El valor de la denuncia
Editorial
Lo sucedido a Gerardo Cruz Barquero es un acto salvaje. No debe llenarnos de miedo y, por el contrario más bien reforzar la valentía que hay que tener para denunciar.
El valor de la denuncia radica, precisamente, en llevar luz a las cosas que muchos quieren mantener en la oscuridad.
La acusación es un acto valiente por el cual se señalan cosas que están mal.
Es el primer paso para que se produzcan cambios y que las personas responsables de esas acciones negativas sean juzgadas.
¿Qué efectos colaterales tiene la denuncia? El más importante es, quizás, que los demás ciudadanos -que están alrededor de la situación- aprenden que pueden hacerlo también.
El segundo es perder el miedo, quitarse el temor. Eliminar el miedo y cambiarlo por un sentimiento de satisfacción, ya es un gran cambio.
La denuncia empodera a las personas, a las comunidades y limpia los problemas que se incuban en estas zonas.
Muchas han propiciado la desarticulación de bandas de delincuentes, muchas de estas dedicadas al narcotráfico y que envenenan a nuestros jóvenes.
Otras han llevado a funcionarios públicos a tener que dar cuenta a las autoridades por actos de corrupción. En sí, la denuncia, es un acto fiscalizador. Un acto que ayuda a mantener el equilibrio en nuestra sociedad, entre el bien y el mal.
Lo sucedido a Gerardo Cruz Barquero manifiesta otra lección: la unión del pueblo costarricense. El tico es solidario. En las tomas televisivas, en las fotografías de los medios de comunicación quedaron en evidencia las muestras de apoyo de personas que se acercaron a los familiares de este muchacho para darles un abrazo.
En esos abrazos se resumen muchas cosas, sobre todo si es un desconocido quien se acerca para llevar una palabra de consuelo.
Además, en redes sociales, miles se unieron en cadenas de oración, pidiéndole a Dios por la vida del joven denunciante. Solicitando a otros que elevaran una plegaria al cielo por Cruz Barquero.
Muchas de esas manifestaciones en redes estaban cargadas de sentimiento; pedían que no se dejara de denunciar y catalogaban a este muchacho como un héroe.
Costa Rica necesita de muchos héroes, personas que en este momento saben de acciones que no están bien y por miedo no quieren denunciar.
Esos héroes públicos o anónimos son el motor del cambio en las sociedades y no deben callar nunca.
Gerardo Cruz Barquero le dio una lección a Costa Rica. Un país donde los valores están, cada vez más, en peligro y donde se necesitan muchos jóvenes como este, valientes, que quieran construir una sociedad mejor.
No debemos rendirnos. No debemos acostumbrarnos a las cosas malas, sino seguir el ejemplo de Gerardo Cruz y empezar a denunciar las situaciones que en nuestra comunidad no están bien.
