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Opinión

Evangelización papal en Cuba y Estados Unidos

Miguel Ángel Rodríguez

Id por todo el mundo y predicad el evangelio…” es el mandato de Jesús a los apósteles y a sus sucesores, que el Papa Francisco cumple en su viaje a Cuba y a Estados Unidos, cuya razón principal es llevar la buena noticia: Dios ama a sus criaturas y les envía a su Hijo con el mensaje de amarle y amarse unos a otros. 

 

En la Misa en la Plaza de la Revolución en la Habana, el Papa llamó al amor, a “Servir…a los frágiles de nuestras familias, de nuestra sociedad, de nuestro pueblo. Son los rostros sufrientes, desprotegidos y angustiados a los que Jesús…invita…a amar.” 

 

Su mensaje que más me caló se dio en el rezo de las Vísperas en esa ciudad. El Papa dejó de lado su homilía ante las palabras del cardenal Jaime Ortega sobre la pobreza de la Iglesia cubana, y ante el testimonio de Sor Yailnys Ponce, Hermana de la Caridad. Esta joven monja contó su aprehensión cuando fue destinada a laborar en un hogar para impedidos físicos y mentales de 12 a 71 años, a todos los cuales llama “niños”.

 

Allí reivindicó el Papa el valor de la pobreza: “El espíritu de pobreza, el espíritu de despojo, el espíritu de dejarlo todo, para seguir a Jesús” y alertó contra el mundo que “si tiene que pecar y ofender a Dios, para que no le llegue la pobreza, lo hace.”

 

A Sor Yailnys le indicó que “cuando uno busca en la preferencia interior al más pequeño, al más abandonado, al más enfermo, al que nadie tiene en cuenta, al que nadie quiere, el más pequeño… está sirviendo a Jesús de manera superlativa.”

 

En su viaje a Estados Unidos -además de evangelizar sobre libertad religiosa, familia, perdón, inclusión, paz y cuido a nuestro ambiente, el Papa Francisco -fiel a su práctica- predicó con el ejemplo. No se quedó a almorzar con senadores y representantes en el Congreso, fue a compartir un emparedado con las personas sin techo. No visitó en Washington alguna de las universidades católicas más importantes del mundo que allí están, sino que fue a saludar a la comunidad de las Hermanitas de los Pobres que están en los tribunales por rechazar el mandato abortista impuesto por el gobierno.

 

En Nueva York en la Zona Cero adonde se ubicaba el World Trade Center, compartió con líderes de las religiones judía, musulmana, budista, jainista, sijista, de nativos de Norteamérica y de otras iglesias cristianas en un tributo al amor y abnegación de quienes -ante el horror terrorista- ofrendaron su vida para salvar muchas otras. Y llamó al perdón y la tolerancia. 

 

En Filadelfia en el lugar de la Declaración de Independencia de los EEUU aplaudió su proclama de que “todos los hombres y mujeres fueron creados iguales; que están dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables, y que los gobiernos existen para proteger y defender esos derechos” y lo importante de aplicar esos conceptos a la libertad religiosa en público y en privado, a no dejar de lado la memoria histórica y a los derechos de los inmigrantes.

 

Este mensaje evangelizador no es para los sacerdotes y religiosos de Cuba y EEUU. Es para todos los católicos y para las personas de buena voluntad. Por eso el Papa nos recordó a los fieles laicos nuestra responsabilidad personal en la misión de la Iglesia. “la Iglesia, en una sociedad que cambia rápidamente, reclama ya desde ahora una participación de los laicos mucho más activa”.

 

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Lunes 05 Octubre, 2015

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