron muchas mujeres, para garantizarnos que los hombres y las mujeres fuésemos iguales en nuestras sociedades. Costa Rica desde hace más de medio siglo reconoció el derecho de todas las mujeres para que eligiésemos y fuésemos electas en los puestos de representación popular. 

 

Muchas mujeres en la historia de nuestro país han sido artífices del gran legado histórico que tenemos los costarricenses. 

 

Mi convicción de que las mujeres tenemos iguales derechos que los hombres se refieren a que toda mujer merece la oportunidad de aspirar a posiciones de decisión, y a desarrollar su proyecto de vida. 

 

Antes que mujer, somos individuos y tenemos una serie de valores, principios, historias, proyecciones y ambiciones que pueden resultar drásticamente, distintas a las de otro hombre o mujer. Las niñas costarricenses, que sean de zonas urbanas o rurales o provengan de familias pudientes o humildes, deben empoderarse como individuos y concretar sus sueños y aspiraciones. 

 

No me cabe duda de que aún en estos días existen niñas a las que tal vez sus comunidades y/o familias no les estén transmitiendo esto; es precisamente en esos casos donde debemos avanzar para fomentar el empoderamiento de toda niña y toda mujer para que promocione su desarrollo individual.

 

Aunque algunas mujeres no lo reconozcan, fue con la Revolución Industrial que el rol social de la mujer empezó a cuantificarse ‘‘productivo’’, también una serie de eventos históricos como las guerras, hicieron que la mujer trascendiera su rol como ama de casa e incursionara en las industrias y demás actividades de esa índole. 

 

Hoy me alegra que esos avances aparentemente razonables sean vistos como algo que se da por sentado. 

 

Estamos en una época donde nuestra sociedad costarricense ya sabe que ser mujer no debe ser una limitante para concretar los proyectos de vida más ambiciosos a los que el ser humano pueda aspirar.

 

El feminismo en el siglo XXI debe caracterizarse por el empoderamiento individual. Lideresas como Margaret Thatcher destruyeron por completo el mito de que las mujeres no podemos tener las mayores posiciones de poder. 

 

Creo firmemente que ahora es cuando debemos, como mujeres, no aspirar a la discriminación positiva sino competir como individuos que somos. Dejemos atrás la satanización del hombre, y volteemos la mirada hacia una sociedad donde sean los atestados y los méritos los que den réditos y no la condición del sexo con el que nacimos.

 

Es con esa visión que pronto dejaremos de preocuparnos por las cuotas de mujeres con liderazgo político y empresarial, ya que nuestras sociedades verán el liderazgo de mujeres como una condición normal. Confío en que con la globalización, hasta las sociedades más atrasadas en materia de género se verán progresivamente permeadas por este nuevo feminismo del siglo XXI.

 

*Diputada Partido Movimiento Libertario

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Viernes 09 Octubre, 2015

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